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OPINIÓN - SÁBADO, 3 DE MAYO DE 2014

 

OPINIÓN / EL OASIS

Panorama político en Ceuta
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Mira, Manolo, yo estoy harto de que mucha gente en la ciudad me mire por encima del hombro. Y, por supuesto, me sienta muy mal que no se me atienda como deseo por parte de las instituciones. Así que he decidido aliarme con Juan Luis Aróstegui porque a éste sí que le tienen miedo en todos los sitios.

Así se expresaba Mohamed Alí ante mí, sentados ambos a una mesa de la sala de estar del Hotel Tryp, cuando se había anunciado ya que Unión Demócrata de Ceuta y Partido Socialista de Ceuta, tras fusionarse, habían pasado a llamarse Coalición Caballas. Y yo respondí más o menos de esta guisa:

-Vas a conseguir, Alí, resucitar a alguien cuyos fracasos en las urnas son tan sonados como para que se le considere un carcamal político. Incluso se le achaca tener negro el bajío. De modo que no deberías sorprenderte si con el paso del tiempo vas perdiendo parte de tu electorado.

Mohamed Alí, entre otras aclaraciones, me respondió que él estaba hasta los mismísimos de soportar desprecios por parte del Partido Popular. Y que, como hombre de izquierda que era, nunca haría buenas migas con Vivas y los suyos. No hacía falta ser muy avispado para darse cuenta de que el hasta entonces dirigente de UDC había decidido echarse en los brazos de un Fulano que celebró, inmediatamente, haber dado el pelotazo de su vida.

El hecho no era para menos: pues Aróstegui pasó de verse arrumbado en el desván de la memoria de todos los ceutíes, a comprobar cómo un ganador de elecciones se sometía confiadamente y sin reservas a su arbitrio. Oportunidad única para hacer uso y abuso del enorme bagaje político del que podría disfrutar a partir de ese momento.

En principio, lo primero que hizo fue decirle a su amigo del alma y alcalde de la ciudad, que se metiera por donde le cupiera el cargo de asesor que le había prometido y al que aún no había accedido. Luego, Aróstegui, convertido ya en principal dirigente de la coalición Caballas, se vio muchas veces con Vivas para ir disponiendo la mejor forma posible de manejar la coalición

Lo cual pasaba, naturalmente, por tener siempre más que contento a Mohamed Alí. Quien, según Aróstegui, había penado mucho los incumplimientos de acuerdos que le había ido ofreciendo Pedro Gordillo (a quien le faltaba ya un amén para ser sambenitado en plaza pública). Mientras tales parlamentos se iban sucediendo entre nuestro alcalde y quien ya mandaba tela marinera en Caballas, a mí se me ocurría decirle a mi apreciada Fátima Hamed, en cuanto me la echaba a la cara, que el partido acabaría siendo un juguete del que irían disfrutando Vivas y Aróstegui ante la mirada complaciente de un Alí convencido de que su pacto con el sindicalista le había abierto las puertas del éxito. Y que, por tanto, ya no habría nadie que tuviera los suficientes dídimos para manifestar desdén por él.

Fátima Hamed –que te leo, ¿eh?-, con su característica amabilidad, solía decirme, entonces, que Aróstegui había evolucionado en cuanto a su forma de pensar sobre los musulmanes. Y que ella estaba segura de que el pacto no se iba a resquebrajar. Y acertó.

El pacto, tras las elecciones de 2011 no se ha resquebrajado. Eso sí, conviene aclarar cuanto antes el motivo principal: el pacto de Alí y Mohamed desembocó, hace ya mucho tiempo, en otro pacto: Vivas y Aróstegui son quienes cortan el bacalao en la ciudad. Alí, entretanto, se siente importante, sumamente importante; respetado, y viviendo a cuerpo de rey. Menudo logro..
 

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