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OPINIÓN - DOMINGO, 18 DE MAYO DE 2014

 

OPINIÓN / SNIPER

Abdelkrim en sus Memorias
 


José Luis Navazo
yebala07@yahoo.es

 

Nacido en Axdir, cerca de la actual Alhucemas, hacia 1882 en el seno de una influyente familia (su padre era caíd) de la belicosa tribu de los Beni Urriaguel y fallecido en el exilio, en El Cairo, el 6 de febrero de 1963, tras haber rechazado en su momento la invitación del rey Mohamed V para volver a Marruecos (el sultán Mulay Yussef no le quería en el país), la biografía de Mohamed Ben Abdelkrim El Jatabi, autoproclamado el 1 de febrero de 1922 Emir de la efímera y secesionista República del Rif (septiembre de 1922-1927), guarda aun celosamente algunos secretos mientras su memoria, idealizada y envuelta en las brumas de la leyenda, sigue latiendo en la tierra por la que luchó a la vez que desde Rabat y los aledaños del Neomajzén se persigue cansinamente, sin éxito, patrimonializar su figura.

El periodista francés J. Roger-Mathieu logró entrevistarle en su cuartel general antes de marchar al exilio, editando sus declaraciones, autentificadas, en París en 1927 (Librairie des Champs-Elysées, reeditadas en Rabat en 2011, Editions La Porte), consiguiendo un documento histórico de la mayor relevancia, importante no solo por lo que dice en un particular contexto (su derrota ya era un hecho) el líder independentista rifeño… si no también por lo que calla y oculta. Es ilustrativa su “admiración” y mano tendida a Francia, a la par que su cruda denostación hacia España

Así, sus explicaciones sobre los más de 4.000 soldados españoles torturados, mutilados, en ocasiones quemados vivos, en definitiva brutalmente asesinados tras rendirse (Monte Arruit, Dar Quebdani, Zeluán…) o el vejatorio y cruel trato dado a los prisioneros de guerra en Axdir (¿cuántos lograron sobrevivir?), robándoles incluso los víveres y pertrechos que les eran remitidos desde la “Roca del Neckor” (Peñón de Alhucemas) son, simplemente, falsas e impresentables. Si en un momento y ante la insistencia del periodista, sin duda al tanto de los crímenes de guerra que se habían cometido, le echa la culpa a una epidemia del tifus (sic), en otro reconoce que dado el sufrimiento de los prisioneros “viéndolos agonizar atrozmente” y ante la imposibilidad de salvarles, sus hombres “les hayan ayudado para aliviar su martirio”, o que fueron “ejecutados tras rebelarse”. Abdelkrim recuerda un triste episodio de “fuego amigo”, es decir el bombardeo por la aviación de una columna rifeña entre la que se encontraban presos “numerosos prisioneros, oficiales y soldados”, “matando a más de sesenta de ellos”.

Espigamos aquí otras opiniones de Abdelkrim recogidas de la reedición de sus Memorias editada en 2011 en Rabat y de las que destacaríamos al menos cuatro aspectos: el presunto (y más que dudoso) origen árabe de su familia, su feroz odio hacia España (“nuestro enemigo secular”, ratificado en el exilio por el teniente Verrines), su determinación sobre la independencia del Rif y su admiración hacia el wahabismo hambalí saudí, rechazando de plano el morabitismo sufí tradicional de su tierra rifeña. ¿Podríamos adjetivar entonces (ya lo hice en otras ocasiones) a la República del Rif como “islámica”…? No tengo la menor duda sobre ello. Llamativo e importante este sesgo ideológico islamista radical de Abdelkrim, apenas abordado por académicos e investigadores que han estudiado su vida y obra: desde German Ayache o Woodman a Zakya Daoud, pasando por Mª Rosa de Madariaga, Campos, Salafranca, Mohamed M. Omar Belkadi o Mimoun Charki.

Veamos algunas frases traducidas literalmente del francés: “Nosotros somos (…) originarios del Hedjaz, precisamente de Yambo, sobre los bordes del mar Rojo”; “Sí, tú me miras cuando yo te hablo de la crueldad de los españoles”; “De otra parte, es preciso que te lo diga, yo tenía un ideal (…) Yo soñaba un Rif independiente”; (…) los Wahabitas tienen buena razón al rechazar el culto a los santos. Yo no reprocho más que un solo error a Ibn Saud: estar al remolque de Inglaterra, es decir, al remolque de su política”. ¡Nada hay mejor para conocer a alguien que presentarle en sociedad!

Si su rechazo a España es frontal, sus aduladoras palabras hacia a la política colonial francesa es llamativa, por cuanto ambas opiniones se enfrentan a la tozuda realidad de los hechos: “… Francia, su respeto a la religión, a los derechos, a las tradiciones y costumbres del país (…)”.

En cuanto a la guerra en sí, algunas cifras no se sostienen: así, mientras presume de la mortandad causada a las tropas españolas, por ejemplo 400 hombres en Abarrán, “entre ellos dos capitanes y dos tenientes”, apenas reconoce bajas propias: “… las tropas rifeñas no contaron más de ocho o nueve muertos”. En Annual, asume el traslado de los restos de un oficial jefe que admiraba, el valeroso y perspicaz coronel Morales, rechazando ofendido y enérgicamente que le hubiera cortado personalmente los mostachos al fallecido general Manuel Fernández Silvestre, “un hombre orgulloso pero en el fondo un buen militar”. Sobre la heroica resistencia de la guarnición de Igueriben (y otras, aniquiladas en combate hasta el último hombre) pasa de puntillas… reconociendo haber tomado hasta 700 prisioneros. ¿Qué fue de ellos…? ¿Cuál fue el papel de Amghar Ben Ziane, responsable de los mismos y que acompañó a Abdelkrim en el exilio a la isla de Reunión?.

Destacaría finalmente su explicación sobre las finanzas rifeñas (“Los impuestos eran recogidos en mi nombre (…) yo disponía de un presupuesto de 200 millones de pesetas”) así como la cuantía y el destino de su, presunta, fortuna personal a lomos de aquel famoso tren de mulas que los franceses escoltaron tras rendirse Abdelkrim en los alrededores de Targuist en mayo de 1926: “Mis títulos de propiedad están en las manos de los franceses”, “Al exilio yo llevé 350.000 pesetas, ni más ni menos. Y veinticinco personas a alimentar”. Fuentes independientes, por el contrario, estimaron su fortuna entre diez y doce millones de pesetas de la época, mientras que sus bienes en Marruecos eran confiscados a instancias del Sultán por dos dahires cherifianos del 1 de agosto y 9 de octubre de 1926. De hecho, el barco que le llevó al exilio junto a 29 allegados y parientes (entre ellos sus dos mujeres) transportaba algo más de 2.500 kilos de equipaje.

Palabras de Mohamed Ben Abdelkrim El Jatabi, Emir de la República (Islámica) del Rif.

Haya salud. Visto.
 

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