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OPINIÓN - VIERNES,23 DE MAYO DE 2014

 
OPINIÓN / COLABORACION

Veritas odium parit. “La verdad engendra odio”

Por Carlos Folch Valero


En este articulo hago referencia a varias párrafos de autores conocidos y desconocidos, los cuales demuestran como la verdad en la política de nuestra ciudad engendra odio de los políticos, hacia aquellas personas que son capaces de decir la verdad de lo que sucede en nuestra ciudad. Eso es lo que le esta ocurriendo al Gobierno de Ceuta, que no admiten que nadie diga la verdad.

“LA REBELIÓN DE LAS MASAS”. Las enseñanzas que José Ortega y Gasset quiso dejarnos con esta obra: “Una sociedad solamente puede evolucionar bien si sus integrantes se dejan guiar por hombres ejemplares y modelos históricos. La tecnología de masas, sin valores e ideas, navega a falta de un proyecto colectivo que le lleve a superar la inercia. Todos los campos de su saber, música, arte, ciencia, literatura, muestran signos de agotamiento. Fascismo y comunismo nacen como un rechazo a la forma de organización pública de éxito contrastado: la democracia liberal. El europeo tiene un destino histórico: “Aunar perspectivas superando las fronteras políticas de sus estados respectivos para aprovechar su potencialidad económica de forma equiparable al mercado americano, más allá de exclusivismos nacionalistas. Hay necesidad de pensar una sociedad y una convivencia entre personas que transcienda lo político y se guíe hacia un proyecto común de tipo regeneracionista”.

Cuando te hacen creer que tu vida es un contrato de servicio hacia los demás para ganarte el derecho de ser aceptado. Esto es una de las más grandes mentiras que existen para anularte, hacerte dudar de ti, volverte codependiente, necesitado, e infundirte toda clase de temores para manipularte y someterte fácilmente. Dice la Biblia en el libro del Eclesiástico 20,26: “La mentira es una tacha infame en el hombre”. Este mandamiento sigue vigente, aunque hoy se diga: “Hoy día ya no es posible vivir sin mentira, ya no es posible hacer política y llevar negocios sin mentir”. Si tomáramos en serio el octavo mandamiento, casi no habría manera de charlar en los cafés, en reuniones de políticos; los diarios saldrían con las páginas en blanco, ¿no creen?. Este mandamiento salvaguarda nuestro honor y nuestra fama.

La Sagrada Escritura está llena de advertencias sobre este mandamiento. Se llega incluso a identificar a Dios con la verdad y al demonio con la mentira. Cristo vino a dar testimonio de la verdad. Es más, Él se autodefinió como el Camino, la Verdad y la Vida. Suele decirse que el pecado es como un puñal que puede tener muy distintos tipos de hoja, pero en el que el mango casi siempre es el mismo: la mentira. Sabemos que la palabra es la expresión oral de la idea. De ahí que, por ley natural, aquello que yo expreso es algo que debe coincidir con lo que pienso. Si mis palabras no refleja las ideas, estoy violentando el orden natural de las cosas, por eso se dice que la mentira es intrínsecamente mala, es decir, no es mala porque alguien la prohíba, sino que es mala en sí misma. Y algo que es malo no puede producir nada bueno, aunque sean muy buenas las intenciones de quien actúa.

Al mentiroso hoy se le quiere llamar como aquel que “tiene chispa”, tiene “aptitud para la vida” o tiene “sentido comercial” o “viveza”, y en algunas ocasiones los políticos siempre intentan justificar sus mentiras repitiéndola muchas veces para convertirla en verdad. Pero en realidad eso no cambia la realidad: el mentiroso se daña a sí mismo, daña a los demás, daña a la sociedad y, sobre todo, desfigura la imagen del político. Cuida tu lengua, amigo. Es la parte más valiosa que tienes, pero también la más peligrosa. Con ella puedes alabar, pero también puedes herirte, herir el honor, la fama del prójimo y a una ciudad que un día confió en ti.

Decía san Bernardo que la lengua es una lanza, la más aguda; con un solo golpe atraviesa a tres personas: a la que habla, a la que escucha y a la tercera de quien se habla. ¡Cuánto destrozo puedes causar con tu lengua, si la usas para el mal!. Un proverbio alemán dice: “El burro se delata por sus orejas; el tonto, por sus palabras”. El corazón humano es una cámara de tesoros, que tiene por puerta el habla; hay quien saca bondad, amor, verdad, sabiduría; el otro saca insensatez, maldad, veneno, mentira. La veracidad es una forma de hacer política, pues los demás se merecen la verdad y no el engaño. Hablar de la verdad hoy, resulta no sé si difícil, pero al menos atrevido y, en cierto sentido, sarcástico.

Vivimos en un mundo donde nos venden la mentira en platillos de oro; asistimos a pactos incumplidos. En fin, que la verdad no tiene hoy carta de ciudadanía en todas partes de nuestra ciudad, no la han dejado entrar y salir libremente, la tienen maniatada, vendada, amordazada por los políticos del Gobierno de Ceuta. ¿Por qué?, no se quiere encontrar hoy con la verdad, pues “la verdad, aunque no peca, incomoda”. Parece que hoy algunos no consideran la verdad como un valor.

La verdad del comportamiento y de la vida. Vivir como se cree, coherencia de vida entre lo que se cree, lo que se predica y lo que se vive. Si vives diciendo la verdad, serás sincero y cumplidor a tu palabra dada, serás leal y fiel a tus compromisos asumidos, serás equitativo y justo con los demás. Lo contrario a la verdad del obrar es la incoherencia, el fariseísmo, la hipocresía. La conciencia moral es aquella capacidad que todo ser humano tiene de percibir el bien y el mal, y de inclinar la propia voluntad a hacer el bien y evitar el mal.

Después de todo lo expuesto, me gustaría que cada persona de nuestra ciudad reflexionara en el día de mañana, y pensara que debe hacer el domingo, actuando con plena convicción de que su derecho como persona de esta sociedad tiene unas consecuencias para en el futuro, todos debemos buscar la verdad, la cual en la actualidad el Gobierno de nuestra ciudad carecen de ella.
 

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