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                     Casta es Bárcenas y casta es que 
					el Presidente del Gobierno, aquel que le mandaba mensajes de 
					ánimo, aparezca entre los avalistas de sus operaciones en 
					Suiza y no dimita. Casta es Andrea Fabra diciendo “Que se 
					jodan” a los parados, casta es que a su padre le toque la 
					lotería todos los días y casta es Arias Cañete insultando a 
					las mujeres, hablando de yogures caducados y mostrando un 
					clasismo propio de la España de “Los santos inocentes” 
					cuando se refiere a los camareros. Casta son las puertas 
					giratorias, casta es que José María Aznar y Rodrigo Rato 
					estén ganando sueldos millonarios en agradecimiento por los 
					servicios prestados. Es casta que Berlusconi les prestara el 
					yate a la hija del primero y su marido para su viaje de 
					novios. Son casta los invitados de esa boda: Blesa, Rupert 
					Murdoch, Tony Blair, los Reyes, Correa y “El Bigotes”. Casta 
					es el que les casó, Rouco Varela. 
					 
					Casta es que todo el Partido Popular votase en bloque a 
					favor de invadir Irak, que Zaplana diga que está en política 
					para forrarse, que Ángel Carromero esté cobrando más de 
					50.000 euros del erario público a la vez que su compañero 
					Percival Manglano, también casta, aplaude la reforma laboral 
					y nos anima a los demás a trabajar por 400 euros al mes. 
					Casta es el patético señorío andaluz del incompetente Javier 
					Arenas o que Emilio Carreira diga que no pagar una deuda 
					ilegítima es “de salvajes” y “no genera confianza” mientras 
					que su partido no muestra un gramo de misericordia hacia las 
					familias que no pueden hacer frente a la hipoteca, mientras 
					que los poderosos no pagan nunca y son rescatados con dinero 
					público. Ellos son los salvajes. La casta es salvaje. 
					 
					Son casta Pablo Crespo, el ex marido de Ana Mato y Ana Mato, 
					el marido de María Dolores de Cospedal y María Dolores de 
					Cospedal, Camps y Rita Barberá, el tamallazo de Esperanza 
					Aguirre y Esperanza Aguirre. Casta es hablar de “hilitos de 
					plastilina”, igual que es casta ver a alcaldes y concejales 
					declararse abiertamente franquistas. Casta es Jorge 
					Fernández Díaz rezando en el Valle de los Caídos y es casta 
					que su Ministerio no cese al hijo de Tejero por organizar en 
					un cuartel una paella en homenaje a un Golpe de Estado junto 
					a su padre y el torturador Jesús Muñecas. Cachorros de la 
					casta son los niños de Nuevas Generaciones que hacen el 
					saludo romano y se cachondean de ancianos estafados por las 
					preferentes. Que otros niños, los de Nicaragua, sean robados 
					por el ex conceller de la Comunidad Valenciana también es 
					casta. Rafael Blasco es pura casta, homenajear a la División 
					Azul que luchó junto a los nazis es casta, insultar a 
					quienes quieren enterrar en un cementerio a sus padres y 
					abuelos esparcidos por cunetas es de casta y de gentuza. Es 
					casta Feijoo y es casta su amigo el narcotraficante, casta 
					son el “relaxing cup” de Ana Botella y Lasquetty queriendo 
					cargarse la Sanidad pública madrileña. 
					 
					Casta es que ocurra una desgracia como la del Yak-42 en la 
					que mueren decenas de personas, se falsifiquen los nombres 
					de 30 cadáveres, se hagan mil barbaridades y el máximo 
					responsable de aquella gestión, Federico Trillo, esté hoy de 
					vacaciones como embajador en Reino Unido. 
					 
					Que nuestro Ministro de Economía venga de ser el 
					representante de Lehman Brothers en España y Portugal, que 
					el de Educación proceda de los despechos del BBVA y que el 
					propietario de la cartera de Defensa haya sido asesor de la 
					principal fábrica española de bombas de racimo creo que 
					también es casta, igual que podemos decir que lo son Jaume 
					Matas y los diputados del PP que piden en el Parlamento de 
					Valencia el indulto para un compañero condenado por 
					corrupción. Casta es pretender que tus colegas no paguen sus 
					delitos por el hecho de ser tus colegas. 
					 
					El concejal que le dijo “Da al niño en adopción o métete a 
					puta” a una madre desesperada que pedía ayuda para poder 
					alimentar a su hijo es casta, un sinvergüenza, un 
					indeseable, un malnacido. Abandonar el Pleno cuando se le da 
					la palabra a padres de niños con cáncer no sé lo que es. 
					Casta se queda corto. 
					 
					Son casta política los que sirven a la casta económica, los 
					que enchufan a los familiares de su gente en las 
					Administraciones, los que se creen que lo público es su coto 
					privado y lo destrozan, los que tienen cajas B y 
					sobresueldos, los que chulean, los que dan guiones y 
					argumentarios a los periodistas a su servicio, los que 
					llaman a los directores de los periódicos para decirles lo 
					que deben publicar, los que dicen que ha sido ETA cuando no 
					ha sido ETA, los que dicen que todo es ETA cuando ya ni ETA 
					es ETA, los que les niegan a las mujeres el derecho a 
					decidir sobre su cuerpo, los que criminalizan a los que 
					protestan, los que insultan a los maestros y las maestras, 
					los que mandan al exilio a nuestros enfermeros y nuestras 
					enfermeras, a nuestros arquitectos y nuestras ingenieras. 
					Casta son los que echan a familias de sus casas y nos dicen 
					que lloremos porque lloran los hijos de González Pons. Casta 
					es leer todo esto y decir: “¿Y los EREs, qué?” 
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