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OPINIÓN - JUEVES, 5 DE JUNIO DE 2014

 
OPINIÓN / COLABORACION

La marcha de Fátima Hamed supone
una grave fractura en Caballas

Por El Pueblo


La política pasa factura. En algunos casos –no sabemos aún si en éste también-, a un elevado precio. El abandono de Fatima Hamed Hossain de la coalición Caballas es la expresión práctica de un referente de la identidad propia de la Unión Demócrata Ceutí (UDCE), aquél ilusionante partido que aglutinó a una serie de personas que supieron arrastrar los votos que Coalición Caballas ha restado.

Desde el inicio (o desde el minuto uno, como se suele decir ahora), siempre se vió como un pacto antinatura el de UDCE y PSPC, dando lugar a la Coalición Caballas. No se entendía cómo un partido localista de izquierdas, progresistas, con integrantes de Comisiones Obreras, alguno procedente de UGT e incluso del PSOE, tenía cabida políticamente con quien, ideológicamente, el progresismo le quedaba muy lejos, ya que su tendencia de marcado sentido religioso, se contraponía con quienes tenían en su filas ateos o con distintos valores a efectos programáticos.

Fátima ya dio su primera “llamada de atención”, cuando con ocasión de la toma de posesión de los diputados, no compareció, atribuyendo a problemas de enfermedad la ausencia, cuando en realidad se debía a su contrariedad porque Juan Luis Aróstegui, le había desplazado del número dos de la candidatura, que parecía seguro para ella, al tres. No ha estado nuca cómoda Fatima en la coalición, como también se demostró en numerosas comparecencias que polarizaban en protagonismo el binomio Alí-Aróstegui y, solo en contadas ocasiones, ella completaba el trio.

A nivel interno, siempre se ha dicho que hubo divergencias entre los militantes de la UDCE porque no entendían ese pacto para sumar que luego resto, ya que lejos de reforzar, el PSPC ha provocado una sangría de votos entre los seguidores de la Unión Demócrata Ceutí.

En las últimas elecciones europeas, sus propios feudos, le volvieron la espalda. Ahí dice Fatima que apreció la decepción de la gente que le habían sido fiel en el voto y comenzó a cavilar que algo estaba cambiando a peor.

Fátima ha demostrado, para algunos, aunque tardíamente, ser consecuente con sus ideas, aunque también le achacarán que el escaño no es suyo sino del grupo político. No obstante, si rectificar es de sabios, Fatima Hamed ha sabido hacerlo, para dar un giro a su posicionamiento político y tratar de volver a los orígenes.

No me cabe la menor duda que esta mujer valerosa, trabajadora, con las ideas claras, sabrá aglutinar un nuevo proyecto en el que buscará integrar a los descontentos con la coalición UDCE-PSPC, para recuperar aquél proyecto ilusionante que a ella le sedujo. Fátima es un valor político, perfecta conocedora de las políticas sociales y de las actuaciones que han de aplicarse a los más desfavorecidos, cuyos planteamientos siempre son razonados y razonables.

La marcha de Fátima de Coalición Caballas no se ve como un ejemplo de transfuguismo al uso, si bien es la segunda fuga que se produce a la sombra de Mohamed Alí, porque Mohamed Haddu “Musa” ya protagonizó un hecho similar al de Fátima en la pasada legislatura. Un síntoma que evidencia la difícil convivencia política con Mohamed Alí que parece más en sintonía con Juan Luis Aróstegui. Ambos tienen ahora por delante el que puede ser el reto más importante de Caballas desde su nacimiento: demostrar que Caballas está por encima de personalismos y que no tiene los pies de barro.

Del acierto de esta marcha, solo el tiempo dictaminará si fue o no acertada, aunque para la conciencia de Fatima Hamed sí ha resultado válida y, al menos, ha sido consecuente con us ideas.
 

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