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OPINIÓN - VIERNES,6 DE JUNIO DE 2014

 
OPINIÓN / COLABORACION

Mala praxis administrativa

Por Carlos Folch Valero


Después de escuchar atentamente la rueda de prensa del Consejero de Juventud, Deportes, Turismo y Festejos, me llamó mucho la atención la palabra que utilizó para justificar la marcha del Viceconsejero de Festejos, que a mi modesta opinión ha sido el eslabón mas débil de esta historia, o como se suele decir, el cabeza de turco. Porque todos conocemos como funciona la administración local, que nadie hace nada si el superior no lo autoriza. Pues bien, continuando en el tema que me gustaría explicar, el cual he investigado, la mala praxis o malas practicas, esta muy relacionado según artículos publicados por expertos en la materia, con la corrupción, por tal motivo entiendo que no ha sido muy afortunadas las palabras escogidas por el Consejero de Juventud, Deportes, Turismo y Festejos, al justificar la marcha del Viceconsejero de Festejos, por “mala praxis administrativa”, que al final lo que significa es malas practicas administrativas.

Según la enciclopedia: Mala praxis o mala práctica, es un término que se utiliza para referirse a la responsabilidad profesional por los actos realizados con negligencia. La forma más conocida de la mala praxis es la negligencia médica o mala praxis médica, pero la misma también se aplica a otros ámbitos profesionales como la abogacía, la contabilidad pública, la escribanía, el tratamiento psicoterapéutico. Se conoce como mala praxis, a la mala actuación de un profesional, producto de la negligencia.

En esta línea argumental debe considerarse que el fatal problema de las malas prácticas administrativas, es un problema que trae causa en individuos que muestran conductas desvinculadas del deber de respeto a la legalidad, pero son también el resultado de sociedades que funcionan con sistemas que no son los apropiados, o han pretendido el valor del principio de legalidad como expresión de la existencia de un interés general supraordenado, y que las hacen sensibles a este tipo de fenómenos y ello en una tendencia que suele ser creciente y cada vez más destructiva.

Cuando se produce un fenómeno de mala práctica administrativa, es obvio que el interés general ha cedido a intereses particulares o espurios y ello tiene una repercusión en términos de eficacia y eficiencia en el empleo de recursos públicos, lo cual, además de agravar la patología legal, socava aún más la legitimidad y credibilidad de la Administración. En palabras de MURIEL PATIÑO, otro de los costes afecta a la asignación pública de los recursos, menos eficiente cuando la Administración actúa de forma de malas practicas administrativas: por una parte, el contratista elegido puede no suponer la mayor calidad o los menores costes, o bien el empresario autorizado puede no cumplir los requisitos establecidos en la Ley; por otra parte, es probable que se potencien proyectos desorbitados en los que la competencia es reducida, ya que de esta forma el poder externo de control es menor; por último, cabe pensar que las empresas intentarán recuperar los costes de las malas prácticas administrativas junto con el resto de los costes, lo que supondrá una carga adicional para el presupuesto público.

La redistribución pública también es peor cuando la administración tiene malas prácticas administrativas: por una parte, se facilita el fraude y la evasión de impuestos, previsiblemente por parte de la población con capacidad económica elevada, con lo que aumenta la sensación de injusticia social y se entremetan los incentivos para desplazar una parte mayor económica hacia la economía sumergida, por otra parte, disminuye la incidencia de la ayuda internacional al desviarse fondos hacia grupos menos necesitados.

Después de todo lo expuesto, y comprobar como la mala praxis administrativa esta muy relacionada con la corrupción, entiendo que en la rueda de prensa del Consejero de Juventud, Deportes, Turismo y Festejos, no estuvo muy acertada la citada expresión. O pensando mal que la expresión para justificar la marcha del Viceconsejero de Festejos estuviera bien meditada y estudiada, para hacer pensar de que toda la responsabilidad política y judicial si se produjera en el futuro, recayera claramente en la persona del Viceconsejero de Festejos. Entiendo que cuando un político utiliza palabras tan técnicas y con un sentido tan específico, esta comunicando a la opinión pública sus verdaderos sentimiento hacia la persona a la que se refiere.

A pesar de ello, sigo pensando que el Viceconsejero de Festejos ha sido un cabeza de turco, y que los verdaderos responsables políticos siguen ocupando sus cargos dentro de la administración local, porque no hay que olvidar que el nombramiento del Viceconsejero de Festejos no fue una apuesta del Partido Popular, fue una apuesta personal del Presidente de la Ciudad Autónoma de Ceuta.
 

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