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OPINIÓN - MARTES, 10 DE JUNIO DE 2014

 
OPINIÓN / COLABORACION

El Rosario”prohibido” en San Antonio

Por Jacobo Díaz Portillo


San Antonio está a la espera, en aquel bendito lugar, en su pequeña ermita calera, que vuelve a germinar como el trigo verde en primavera, regada por las olas del mar, bañada por su ribera, a la sombra de los pinos y al abrigo de la brisa marinera. San Antonio está llamado a todas las puertas. Sin embargo, no todas han sido abiertas, algo encerrado en el olvido ha faltado en su fiesta, algo que quedó varado en el fango del camino, y nunca más vino de vuelta. En el programa de actos, destaca una inexplicable “ausencia”, su popular rosario de la aurora que ahora a nadie despierta, matinal preludio de su entrañable verbena, que por una lóbrega sombra, ha quedado para siempre cubierta.

Este hecho podría pasar inadvertido, de no ser por todo lo que conlleva la reiterada y provocada pérdida, que dicho evento, ha supuesto para los fieles del santo, y sobre todo, por las numerosas preguntas que siguen “crucificadas” en el monte Hacho, esperando que solo usted, Padre Cristóbal Flor, baje sus lacerados cuerpos pendientes de los duros maderos de la duda. Pero dese prisa “prelado”, antes de que se las lleve el vigoroso vendaval de su orgullo velado, o sean devoradas por los pusilánimes buitres leonados de su silencio encriptado. ¿Por qué no se ha realizado el rosario en el monte durante estos tres últimos años? Como hermano de la cofradía, y según el Derecho Canónico que me asiste, propuse por escrito a la Junta de Gobierno en el año 2012, la cesión de la imagen de la Reina de la Paz para dicho evento, que como en otras ocasiones, tradicionalmente la hermandad había contado con ella puntualmente para el acto. La respuesta fue que no se iba a organizar el rosario de la aurora. Tampoco se ha realizado en estos últimos años. ¿Por qué Padre Cristóbal? ¿Las respuestas están ocultas bajo su perpetua “sotana negra”? ¿Ha actuado usted, como líder espiritual del mejor de los ejércitos organizados; el infinito poder de las “conciencias engañadas”? Quiero exponer, desde mi modesto entender, lo que podría ocultar en su interior, al suspender directa o indirectamente este emotivo acto. ¿Se trata de un efecto “colateral” de esa política de acoso y derribo que usted ha emprendido contra una inocente y bella imagen familiar de la Virgen de la PAZ?

La cofradía aprobó, siendo Dª Pilar Becerra hermana mayor, la realización de un rosario de la aurora “PROPIO” de la hermandad, con el entusiasmo del director espiritual de aquel momento, el Padre Pedro Durán, que como usted ahora Padre Cristóbal, solo tenía VOZ pero nunca voto. Como en la ermita de San Antonio, nunca ha habido imágenes de María adecuadas para un rosario de la aurora, la junta recurrió a mi familia, hermanos de la cofradía, para que, puntualmente, cada año cediéramos nuestra imagen para dicho acto. Por dicho ofrecimiento continuado y desinteresado, y por nuestra vinculación y permanente disposición hacia la cofradía, recibí públicamente de la hermandad un diploma de agradecimiento. De esta forma, con la buena voluntad de todos, se instauró una hermosa tradición de fervorosos y multitudinarios rosarios de la aurora en el monte Hacho. Dice el refrán, «a la tierra que fueres, haz lo que vieres». En un principio, usted organizó y participó activamente en el rosario de la aurora del 2010, acompañando a la imagen mariana de mi familia en los pintorescos aledaños de la ermita. Sin embargo, de pronto, lo que antes el Padre Pedro había instaurado, y el vicario consentido, usted, su sucesor, lo impide. ¿Por qué en su primer año (2010) asiente, y participa, pero en el segundo (2011), de pronto cambia de opinión y trata de suspenderlo? ¿Por qué lo que antaño estaba bien visto por todos, solo usted percibe que podría ser un “error sacrílego” de su predecesor, y lo prohíbe? ¿Se considera por ello mejor sacerdote que él? Por cierto, ¿ha tenido valor para decírselo a la cara? «No todo el monte es orégano», y el Hacho no iba a ser una excepción. ¿Es trigo o cizaña lo que crece ahora a los pies del santo Padre Cristóbal? Jesús se transfiguró en el monte Tabor ante algunos discípulos, ¿usted lo quiso imitar en el monte Hacho ante todos? ¿En quién se ha trasfigurado? ¿En “León III el Isáurico” o en su hijo, “Constantino V”? ¿Cuál es la verdadera razón de su metamorfosis de opinión y criterio? ¿Solo por la trivialidad de ser una imagen ajena a la Iglesia? ¿Por qué utiliza argumentos discriminatorios que no sostiene la legislación canónica vigente?

¿Recuerda cuando en su despacho, usted me decía, con aires prepotentes y amenazadores: «yo, como director espiritual, no puedo, por ejemplo, impedir la romería de San Antonio, pero si puedo prohibir su rosario de la aurora»? ¿Recuerda usted cuando trataba de “justificar” su nueva postura diciéndome que quería evitar que la ermita del santo se transformase, en lo que usted denominó, «un nuevo Rocío», solo por la participación puntual de nuestra imagen en un simple rosario? Por cierto, ¿tiene algo en contra del popular fervor rociero? ¿Recuerda su enorme “preocupación” porque nuestra Virgen ocasionase un supuesto «efecto llamada», según el cual otros fieles también podrían llevar sus imágenes de santos a la ermita? ¿Por qué me dijo usted «este año (2011) saldrá la Virgen de tu hijo como un favor especial, pero para años venideros, si quieres que salga la imagen del niño en rosario de la aurora la tienes que donar para siempre a la Iglesia»? ¿Qué opina usted del talante cristiano de esa sugerida “donación altruista”? ¿Y si además me lo pide apuntillando que, no sería de palabra, sino mediante documentos firmados por ambas partes mediante cesión definitiva, y siempre en el marco del derecho contractual? ¿No cree Padre Cristóbal que son comportamientos difíciles de entender en el seno de la Iglesia de Francisco? No puede haber mayor “dolo” cristiano, si quien me la pedía, usted, conocía la finalidad de la nueva imagen; un sorpresivo regalo familiar a un niño con motivo de su primera comunión. Desde ese mezquino mes mayo de 2011, pienso que usted siempre ha tratado de impedir, a cualquier precio, que la Virgen de mi hijo, pueda participar en rosarios de la aurora tanto en el valle, como en la montaña. Y por fin lo ha conseguido, pero en su desmesurado esfuerzo bélico en su “rebaño”, parece que se le ha caído, esa suave “piel de cordero” que ocultaba sus verdaderos atributos. Pero no se preocupe por ello, casi nadie se ha dado cuenta del “detalle”. Las “ovejas” suelen desarrollar una capacidad increíble para ver solo lo que les interesa. Algunos me dicen que las personas cambian con el paso de los años, aunque yo pienso que, demuestran ser con el tiempo, lo que antes ocultaban.

Su actitud “intransigente y beligerante” contra la nueva imagen de la Virgen de la Paz, se manifiesta antes su bendición, como un “levantamiento armado” en su nuevo exarcado de Rávena; la ermita del santo. Cuando llega a su conocimiento que el programa Haciendo Hermandad pretendía grabar esta hermosa talla, usted reacciona ordenando su traslado inmediato fuera del recinto. En ese momento la Virgen estaba en una pequeña habitación de la casa de Hermandad anexa a la ermita, pues usted se negaba a que, en ningún momento, ni si quiera durante el acto de la bendición, estuviese en el interior del templo, junto al santo. Aunque en un principio, intentó impedir la grabación, viendo luego que era imposible por los compromisos adquiridos con el programa, ordenó que la Virgen fuera filmada en el exterior de la ermita. Su único argumento era que esta imagen -por no ser propiedad de la iglesia- nadie debía verla ni en la casa de hermandad, ni mucho menos en el interior, junto al santo. ¿Cómo definiría usted esta actitud? Pero su política de desprecios no acaba ahí. ¿Cómo justificaría Padre su posterior ausencia en el tradicional rosario de la aurora organizado por la cofradía de San Antonio el sábado 28 mayo de 2011 con la imagen mariana de mi hijo que usted intentó suspender ese año sin éxito? Sin embargo, curiosamente, usted si presidió, al día siguiente, el domingo 29 de Mayo, el rosario de su parroquia del valle, cuando entre ambos eventos había menos de 24 horas de diferencia. ¿Por qué? ¿Qué pretendía usted con esta actitud de desdeño? Al no poder salirse con la suya en el monte, creo que usted intentó dar un claro mensaje NO verbal que la cofradía entendió plenamente: «No quiero ver más esa Virgen en San Antonio», «elegid, o esa imagen o yo». Con este especial “modus operandi”, parece que quiso mostrar su tácito poder fáctico sobre la Junta de Gobierno, y a los hechos me remito, pues desde entonces, el acto no se ha vuelto a repetir en San Antonio. Sin embargo, usted si asistió al rosario del domingo en el valle porque allí ya había conseguido sustituirla definitivamente. Había “roto” la supuesta tradición participativa de la Virgen de un niño en los rosarios de la aurora de la parroquia del valle que también había instaurado el Padre Pedro, por consenso con sus feligreses, desde el año 2006. Me resulta increíble todo lo que ha hecho usted en contra de una Virgen, cuyo único «gran pecado» es no ser propiedad eclesiástica. Me molesta la “forma” en la que usted Padre Cristóbal lo ha hecho.

Le recuerdo que el jarrón da forma al vacío pero no lo justifica. «No den las cosas sagradas a los perros ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan hacia ustedes para destrozarlos» Mt (7; 6-12, 14). Jesús utiliza esta metáfora para referirse a los que no actúan de acuerdo a su mensaje. No por eso los odia, ni los desprecia. Solo indica cómo se ven ellos mismos “por dentro” ante los ojos de Dios. Jesús le ha dado plena libertad, Padre Cristóbal, para cambiar radicalmente de opinión, y de tomar esa absurda actitud discriminatoria. También le ha consentido, Padre Cristóbal, que haya hecho caso omiso a algunos fieles del santo, que intentaron convencerlo de la irrelevante naturaleza patrimonial de la imagen como impedimento para que pueda participar en estos actos. «Tenemos dos oídos y una boca para que podamos escuchar el doble de lo que hablamos» decía Epictetus. Antes de seguir en su camino errado de la discordia, debería haber escuchado a sus feligreses, aprendiendo de sus consejos, y sobre todo, abriendo su corazón a la inocencia de un niño, que todavía no llega a “entender” lo ocurrido. No siempre tenemos la verdad absoluta. Solo la tiene Dios, y a veces se comunica con nosotros a través de la voz de los que nos rodean, pero no siempre interesa escucharlos. ¿No cree usted, Padre Cristóbal? Es arrogante todo el que piensa que sus decisiones siempre son las correctas, porque la verdad indubitable es uno de los principios esenciales de la estupidez humana. No importa lo que usted diga o haga, que por muy errado que sea, sólo por el puesto que ahora ocupa, siempre encontrará alguien de su entorno parroquial que le ría todas sus “gracias”. En el texto de Mateo, Jesús nos indica que no perdamos nuestro tiempo y esfuerzo con personas que, probablemente, no merecen la pena. Con aquellas que, no siempre quieren entender su mensaje cristiano, no por ineptitud, sino quizás por la soberbia y la envidia generada de no poder controlar, en aquel momento, todas las variables del evento. ¿Usted qué opina Padre? Porque yo percibo, una actitud prepotente, de aquel que quiso y no pudo prohibir ese acto en mayo del 2011. Parece que ese quimérico resentimiento ha ido creciendo inmenso en su interior.

Este año 2014, tampoco ha habido rosario de la aurora en San Antonio. ¿Es usted ahora más feliz? ¿Puede descansar en PAZ su conciencia? Séneca decía: «Es pasajera la felicidad de todos esos que ves caminar con arrogancia». ¿No cree usted Padre que todas sus “maniobras” en su inexpugnable “exarcado” del monte Hacho se han gestado con la semilla de la envidia, abonada por una embozada soberbia iconoclasta? Nunca pasará al olvido Padre Cristóbal, su “huella pastoral” quedará para siempre grabada con hierro y fuego en el camino de la hermandad de San Antonio, como aquel neófito cura que suspendió un sencillo acto religioso popular sólo por displicencia hacia la imagen de la Virgen de un niño. Con su efímera autoridad, podrá ganar todas las batallas terrenales, en el valle y en la montaña, podrá ser proclamado vencedor por los hombres impíos, pero ante los ojos de Dios, será siempre condenado por el pecado de la arrogancia de su infundado desprecio.

A estas alturas del artículo, se percibe la cara oculta del rosario perdido en esa invisible “maleza” que envuelve y penetra en la ermita del Hacho. Creo que en estos últimos años, el salvaje crecimiento de la cizaña en el monte ha cubierto en el olvido a esta “infantil” imagen mariana, con un daño desmedido a su familia, antes asidua de su parroquia. Creo que se trata de una forma arrogante y sibilina de “castigar” nuestro grave “pecado” familiar, al ceder con ilusión y devoción, nuestro patrimonio todos estos años. Su conducta, quedará expuesta sine die en el lóbrego museo que atesore las inexplicables vergüenzas de su legado parroquial como un vasto estandarte de su todopoderosa actitud egocéntrica, contraria a la ley de Cristo, y al Derecho Canónico. A mí en cambio, me dará fuerzas para seguir escribiendo lo que oculta la maleza de la cizaña, tanto en el valle como en la montaña, y la tinta negra de las lágrimas de mi llanto, será sin duda indeleble al paso de los años. Nunca olvide que la “PAZ” que usted impuso con la fuerza su espada, sólo ha sido el preludio de una nueva “guerra”. Cada vez que emprenda una nueva “campaña contra la PAZ”, pregúntese antes, si ésta revela su verdadera condición cristiana ante el hombre, y su genuina “IMAGEN” de vocación sacerdotal ante los ojos de Dios. Percibo en el cargo que ostenta, un sentimiento de superioridad sobre los demás, que denota una “iluminada” egolatría, que ha desembocado en sibilíticos y fatuos comportamientos. ¿Su desaforado orgullo impone a los demás un sumiso, injusto y desmedido reconocimiento? ¿Cree usted tener privilegios que, en realidad, Dios no le ha dado, aunque el hombre se lo permita, por temor, conveniencia, ignorancia o hipocresía? ¿Contestará usted alguna vez a mis preguntas?

Padre Cristóbal, desearía verle ahora, mientras lee mi artículo, para poder mirarme en sus ojos, de seco, duro y opaco cristalino. Quisiera, como si fuera un espejo, ver el reflejo en sus oscuras pupilas midriáticas, que como una gran lupa, devuelva a sus feligreses la IMAGEN aumentada de la sinrazón de su doloroso e injustificado desprecio, para que con el paso inexorable del tiempo, alguien pueda llegar a entender a aquel neófito presbítero que, en su extraña metamorfosis mental, prohibió un rosario para repudiar la Virgen de un niño, para que así, alguna vez, su melancólico lamento pueda borrar las huellas de los despojos de la génesis de todos esos sentimientos dañinos, que probablemente, nunca pueda enterrar el olvido.
 

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