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OPINIÓN - LUNES, 16 DE JUNIO DE 2014

 

OPINIÓN / LA ZARPA

A Carlos Rontomé
 


Julio Basurco Díaz
opinion
@elpueblodeceuta.com
 

Este escrito es una repuesta a una mención que se me hizo en “El Faro de Ceuta”. Lo envié a su redacción como Carta al director y no me lo han publicado. Que cada uno juzgue.

El pasado jueves, bajo el título “Rosa Parks y la República”, Carlos Rontomé me definía como “líder de Podemos en Ceuta” y apuntaba a un artículo mío titulado “Ser monárquico es ser súbdito” en el que, para defender que la democracia debe ser la base de la ley, recurrí al ejemplo de la negativa de Rosa Parks a cambiarse de asiento en un autobús. Antes que nada, decir que no soy ningún líder, sino un miembro del círculo local al que sus compañeros han elegido como portavoz. Aclarado esto, es un placer debatir desde el disentimiento con alguien que argumenta sus planteamientos y que no acude a las etiquetas y las descalificaciones, costumbre ya, por desgracia, a la hora de hablar de Podemos o sus miembros.

“Rosa Parks (…) no buscaba la vulneración de la ley sino su aplicación. Las leyes de algunos estados (…) mantenían normas de segregación racial que vulneraban el espíritu de igualdad de los ciudadanos recogido en el Bill of Rights. Lo que pretendían estos activistas no era vulnerar la Constitución sino su aplicación (…). Y lo consiguieron por la vía legal, cuando un año después del incidente de Parks el Tribunal Supremo declaró inconstitucionales las normas segregacionistas en el transporte”. Efectivamente, los derechos se plasmaron por la vía legal (como no puede ser de otro modo), pero para llegar a esa vía legal antes se desobedeció. Para que la justicia fuese legal se combatió la ley injusta, se “vulneró” la ley injusta.

El Bill of Rights, el conjunto de las diez primeras enmiendas de la Constitución Norteamericana, era un documento tan interpretable que incluso permitía el esclavismo, pues no fue hasta la llegada de Abraham Lincoln y la enmienda decimotercera que la esclavitud fue formalmente abolida. Es más, ya abolida oficialmente, quedaría mucho hasta que los negros tuvieran formalmente (nunca materialmente) los mismos derechos que los blancos, entre ellos el derecho al voto (decimoquinta enmienda). Todo bajo la más absoluta de ese conjunto de principios llamado Bill of Rights. Son las leyes concretas las que se desobedecen, no los principios. De hecho, toda desobediencia está, precisamente, basada en la defensa de unos principios superiores que no se cumplen. Usted, señor Rontomé, tiene razón en lo que dice. Pero en absoluto contradice lo defendido por mí.

Decir en los años 50 que el Bill of Rights amparaba la absoluta igualdad de todos los ciudadanos norteamericanos es lo mismo que decir hoy día que la CE garantiza el derecho a la vivienda o la igualdad ante la ley (incompatible esto con la existencia de reyes y príncipes). Si usted justifica la actuación de Rosa Parks basándose en que defendía unos principios que la legislación no respetaba, yo le doy la razón y acudo a lo mismo: Quienes pedimos un referéndum defendemos el principio vertebrador de toda Constitución democrática: la soberanía popular, esto es, el derecho de la gente a decidir.

Aún así, lo más llamativo es que usted se base en que Rosa Parks no estaba desobedecendo, sino obedeciendo, lo que me lleva a pensar que usted considera que si la Constitución Norteamericana SÍ hubiera recogido que los negros son inferiores a los blancos, la acción de Rosa Parks SÍ sería entonces condenable. Usted está diciendo que lo que hace moralmente válido el acto de Parks es que no era un acto de desobediencia. Yo digo que era moralmente válido, desobedeciera o no. No importa que fuese o no legal, lo importante es que era legítimo y era legítimo porque defendía un principio justo, dijese lo que dijese su Constitución o el Bill of Rights.

Lo que pusiera en el Bill of Rights es irrelevante a la hora de juzgar la actuación de Rosa Parks, pues si es en eso en lo que nos basamos, como digo, la condenaríamos en el supuesto de que el Bill of Rights SÍ aceptara la segregación y el racismo. Lo que me hace apoyar a Rosa Parks, a diferencia de usted, no es lo que dijera el Bill of Rights, sino el hecho de que estaba defendiendo una causa justa, una causa amparada por unos principios superiores a cualquier Bill of Rights de cualquier país: los principios recogidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Señor Rontomé, legalidad y legitimidad no son la misma cosa. La historia nos demuestra que muchas veces, para ganar democracia, el pueblo ha tenido que “forzar” la legalidad hasta ajustarla a la legitimidad del momento. Y el de Rosa Parks siempre será uno de los ejemplos más claros, por mucho que usted diga que no estaba desobedeciendo, algo que, repito, también decimos los que acudimos a los Derechos Humanos o a los principios democráticos a la hora de justificar nuestra desobediencia hacia las leyes injustas y antidemocráticas.

Con respecto a la abdicación, el artículo 92.1 de nuestra Constitución dice que “Las decisiones políticas de especial trascendencia podrán ser sometidas a referéndum consultivo de todos los ciudadanos”. Cabría preguntarse si el hecho de que Juan Carlos I haya abdicado (en un país siempre considerado “juancarlista” más que monárquico) no constituye, en unos momentos de crisis de régimen en los que la Casa Real va unida a la corrupción, un escenario político de gran trascendencia respecto al que la gente debería poder pronunciarse. Más allá de debates históricos o jurídicos irrelevantes en última instancia. Un placer.
 

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