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					Tal día como hoy, pero hace cien años, los padres agustinos 
					José Pérez Gómez y Saturnino de la Torre llegaban a Ceuta 
					para firmar los acuerdos alcanzados con el Deán Eugenio Mc 
					Crohon en la notaria local ante las autoridades civiles, 
					militares y eclesiásticas de la ciudad, y por la que se le 
					entregaba a la Orden Agustiniana la custodia de la Iglesia 
					de San Francisco. 
					 
					Lo que hoy debía ser un día importante y de júbilo, se ha 
					teñido de numerosas sombras e incertidumbres ya que la 
					citada iglesia cumple hoy cinco años, cuatro meses y diez 
					días cerrada a la feligresía y sin visos de que la 
					reapertura del templo se vaya a efectuar en breve. 
					 
					Actualmente, el Obispado de Cádiz y Ceuta se encuentra 
					afrontando la tercera y, supuestamente, última fase de la 
					restauración de la Iglesia de San Francisco, la cual está 
					enfocada a realizar una serie de impermebealizaciones y 
					otras actuaciones en la fachada exterior del templo. Esto 
					inicialmente podría indicar que la iglesia volverá a abrir 
					sus puertas en breve, pero el silencio y los continuos 
					“balones despejados” sobre este asunto por parte del 
					Obispado de Cádiz y Ceuta hace presagiar que no será así 
					aunque la iglesia, desde el pasado día 15 de noviembre de 
					2013, fecha en la que concluyó la segunda fase, presente un 
					magnífico aspecto en su interior. 
					 
					Hasta la llegada del nuevo obispo, monseñor Rafael Zornoza 
					Boy, y el nombramiento del nuevo vicario, Juan José Mateos 
					Castro, la obra de restauración de la Iglesia de San 
					Francisco avanzaba según los plazos previstos, pese a los 
					continuos inconvenientes que surgían prácticamente a diario. 
					Pero tanto ha querido inmiscuirse el Obispado en este 
					proceso que en vez de agilizarlo está llevando a cabo una 
					serie de actuaciones que han logrado que la obra se eternice 
					y que a día de hoy la fecha de la reapertura de la iglesia 
					sea una icógnita. 
					 
					Y es que ya se lo decía Don Quijote a su fiel escudero 
					Sancho Panza, “con la Iglesia hemos topado, amigo Sancho”. 
					La actitud adoptada por el Obispado poco antes de concluir 
					la segunda fase y dar comienzo a la tercera, ha sido oscura. 
					Toda la obra se está gestionando desde Cádiz, han prohibido 
					tajantemente que se pueda entrar a la iglesia y ver como van 
					las obras salvo permiso expreso, incluso este medio recibió 
					presiones para no publicar unas fotos que hoy hacemos 
					públicas porque ya está bien de tanto callar y tanto 
					ocultar. ¿Por qué no se dan más detalles?, ¿cuál es el 
					problema existente?, ¿por qué no se da una fecha de 
					apertura?, en definitiva ¿por qué no son más transparentes 
					con esta obra?, ¿quizás porque con muchas de las decisiones 
					tomadas han podido comprobar con el tiempo que han sido 
					erróneas y que ahora están surgiendo los problemas?. 
					 
					Desde aquel día 21 de febrero de 2009, el templo ha sufrido 
					una remodelación intensa con el fin de recuperar su aspecto 
					original. Este trabajo de restauración dio comienzo con un 
					delicado proceso de micropilotajes que estuvo enfocado a 
					asentar la cimentación de la Iglesia, la cual había cedido y 
					por ese motivo se habían producido preocupantes grietas y 
					descuadres en su estructura.  
					 
					Ese proceso fue largo y laborioso, no en vano tras llevarlo 
					a cabo hubo que esperar un tiempo para comprobar que 
					efectivamente los cimentación había parado de ceder y por 
					consiguiente se podía comenzar a trabajar en arreglar todos 
					los graves desperfectos que presentaba el templo asignado a 
					los padres agustinos. 
					 
					Como la colocación de micropilotes fue todo un éxito, se 
					procedió a iniciar las obras de mayor calado a través de una 
					primera fase, en la que se contempló la consolidación de 
					todos los arcos y la estructura de la Iglesia. En esa misma 
					primera fase también estuvo la sustitución completa de la 
					cubierta. 
					 
					Una vez concluida esta primera fase, en la segunda se 
					acometieron todos las obras contempladas en el interior del 
					templo, siendo la más importante el derribo y posterior 
					contrucción del coro de la iglesia, para finalmente proceder 
					a la colocación de la solería, el revestimiento del 
					interior, la carpintería, la pintura y la luminaria, cuyos 
					trabajos están totalmente finalizados. 
					 
					Por último, hay que destacar que los propios feligreses de 
					San Francisco se han estado movilizando durante todo este 
					tiempo para lograr recaudar fondos que fueran destinado a 
					paliar el importante desembolso económico que ha supuesto 
					esta obra y con la esperanza de que la apertura del templo 
					se hiciera a la mayor brevedad posible, pero estas 
					esperanzas se están desvaneciendo gracias a que esta deseada 
					apertura se va postergando en el tiempo sin que, según 
					indican, “haya motivos para ello, máxime cuando las obras en 
					el interior están finalizadas”. 
					 
					La llegada del nuevo obispo, Rafael Zornoza Boy, no sólo ha 
					modificado parte de la estructura clerical de Ceuta, sino 
					que ha querido quitar poder a la Vicaría General y 
					centralizar muchos de los asuntos que se trataban desde la 
					propia ciudad en Cádiz. Esta situación se produjo hace ya 
					dos años y desde entonces se puede decir que “la eficacia ha 
					brillado o sigue brillando por su ausencia”. No en vano se 
					ha prohibido desde el Obispado tanto a la Vicaría General, 
					como a los propios padres agustinos e incluso al arquitecto 
					ha referir nada de la obra y del estado de la Iglesia, lo 
					que hace pensar los motivos que está empujando al Obispado a 
					mantener este ocurantismo informativo. 
					 
					En estos dos años la obra en el interior de la iglesia, ha 
					estado muy ralentizada gracias a que desde el Obispado se 
					creyó oportuno revisar el contrato que se mantenía con la 
					empresa que estaba llevando a cabo la restauración. Esta 
					revisión tardó cerca de un año, y ahora, después de que las 
					obras finalizaran a mediados de noviembre, tardaron más de 
					tres meses en realizar las gestiones para acometer esa 
					supuesta tercera fase que supuestamente servirá para 
					terminar de perfilar ciertos detalles. 
					 
					Además, el problema no es el dinero, ya que la Ciudad ya se 
					ha encargado de ir destinando partidas presupuestarias para 
					acometer toda la restauración, además de los feligreses que 
					llevan más de cinco años realizando actividades y colectas 
					con las que se han podido sufragar los gastos generados en 
					la adquisición de los nuevos bancos, campanas, etc. 
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