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OPINIÓN - VIERNES, 11 DE JULIO DE 2014

 
OPINIÓN / COLABORACION

El despilfarro humano de los políticos

Por Carlos Folch Valero


En los tiempos de temporal político con cambios generacional en la política de nuestro país, hay un tema que nadie se atreve a tocar, que entusiasmaría a los ciudadanos a dar la confianza al partido que lo plantee para las próximas elecciones. Mucho se habla de un cambio en la Ley electoral, pero nadie se atreve a proponer fijar un tiempo máximo para ocupar cargo político, ya sea por participación en unas elecciones o por designación directa. Me refiero a un mandato máximo de dos legislaturas para cualquier político o cargo de libre designación, esta cuestión es una reclamación de la sociedad española después de ver la cantidad de políticos involucrados en casos de corrupción con dinero publico. El perpetuarse en los cargos públicos es malo para la política de un país y más para España, donde la picaresca del español termina trabajando para enriquecerse y no ocupándose de los problemas de los ciudadanos.

Después de cada proceso electoral, los nuevos mandarines nombran a gente de su partido y quitan a funcionarios valiosos, condenados a quedarse sin trabajo pero con sueldo. Un destrozo económico y humano.

Hay un modo de despilfarro del que no se habla casi en España y mucho menos en Ceuta, sin embargo, es tan dañino económica como moralmente. Yo diría que es aún más perverso que ese absurdo tirar el dinero en las ocurrencias públicas y privadas que tanto se denuncian y discuten. Por supuesto que hacer obras estúpidas y caras utilizando dinero público es una notoria indecencia. Espero que lo hayamos aprendido. Pero el despilfarro que quiero aquí señalar horada también la estima personal y la riqueza más profunda de nuestra ciudad, y por eso seguramente es una perversión más honda y lesiva que enterrar recursos en construcciones, eventos y mordidas. Cuando en estas cosas se acaba el dinero, aparece ante el público toda la osadía y la desvergüenza de los responsables como un panorama de ruinas y causas criminales. Pero el otro despilfarro es peor, porque no depende solo del dinero, sino de la ausencia de pautas de cooperación y del triunfo del sectarismo político y la intolerancia, entre sus pliegues vuelve a adivinarse el viejo caciquismo hispano. Y aunque sus consecuencias no son tan espectaculares como aquellas, minan, sin embargo, en silencio la moral de nuestra sociedad, y desbaratan los hilos de la cooperación colectiva en asuntos de demasiada importancia.

Siempre que hay unas elecciones, de cualquier ámbito que sea, se producen cambios numerosos y drásticos en parte y no poco importante del personal que presta sus servicios en la Administración Local. Los nuevos mandarines proceden inmediatamente a nombrar en subdirecciones, cargos de confianza, viceconsejeros y figuras parecidas, a personas que pertenecen a sus partidos, círculos o simpatías sin ningún tipo de cualificación reconocida . En definitiva, gentes de la propia persuasión, de la propia cuerda. Lo que resulta de ello es que la mayoría de aquellos que desempeñaban tales funciones pasan ahora a habitar un espacio profesionalmente incierto. Se trata de cientos, de profesionales de alta formación, cuya potencial aportación a la fuente de la riqueza social se ignora, se despilfarra.

Se dice que para muestra un boto, pues solo hay que ver como un alto funcionario de la administración local, que obtuvo su puesto legalmente, es desterrado, olvidado, ignorado e incluso insultado en su puesto de trabajo, dejando que personas sin la cualificación necesaria, ocupen su puesto, vulnerando incluso la Ley. Pero aquí no acaba todo, hace poco ese funcionario denuncio a la administración y gano el juicio, la sentencia especificaba claramente que las actuaciones que se habían realizado hacia el funcionario eran ilegales, pues bien la administración hizo caso omiso a esa sentencia firme, reafirmándose en su actuación contra el funcionario. Al final el tema llegara a juzgado de lo penal, espero que el funcionario gane el pleito, sea indemnizado y vuelva a su verdadero puesto de trabajo. Y mi pregunta es la siguiente, ¿cuando ese funcionario gane el juicio y lo tengan que indemnizar, el dinero saldrá de las arcas publicas?. Hoy me refiero al despilfarro político del personal de la administración que no se utiliza adecuadamente, la cantidad de profesionales de nuestra administración local, magnifico profesionales que no dejan los políticos que realicen su trabajo para el servicio de los ciudadanos de nuestra ciudad.
 

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