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sociedad - MIÉRCOLES, 23 DE JULIO DE 2014


El sol hizo estragos en conductores y viajeros. reduan.

circulacion
 

Las colas convierten a la N-352 en un verdadero caos

Las retenciones de vehículos para entrar en el pasís vecino llegaron ayer hasta la gasolinera del Chorrillo
 

CEUTA
Antonio García

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Apenas habían pasado unas horas que el subsecretario del Ministerio de Interior, Lus Aguilera, y el director general de Pritección Civil, Juan Días, habían abandonado la ciudad cuando las colas para acceder al país vecino por la frontera del Tarajal convertían en un verdadero caos de tráfico la Nacional 352, llegando las colas de vehículos a la altura de donde se ubica la gasolinera del Chorrillo.

Sobre las seis de la tarde, la circulación por la citada carretera ya se tornaba lenta, aunque fue sobre las siete o siete y media cuando el caos se apoderó de la vía. Los conductores y los pasajeros, sobre todo los que llegan desde diferentes países europeos, se bajaban de los coches para estirar las piernas y muchos otros lo hacían para cobijarse bajo la sombra, ya que en ese momento estar dentro de un vehículo con el motor en marcha se convertía en algo intolerable.

Los agentes de la Guardia Civil intentaban poner un poco de orden en la zona, sobre todo en los cruces que dan entrada al Hospital Universitario y a los polígonos del Tarajal. Las salidas también se conviertieron ayer en un una trampa para los que estaba al volante, ya que salir de uno de los cruces, pese a estar regulado por la Guardia Civil. llegó, por algunos momentos, a convertirse en una misión imposible de alcanzar.

Eran más de dos kilómetros de cola los que ayer había y, además, sin la posibilidad de que la cola mejorase y, por ende, los vehículos recorrieran distancia alguna.

Pero ayer este periódico pudo comprobar como en la rotonda que es antesala de la frontera, los vehículo no se pueden parar. Los agentes de la Guardia Civil destinados en la zona no permiten que se formen aglomeraciones de vehículos y no permiten que paren ni tan siquiera.

La desesperación se apoderó de muchos conductores, algunos, incluso, que lamentaban como no podían dirigirse a sus casas tras regresar de sus ocupaciones laborales. Otros lo hacían tras haber recorrido muchos centenares de kilómetros.
 

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