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OPINIÓN - VIERNES, 25 DE JULIO DE 2014

 
OPINIÓN / COLABORACION

Percepciones de Inmigración

Por Vox Ceuta


La inmigración ilegal, ese gran problema que preocupa a tantos ceutíes. Observo con agrado cómo nuestra sociedad cada vez está más concienciada al respecto, la revolución digital ha acercado al ciudadano una realidad espeluznante, que si bien hace años pasaba desapercibida, hoy en día es tema tanto de tertulias de bar como de mítines políticos.

Los españoles perciben la complejidad de la inmigración ilegal como algo que afecta directamente a su país con más vehemencia que a sus socios europeos, especialmente si se mira a las naciones emplazadas más al norte. Esto podemos extrapolarlo a España, el pueblo gallego o el pueblo asturiano, por poner dos ejemplos, difícilmente tendrán igual de presente entre sus preocupaciones el número de africanos que saltaron la valla la noche anterior o si la capacidad del CETI ha sobrepasado su límite.

Es un hecho, la inmigración se percibe diferente según la personalidad de cada persona, su contexto, la cercanía geográfica con los procesos migratorios de mayor relevancia e incluso por ideología política. Pero quiero llegar más allá y residir en mi amada Ceuta, es ideal para profundizar en el tema en cuestión y observar como la percepción es la clave de todo.

Por fortuna, los ceutíes son más o menos conscientes de lo desesperada que tiene que estar una persona para abandonar a su familia, embarcarse en un viaje a través del desierto, confiar su destino a mafias organizadas y que aun así no se le garantice llegar a Europa. Desesperación provocada por condiciones de vida indignas y que en muchos casos se agravan por conflictos bélicos (no hace falta irse a Siria para comprobarlo). Y escribo que somos más o menos conscientes, porque con frecuencia escucho frases sufridas y lamentando las imágenes que aparecen en televisión.

Ahora bien, aunque toda la población es consciente del problema y su complejidad, no todas las personas lo tratarían de igual forma ni aplicarían las mismas soluciones. Hay quien pregona que se eliminen las fronteras, mientras yo como muchos otros, admiro a las Fuerzas de Seguridad del Estado y la labor que hacen defendiéndolas. No voy a ilustrar a nadie explicando las consecuencias de la entrada masiva de millones de personas, cualquier realista conoce el resultado de esta hipótesis.

Muchos inmigrantes se encaminan hacia Europa para trabajar, ganar jornales y enviar dinero a sus familias. Pero la realidad es que hoy en día, encontrar un trabajo en España es difícil y casi inverosímil para un inmigrante ilegal. Cuando llegan a España, el sueño de encontrar un trabajo se convierte en dormir en el CETI, con suerte llegan a la península, pero nada es lo que se les había prometido. En conclusión, el estado realiza un gasto necesario para mantener a estas personas las cuales se encuentran en un mundo que destruye la mayoría de sus esperanzas e ilusiones.

España aportará el 0,7% del PIB al Tercer Mundo en 2015. ¿Es suficiente? No, ayuda a fomentar el desarrollo, pero el estado en solitario no puede hacer frente a tanta pobreza. La solidaridad ciudadana e individual debe ser un apoyo, siempre con la libertad que defiendo de que cada persona destine su economía a lo que crea pertinente, sea a lo que sea, por el buen funcionamiento de una economía de libre mercado. No hablo de empresas o multinacionales, hablo de personas normales de a pie, de clase media. Si juntos diésemos un impulso constante y progresivo a los países subdesarrollados, menos inmigrantes se verán en la cruel necesidad de emigrar en condiciones infrahumanas.

Por otro lado, no hace falta irse al extranjero para colaborar, cuando en nuestro país tenemos a tantas familias en situaciones críticas. La percepción es la clave de todo, la cruda realidad es que jamás permitiríamos que personas pasaran hambre a nuestro lado, pero mientras invertimos en excesos, las catástrofes ocurren tanto en el extranjero como en España y Ceuta por desgracia, no es una excepción.
 

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