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sociedad - DOMINGO, 27 DE JULIO DE 2014


Manuel, uno de los voluntarios del Banco de Alimentos,. v.s.c.

REPORTAJE / BANCO DE ALIMENTOS
 

Ayudar: un trabajo en la sombra

El trabajo de los voluntarios del Banco de
Alimentos beneficia a más de 5.000 ceutíes, sus nombres no son conocidos y pasan desapercibidos, pero sin su labor la crisis sería más difícil de sobrellevar para muchas familias
 

CEUTA
V.S.C.

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Las puertas del Banco de Alimentos de Ceuta se abren cada día gracias a la labor de un equipo que, desde la sombra, hace posible que miles de personas en la ciudad cuenten con bolsas de alimentos básicos que les ayudan a subsistir y a atravesar el duro bache de la crisis. Se trata de un equipo humano de 15 personas compuesto en su mayoría por jubilados, para los que este labor se ha convertido en un trabajo con el que sentirse “útiles” para la sociedad, pero también hay personas en paro como el caso de Manuel, que lleva seis años sin trabajo y al que colaborar con el Banco de Alimentos le ha servido para estar activo y no quedarse en casa a darle vueltas a la cabeza, como el mismo reconoce. Hasta hace tres años, el Banco de Alimentos dependía de Málaga y repartía la comida que llegaba a las Cáritas, pero a finales de 2011, Pedro Mariscal cogió las riendas de un proyecto que desde entonces no ha dejado de crecer. Junto a él estaban cuatro compañeros que, al recibir su llamada, no dudaron en comprometerse con la iniciativa. Antonio Terrón, Lucio Lázaro, José González y José Javier Naranjo se embarcaron en este aventura y los tres últimos siguen en ella.

Para los voluntarios del Banco de Alimentos no hay horarios. Por la mañana, las personas que se encargan de trabajos más administrativos, desde en la sede del Polígono Virgen de África, buscan diferentes vías para recoger cada día más alimentos. En el último año el número de beneficiarios a los que se destinan los alimentos recolectados por el banco se han duplicado. Y es que, hasta hace dos meses la comida llegaba a 3.470 personas y ahora se apoya a 5.115 ceutíes en circunstancias extremas. Un apoyo que no se entiende sin la labor de estos voluntarios.

En el almacén el trabajo es mucho más físico. Durante toda la mañana, en el bajo de Loma Colmenar con el que cuenta el Banco de Alimentos nadie para quieto. La comida que va llegando se organiza de forma muy exhaustiva. Se mira, se selecciona, se pesa, se coloca según su fecha de caducidad y se reparte en zonas delimitadas en función de a qué Cáritas o asociación van a ir finalmente los productos. Y es que, el Banco de Alimentos no da directamente la comida a las personas necesitadas, sino que lleva los alimentos a las cinco asociaciones con las que colabora. Esto despierta en algunos casos el pillaje y han detectado casos de personas que recibían alimentos por dos asociaciones. Por ello, desde el Banco de Alimentos han trabajado para cruzar las listas de beneficiarios de las distintas organizaciones con las que trabajan y han depurado hasta 300 duplicidades.

Situaciones extremas

En su día a día, los voluntarios del Banco de Alimentos se encuentran con todo tipo de historias de personas a las que no les queda nada y que recurren a ellos para tener lo más básico: comida. Por ello, aunque su labor no es dar bolsas a quienes llegan ante sus puertas, en algunas ocasiones ofrecen algunos alimentos para paliar situaciones que requieren urgencia y dar así un margen a las familias hasta que se las registra como beneficiarias de este servicio en alguna asociación o Cáritas. Cada vez son más las personas que se encuentran en situaciones precarias. “La crisis va acabando, pero sigue existiendo la misma necesidad o incluso más y hay el mismo paro”, advierte Mariscal. El es consciente de que la labor social que está llevando a cabo el Banco de Alimentos es importante, pero sigue aspirando a más. Ahora están pendientes de que se adecente una nave en el puerto cuyo uso les ha cedido la Autoridad Portuaria. Así podrán trasladar el almacén de Loma Colmenar hasta la zona del puerto, contar con más espacio y recibir los alimentos de forma más ágil ya que, los camiones que llegan desde la península, descargarán mucho antes y con más facilidad en la nueva ubicación.

Cuestiones como esta, a veces, se convierten en un quebradero de cabeza. Los voluntarios cuentan como, para ellos, este es un trabajo más con el que se sienten útiles y, aunque no cobran, tienen una gran recompensa: la satisfacción de poner su experiencia al servicio de los que más lo necesitan. Y así lo cuenta Enrique Palomino, otro de los colabores del Banco de Alimentos de Ceuta.

La solidaridad es la herramienta esencial para esta organización. Sin ella, el Banco de Alimentos no saldría adelante. Esta llega en forma de trabajo por parte de sus voluntarios, pero también de alimentos que dona gente anónima de forma habitual. Además, están las campañas de recogida que se organizan a nivel nacional y en las que Ceuta ha conseguido ser la que más kilos por habitante ha recogido. La ciudad se ha convertido así en un ejemplo y en la gran recogida que se celebró el pasado año en el mes de noviembre se consiguieron alrededor de 45 toneladas. Ahora ya se está trabajando en otra campaña y en Ceuta son ambiciosos. “El reto es conseguir recoger un kilo por cada habitante”, afirma Mariscal, lo que les pone un objetivo de 80.000 kilos de comida. Mientras, el otro gran objetivo sería conseguir más voluntarios, porque siempre faltan manos. Además, cualquier puede hacerse socio colaborador por 20 euros anuales. Cualquier ayuda es buena cuando se trata de paliar el hambre el único requisito para sumar es ser consciente de que “querer es poder”.
 

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