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OPINIÓN - JUEVES, 31 DE JULIO DE 2014

 

OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

Diálogos digitales
 


Quim Sarriá
opinion
@elpueblodeceuta.com
 

Buenos días, Ceuta.

Estoy bien despierto pese a que he tenido que pasar una prueba bastante fuerte. Una prueba que te deja tieso un buen rato gracias a ese fármaco que bloquea la sensibilidad táctil y que brinda abolición de reflejos, amnesia, analgesia, hipnosis y relajación muscular.

En una palabra: anestesia. Gracias al médico Ramón Llull que obtuvo el líquido volátil e inflamable que llamó ‘vitriolo dulce’ aunque el mérito se lo llevó August Sigmund Frobenius, químico inglés de origen alemán: el éter… pero la historia de la anestesia, en sí, es demasiado larga como para daros la lata, queridos e hipotéticos lectores.

Hoy no quiero escribir el habitual artículo crítico, quiero escribir sobre una especie en extinción, que ahora resucita cual Ave Fénix gracias a los medios digitales, que usan la comunicación para indagar, discutir, hacer intercambios múltiples de información y que permiten ampliar el espacio de la comprensión propias de la dramaturgia contemporánea con diálogos, triálogos (algunos escribe tridiálogos, aunque yo creo que esta palabra es inventada) y “álogos” múltiples.

El contacto entre amigos o familiares comienza a fructificar de manera expansiva gracias a los medios que tenemos a disposición, medios digitales me refiero.

Amigos y familiares, que están alejados entre sí, contactan rápidamente a través de las distintas plataformas digitales interactivas, fomentando la comunicación en una especie de escenario donde se representa el discurso diegético y constituye una forma literaria propia del género tragicómico.

Este contacto puede consistir desde una amable conversación hasta una acalorada discusión sostenida entre los interlocutores y que permite definir el carácter de los mismos, las intenciones y el estado de sus ánimos… en definitiva, lo que no se puede ver si no se usan cámaras web.

Suelo hacer uso de este concepto de comunicación digital con mis amigos, con mi familia principalmente y, según la tendencia, uso el diálogo platónico, que tiene como objetivo hallar la verdad, y el diálogo lucianesco, en el que predomina la intención satírica y el humor.

Verdaderamente no suelo usar el diálogo ciceroniano, que posee una imagen bien realizada y cuyos temas preponderantes son: el político, el judicial y el retórico. Este lo dejo para mis artículos que en realidad son monólogos ¿no?

En las comunicaciones con mis familiares no solemos usar el diálogo estructurado, preparado previamente, sino el diálogo (triálogo o demás “álogos”) cotidiano o espontáneo que muchas veces me dejan sensible en diversos aspectos –alegre, apesadumbrado, contento, triste, etc.-, pero que me son de una formidable ayuda y, además, una fuente de información muy fiable.

Es magnífico iniciar un diálogo comenzando por la invocación al amigo o familiar, con un simple saludo o llamar su atención con que se da inicio al mismo, comenzando un tema y el correspondiente intercambio de opiniones, introduciéndose después nuevos temas con lo que se mantiene viva la conversación escrita, en este caso.

Recientemente he mantenido un ‘triálogo’ con dos familiares, a los que veo de manera esporádica, y cuyo contenido, al finalizar, es digno de ser trasladado a un libro por la pauta marcada entre los tres que participamos.

El recuerdo de familiares queridos copa el primer lugar de nuestras ‘conversaciones’, seguido por la discusión sobre vinos y el clamor de uno de ellos por el nombre que le dieron… todo eso configura uno de los mejores guiones de la vida misma, con ausencia de lo visceral en su aspecto maligno, y predomina la amistad y el cariño. De otra forma se habría cortado inmediatamente ¿Sí?

Como la mayoría de nosotros somos caballas, o bien descendientes de caballas puros, solemos hacer acopio de frases con alto grado de humor, aunque parezcan serias, y el cachondeo suele irse por los Cerros de Úbeda cuando se tratan de temas realmente serios e importantes.

El sentido del humor está muy arraigado en casi toda mi familia y, en mi caso, cuando muestro estar irritado o cabreado… no es más que puro teatro. Muy orgulloso estoy de tener en mi familia muy buenos actores que, por circunstancias de no viene al caso, no se dedicaron al cine o al teatro de manera profesional.

Mi propio padre, hombre muy polifacético, fue un magnífico actor de teatro que participó en la puesta en escena de muchas obras y que encandilaba a la gente con su voz, voz que daba a los diálogos un matiz increíble… tuvo que dejarlo por razones familiares y vaya razones.

Como homenaje a este hombre, a mi padre, coloco una foto suya cuando actuaba en el teatro, no recuerdo si en el Cervantes o en el Apolo, con más hincapié en la formidable ayuda que recibí de él para que pudiera valerme con los diálogos, triálogos y demás “ólogos”

En fin, la vida sigue y yo también, aunque aún siento el brazo izquierdo semidormido.
 

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