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OPINIÓN - MARTES, 12 DE AGOSTO DE 2014

 
OPINIÓN / CARTAS AL DIRECTOR

‘Caja cero’ en la frontera

Por Abdelmalik


Millones de euros en importaciones con destino Marruecos vía Ceuta, hay quien eleva esa cifra a 1750, incluso quienes se manifiestan en favor de los 2000. 1500 es una cifra ponderada.

Así, un IPSI “tranquilo” de un 7% aplicado a esos 1500 millones, viene a dar unos 105 millones, lo que al mes viene a ser unos 9 millones, aproximadamente, cantidad realmente importante, así como un fijo sin variables que inquieten, lo que permite acometer gastos sin demasiada preocupación. Los efectos colaterales de estas importaciones, independientemente de los beneficios que ello supone para los consignatarios (y para la Hacienda Pública y Local), agencias de aduanas y de transporte, también hay otros beneficiarios no adscritos a los canales tradicionales del mundo comercial y fiscal, tales como el fenómeno de los porteadores y otros intervinientes que, directa o indirectamente, se benefician de este movimiento empresarial-comercial, aquellos a los que habría que denominar como “beneficiarios marginales”, que no son otros que las miles de familias que viven al amparo de estas importaciones con destino Marruecos con Ceuta como plataforma.

El alcance de estas “exportaciones” hacia Marruecos y su efecto en los conceptos de “riqueza social y económica” en las zonas adyacente a Ceuta y otras, es realmente ambiguo y poco concluyente, ya que al no existir el Estado como elemento regulador de los flujos económicos participantes, su efecto se relativiza y pierde fuerza, lo que en términos de aplicación es prácticamente “cero”, pues el Estado es quien canaliza esos ingresos a través de sus instituciones, tales como “Hacienda”, “Diputaciones”, “Ayuntamientos”, etc., para luego distribuir esos ingresos para construcción de escuelas, hospitales, carreteras, etc., es decir, todo aquello que una comunidad necesita para constituirse como pueblo o ciudad.

Si la Ciudad de Ceuta recauda 100 millones de euros en concepto de IPSI, ¿qué recauda Marruecos por la entrada de todas esas mercancías en su territorio? La respuesta es: “por caja cero”, lo que significa que no habrá redistribución de ingresos producidos por el fenómeno de Bab Sebta, al menos en cuanto a “cuentas tangibles”, ya que la idea de que Marruecos también se beneficia por cuanto cubre demanda que por sí sólo no puede, no es tan cierta como se piensa; tampoco es cierto aquello de que tal grado de consumo está calculado como estrategia política a fin de crear dependencia económica y política en un futuro.

Menos aún, la idea de que los consumidores marroquíes pagan sus compras en dírham, lo que expande su espacio de actuación, realidad que tranquiliza a Marruecos por cuanto que sus nacionales no hacen uso de divisas, por lo que en cierto modo viene a considerarse a Ceuta como un espacio propio, como un agente más en el círculo monetario del país, sin que su quebranto suponga “trastorno económico” a analizar y reprobar, si fuera necesario.

Marruecos no es un país inconsciente, de hecho ya existe una oficina de normalización, que vendrá a ordenar todo el tráfico comercial en el país, y será cuestión de tiempo que “Ceuta” entre en carpeta, por lo que hay que esperar decisiones.

A diferencia de Melilla, Marruecos no cobra por la entrada de mercancías desde Ceuta, lo que en términos de recaudación podría considerarse negligencia extrema, ya que de aplicarse una tasa mínima, nadie duda que la recaudación podría superar los 50 millones de euros anuales, lo que podría destinarse a mejorar infraestructuras y otras aspectos que tienen que ver con la vida de las personas, mejorándolas considerablemente, máxime si tenemos en cuenta los años de “abstinencia recaudatoria” en concepto Ceuta por parte del Estado, unos números que harían sonrojar a todo político que se precie, pues se trata de cantidades muy importantes, que se han malogrado y que no han revertido en favor de la población.

Han sido tantas las posibilidades de mejorar, que aun aceptando la idea de que han conocido progreso las ciudades con flujo comercial y social con Ceuta, nadie pone en duda que podrían haber alcanzado un grado mayor de desarrollo, sobre todo de carácter industrial, lo que vendría a mejorar los índices de paro existentes en la zona, para lo que la recaudación oficial habría jugado un papel esencial, y no haberla delegado en mecánicas y costumbres recaudatorias individuales y de grupo, que a día de hoy siguen vigentes, y que hacen de estas fronteras taifas distantes y paralelas al orden económico, político y social establecidos, aunque bien es verdad que no todo el monte es orégano.

Difícilmente podrá darse explicación racional a situación tan extraña que está acontecindo, ya que la idea de que la aduana comercial podría restar argumentos a la reivindicación territorial de Marruecos sobre Ceuta, pierde peso, pues Marruecos sí tiene establecida aduana comercial con Melilla, aceptando y dando curso a facturas comerciales emitidas en la ciudad, cosa que no se hace con Ceuta, manteniendo un agravio comparativo en el tiempo, situación que debería normalizarse en bien de todos, sin excepción, pues Ceuta también merece, tal como merecen todos los ciudadanos marroquíes.
 

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