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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 27 DE AGOSTO DE 2014

 

OPINIÓN / LA ZARPA

El terrorismo islámico y los tontos
 


Julio Basurco Díaz
opinion
@elpueblodeceuta.com
 

Cada vez que protestamos o nos manifestamos en favor del pueblo palestino surgen voces interesadas pidiendo que hablemos del terrorismo islámico, pretendiendo sembrar algún tipo de similitud entre grupos repugnantes y asesinos como ISIS y la heroica resistencia palestina. Últimamente, la cosa va más allá. No suelo hacer caso de las decenas de comentarios estúpidos y sin sustancia que provocan algunos de mis artículos, pero esta vez voy a hacer una excepción. Tras la publicación de “Manu Pineda”, algún que otro lumbreras me ha atacado acudiendo a la figura de un tipo como Amin Al Husayni. Voy a tratar de responder tanto a este inteligentísimo argumento como al tema del fundamentalismo. Vamos a ello.

¿Quién fue Amin Al Husayni? Un palestino culpable de la matanza de Hebrón y cuyo antisemitismo le llevó a aliarse con Adolf Hitler durante la II Guerra Mundial. Claro. Como Amin Al Husayni era palestino, hizo matanzas y se alió con Hitler, Israel tiene derecho a exterminar al pueblo palestino. Y por supuesto, todos los que defendemos a Palestina somos seguidores de Al Husayni y del genocida nazi. Brillante. Siguiendo este razonamiento, continuemos con la estupidez. Como durante el Holocausto y el franquismo, la Iglesia Católica colaboró con el nazismo y con Franco, la izquierda tiene derecho a matar a todos los católicos, ya que, por supuesto, todos los católicos deben ser nazis y franquistas. Sí, este es el nivel de tanto tonto. Y sí, estoy insultando y estoy siendo maleducado, prepotente y soberbio. Después de tantas idioteces, tocaba.

Por otro lado, creo que el tal Amin Al Husayni, además de un criminal, no debía de ser muy inteligente. Hitler no sólo era antisemita. Hitler asesinaba comunistas, gitanos, negros, homosexuales, discapacitados. Si el nazismo hubiera triunfado, dudo que Al Husayni y los suyos se hubieran librado de ser aniquilados. Termino este tema con una aclaración para dummies: atacarnos a los que defendemos los Derechos Humanos del pueblo palestino acudiendo a este tipo de estupideces denota una diarrea mental profunda. Ahora, hablemos de ISIS y el fanatismo.

Estados Unidos, desde el 11 de septiembre de 2001, se erige en líder de la lucha contra el fundamentalismo islámico, lo que le ha dado carta blanca para invadir países y robar sus recursos. La cuestión es: ¿realmente a Estados Unidos le molesta eso del fundamentalismo? Tiremos de historia.

Irán, 1951. Mohammad Mossadeq, primer iraní doctorado en Derecho por una Universidad europea, es elegido Primer Ministro de manera democrática, nacionaliza el petróleo y es derrocado mediante un Golpe de Estado urdido por Estados Unidos y Gran Bretaña con el apoyo, mira tú por dónde, de los “Guerreros del Islam”, un grupo islamista radical. Las dos potencias imperialistas restauran la Monarquía iraní y traen de vuelta al Sha. Básicamente, Estados Unidos y Gran Bretaña derrocan una democracia y, apoyados por el islamismo radical, implantan una dictadura. ¿Qué ocurrió después? Lo que Oliver Stone, en sus magníficos episodios televisivos sobre la historia de Estados Unidos, nos define como “Blowback” o efecto rebote, “término que define las consecuencias violentas imprevistas de una operación encubierta sobre la población civil de la nación agresora”. En 1979, el pueblo iraní, harto de torturas y represión, expulsa al Sha y abraza la revolución islámica de Jomeini, lo que será el principio de la hostilidad entre Irán y Estados Unidos. Conclusión: El monstruo fanático creado por el imperio para acabar con la izquierda se vuelve contra él. Sigamos.

Años 80. Los soviéticos apoyan en Afganistán a un gobierno que lleva a cabo medidas tan subversivas como enseñar a leer a las mujeres y redistribuir un poco la riqueza. Estados Unidos financia y apoya a los fundamentalistas islámicos para que derroquen al Gobierno. Entre ellos, como uno de los cabecillas de la rebelión contra los malvados comunistas, destacará un saudí con mucha pasta, un tal Osama Bin Laden, héroe y ejemplo de dignidad para los halcones estadounidenses de entonces. Los radicales triunfan y Afganistán cae bajo el régimen tiránico de los talibán, los chicos de Washington en la región. Años después, estos salvajes creados y armados por Estados Unidos, a través de un grupo llamado Al Qaeda, serán la excusa de la Administración Bush para reventar el mundo entero en su “guerra contra el terror”. El nacimiento de ISIS es similar. Grupos de oposición apoyados por Estados Unidos en lugares como Libia o Siria, “luchadores por la libertad” en un primer momento convertidos luego en lo que todos sabemos.

Estados Unidos, y no los que apoyamos las causas justas de los pueblos, es quien debe dar explicaciones por el crecimiento del terrorismo fundamentalista. De hecho, si tanto les molesta, ¿por qué no interviene en regímenes extremistas y abominables como Arabía Saudí? Otra pregunta: ¿Por qué Al Qaeda o ISIS no atentan nunca en Israel? ¿Por qué si decimos que no está bien asesinar a niños palestinos hay imbéciles que hablan de Amin Al Husayni y tenemos que defendernos y terminar explicando todas estas obviedades? Preguntas sin respuesta, amigos. Al parecer, para que no nos ataquen y no nos llamen terroristas tenemos que aplaudir a los que bombardean colegios y hospitales masacrando a población civil inocente (casi un 90% según datos de la ONU). Triste y patético. Cuanto miserable. Cuanto tonto.
 

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