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OPINIÓN - MARTES, 2 DE SEPTIEMBRE DE 2014

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

El adiós a un amigo
 


Jesús Carretero
opinion
@elpueblodeceuta.com
 

Es lo primero que hice, no podía ser de otra forma, cuando llegué a Ceuta el pasado sábado, que nos había deparado la muerte de Juan Carlos, marido de mi compañera en Radio Nacional de España, Adelaida.

Y si siempre que desaparece una persona llegan una serie de alabanzas que llenan espacios en la prensa o minutos, en las emisoras de radio, en este caso, y eso que la persona lo merecía, no se ha dado apenas eso, posiblemente porque todos los que, de una forma o de otra, trabajan en medios de comunicación saben que Juan Carlos no era muy partidario de aparecer en la primera fila y prefería mantenerse en su justo sitio, sin necesidad de estar en la fila de los figurantes.

Personalmente, he sentido grandemente la muerte de Juan Carlos, con quien había tratado mucho, desde hace más de diez años y con el que cualquier tipo de conversación resultaba amena, entretenida y especialmente seria, ya que a Juan Carlos eso de hablar por hablar no le iba demasiado. Para él, esos parloteos que van sólo a hacer reír a los que no piensan nada, digo que para Juan Carlos ese tipo de hablar por hablar no tenía sentido, como no lo tiene, tampoco, para mí.

Sorpresa, pues, pero sorpresa muy desagradable supuso para mí la llamada de un colega de RNE, cuando yo estaba llegando a Algeciras, a cumplir, entre otras cosas, con mi obligación de examinar a mis alumnos que no habían pasado, en junio.

Pero si eso de los exámenes ya estaba en la propia programación, desde hace muchos meses, lo que no podíamos ni siquiera pensar es que, en este final de agosto, íbamos a perder para siempre a una persona que jamás creó un problema a nadie, que jamás hizo un simple gesto desagradable a nadie y que toda su vida estuvo y supo estar en su justo sitio, sin entrar en un terreno que no le perteneciera. Y eso que hemos vivido los que le conocíamos no pueden decir que lo han vivido ciertos advenedizos que llegan y a los dos días quieren estar en la cresta de la ola, donde más se les vea, y ejemplos tenemos y conocemos todos de esto.

Y ahora, tras estos días duros, difíciles y complicados para nuestra compañera Adelaida, tan sólo nos podríamos permitir aconsejarle que siga ahí, al pie del cañón, que no de la oportunidad a nadie de verla como sin fuerzas, ni nada parecido. Porque, ahora más que nunca, la profesionalidad de nuestra compañera debe estar donde siempre estuvo y que siga mucho tiempo aquí en Ceuta, en esta ciudad en la que tanto ella como su marido consideraban como propia.

Y, precisamente ahora, cuando voy a cerrar mi columna de hoy, tengo que repetir algo que hace una semana no se me hubiera ocurrido pensar que escribiría hoy y es que:”estoy seguro de que desde allá donde él esté, Juan Carlos nos estará empujando, especialmente, a sus amigos, para que no os desviemos de la rectitud que siempre mantuvimos y propagamos con él.

De verdad, de verdad, Juan Carlos, descansa en paz.
 

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