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                     Después de que la compañía Acciona 
					decidiera duplicar los precios de sus billetes hace unos 
					días, los ceutíes nos hemos despertado con la noticia de que 
					en el último año, esta empresa ha sido sancionada 16 veces 
					por la Consejería de Sanidad y Consumo.  
					 
					Creo que no descubro que el emperador está desnudo si digo 
					que todos los que habitamos en esta ciudad estamos hartos de 
					los barcos. Y no sólo de Acciona. Subidas de precios, 
					retrasos, travesías que se suspenden porque sí y un sinfín 
					de abusos inaceptables son nuestro pan de cada día. Es lo 
					que tienen los oligopolios. Unas pocas empresas acaparan el 
					mercado y se ponen de acuerdo para vacilar al personal. Las 
					eléctricas lo hacen a nivel nacional. En Ceuta, lo vemos y 
					lo sufrimos a diario a través de la línea marítima, con el 
					descaro de unas compañías que se aprovechan de la 
					importancia vital de sus servicios para hacer lo que les 
					viene en gana. 
					 
					Esta lamentable situación debe cambiar. Algunos pensamos que 
					algo tan fundamental como la conexión con el resto del país 
					no puede quedar a disposición de los beneficios privados de 
					particulares. El artículo 128 de nuestra Constitución dice, 
					literalmente, que “mediante la ley se podrá acordar la 
					intervención de empresas cuando así lo exigiera el interés 
					general”. El interés público de los ceutíes exige que los 
					barcos en los que nos subimos a diario constituyan, de 
					verdad, un servicio público. El interés público de los 
					ceutíes demanda, como lleva haciendo años, una naviera 
					municipal que ponga fin a tanto atropello. ¿Realmente es tan 
					difícil? Más bien, parece que no conviene fastidiar el 
					chiringuito de unos cuantos, de los que realmente mandan 
					aquí y en todas partes, con la complicidad, por supuesto, de 
					sus capataces puestos al frente de las Administraciones 
					Públicas. Ya lo decía un tal Engels: “El estado es el 
					mecanismo por el que la clase económicamente dominante se 
					convierte en clase políticamente dominante”. Que se lo 
					pregunten a los de Acciona. 
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