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OPINIÓN - LUNES, 22 DE SEPTIEMBRE DE 2014

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Fátima Hamed
 


Jesús Carretero
opinion
@elpueblodeceuta.com
 

He dicho ya, en más de una ocasión, que no nos conocemos personalmente y puedo añadir que jamás hemos cruzado una sola palabra Fátima Hamed y yo, pero eso no impide, no ha impedido y no va a impedir que yo valore sus actuaciones y que además respete, porque lo merecen, sus criterios.

Fátima Hamed sigue siendo una diputada no adscrita de la Asamblea y eso mismo ha hecho que se le dé más valor a todo lo que viene haciendo, porque cualquiera de sus acciones lleva consigo el trabajo personal, sin ayudas ni apoyos de ningún tipo, cosa que tienen otros por pertenecer al Gobierno o por pertenecer a la sombra del propio Gobierno, y ya sabemos todos a quienes me estoy refiriendo.

Ahora, y nos alegra de verdad, la Justicia acaba de reconocer el derecho de Fátima Hamed a intervenir en las sesiones plenarias, guste o no guste a ciertos sectores de la Asamblea.

Y es que el juzgado de lo Contencioso Administrativo nº 2 de Ceuta ha fallado favorablemente sobre el recurso que hace unos meses presentó Fátima Hamed, cuando el Gobierno del PP, sus más allegados, sin dar la cara, y otros más, en la Asamblea, acordaron que no pudiera hablar en los plenos.

Lo primero que se me ocurre, ante esto, es:”¿Todos éstos pueden y son capaces de hablar de democracia?”. Por muchas mayorías absolutas que tengan unos, por mucho compadreo, respecto al Gobierno, que tienen otros y por mucho que quieran aprovechar dos minutos más algunos de los que han logrado menos representación de la que hubieran deseado, todos ellos estaban en un error y la Justicia se lo acaba de hacer ver.

Un paso hacia adelante de Fátima Hamed, un paso que debe traer consecuencias, en el futuro, cuando lleguen las elecciones, si es que Fátima Hamed llega a presentarse en esas próximas elecciones.

Y ya es lamentable, precisamente por esa actitud que hubo contra ella, para que no pudiera hablar en los plenos, que haya tenido que recurrir a la Justicia, para que, definitivamente, se la deje hablar.

Uno, al llegar a esto, no puede por menos de decir:”¿Es que han llegado a la Asamblea lo más demócratas, los que defienden la democracia?”. Cuesta trabajo poderlo aceptar, y particularmente me ha agradado de veras que “con toda la dignidad que parecen representar algunos”, ahora tengan que reconocer que estaban errados (sin h), aunque alguno pudiera haber ido a encargar las herraduras.

Volver a empezar, es lo que pensará alguno en la Asamblea, especialmente, cuando Fátima Hamed pida la palabra y con sus razones, las suyas, se oponga a ciertas mayorías naturales y a otras convencionales, al tratar algunos asuntos.

Aquí se ha detectado algo que no podemos dejar pasar de largo y es que el Gobierno de la Ciudad y algún otro socio “en la clandestinidad” parecían tener la posesión de la verdad, del bien y del mal “per se”, y ahora se les ha torcido el pasodoble.

Y hay algo más que ¡ojalá! se refleje en las urnas, y es que esta sentencia ha borrado, “de un plumazo”, el aura de grandeza, soberanía y superioridad que “los buenos, oficiales” parecían tener, sin discusión.

Cuatro años dan para mucho, pero a favor y en contra, con lo que esta sentencia ha llegado en el peor de los momentos para quienes, acostumbrados a ganar siempre, ahora van a tener que dar explicaciones de algo que no pensaban que pudiera darse.

Sin conocer a Fátima Hamed, me alegro de que sus reclamaciones hayan dado ese buen puesto, que otros esperaban y tenían por suyo.
 

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