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OPINIÓN - LUNES, 29 DE SEPTIEMBRE DE 2014

 
OPINIÓN / COLABORACION

El Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y la relación con los profesores de su cortijo de Ceuta

Por Adrián Ruiz Laso*


El Ministerio de Educación, Cultura y Deporte tiene un comportamiento en su ámbito de gestión directa que cada día dista más de lo que se entiende mínimamente como educación. Trata a sus maestros y profesores como profesionales haraganes, escaqueadores y carentes de los más elementales principios éticos, sin el menor reconocimiento a una labor diaria, muy difícil en toda España pero casi heroica en nuestra ciudad.

Pero estar sentados en un despacho, mover papeles, realizar algunos viajecitos, y redactar instrucciones (con la ayuda muchas veces de una pléyade de asesores), levantarse y estirar las piernas cuando se apetezca, tomarse un vaso de agua o un café cuando se necesite, bien en la cafetería del ministerio o en las que se encuentran en las cercanías, sin dar cuenta a nadie ni poner el cronómetro es más sacrificado que atender a esos treinta alumnos diversos en el aula. Treinta alumnos cuyos sesenta ojos te escrutan constantemente, y cuyos treinta cerebros te examinan día tras día.

Da muchas normas e instrucciones, pero su casta directiva, que hace mucho dejaron de pisar las aulas -en el mejor de los casos- se mueven en las alturas. Alturas a las que solo llegan débiles ruidos del bullicio de las calles.

Constantemente se nos recuerda la necesidad de que el alumnado y su familia conozcan fehacientemente y se hagan públicos tanto los criterios de evaluación como los de calificación de todas las actividades del proceso de enseñanza-aprendizaje, cosa que nos parece muy conveniente. Pero cuando se trata de su relación con el profesorado aplica el refrán “en casa del herrero cuchillo de palo”, y nada de criterios publicados para el general conocimiento de los profesores interesados

¡Hay que darle la batalla a este profesorado!, (Proclaman en la rebotica), ¡no logra que salgamos del furgón de cola en resultados de la OCDE!. Si las sesiones son de 55 minutos son de 55 minutos, así que no pierdan tiempo entre clase con un grupo y clase con otro, que no pasen por el departamento a cambiar los libros, carpetas , materiales, que no tomen un sorbo de agua para aclarar un poco esa maltratada garganta, que no pierdan tiempo en el baño…etc.

Con el profesorado no se tiene la más mínima consideración como profesionales cualificados, ni muchas veces tan siquiera como personas. Como ejemplo de lo dicho tenemos el comportamiento reciente de la Dirección General de Evaluación y Cooperación Territorial en el proceso del concurso de méritos para formar las listas de inspectores accidentales para Ceuta y Melilla. La Comisión de Selección nombrada para valorar los méritos de los profesores aspirantes juega con la discrecionalidad que les ofrece la exposición de la memoria. No hace públicos los criterios de evaluación/valoración, ni tampoco los criterios de calificación ponderada de los distintos apartados valorados. Es decir, no aplica nada de lo que tanto predica porque su consideración del profesorado no alcanza el nivel que tiene con el alumnado. De los principios de IGUALDAD, MERITO, CAPACIDAD Y PUBLICIDAD muy poco o nada. Eso si, no falta la impostura que toma la comisión, como si de dioses venidos del olimpo de Madrid se tratase. De transparencia nada de nada.

Parafraseando al ilustre pintor y dramaturgo Santiago Rusiñol “De todas las formas de engañar a los demás, la pose de seriedad es la que hace más estragos”.

Afortunadamente poco o nada ha tenido que ver en esto el servicio de inspección de Ceuta, ni tampoco mis compañeros declarados aptos para formar el listado de inspectores accidentales, de cuya valía no tengo duda alguna.

*Catedrático Numerario de Enseñanza Secundaria
 

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