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OPINIÓN - DOMINGO, 21 DE DICIEMBRE DE 2014

 
OPINIÓN / CARTAS AL DIRECTOR

Las necedades de Matarín

Por Jesús González


Nada más empezar a leer las declaraciones de la señora Matarín, secretaria de Inmigración del PSOE, me vino a la cabeza aquel viejo adagio que dice que “el problema verdadero no reside en la maldad ajena, sino en la estupidez propia”. Para abordar el complejo problema de la inmigración ilegal, o cualquier otro, hay, al menos, que estar preparado, porque de lo contrario o bien se te puede ver el plumero de la necedad o bien puedes caer en los lugares comunes y tópicos respecto de la inmigración ilegal. Y la señora Matarín ha presentado un notable déficit de preparación para encarar este problemón con el que se enfrenta España en sus fronteras africanas. Pero lo peor de todo es que la secretaria de Inmigración del PSOE no sabe o no se quiere acordar de la actuación de su propio partido respecto de la inmigración ilegal en Ceuta y Melilla cuando Zapatero gobernaba. Si no fuera por lo grave que es que una secretaria de Inmigración dé una imagen tan penosa sería para tomárselo a chacota.

Son tantos los lugares comunes de la señora Matarín que se hace difícil escoger uno de ellos para tomarlo como ejemplo. Pero puede intentarse: “No existen fórmulas mágicas”, “apostamos por una inmigración reglada, regulada y que garantice la seguridad de las personas”, ¿les suena? Pero lo que no ha dejado demasiado claro la señora Matarín es que si van a quitar las concertinas disuasorias y se va a eliminar la expulsión “en caliente”, ¿cómo los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado van a rechazar a quinientos tíos violentos encaramados en la valla si tampoco pueden utilizar la fuerza o la violencia con materiales antidisturbios (agua a presión o la defensa)? Tal vez la señora Matarín quiere que en esos momentos los guardias que protegen el perímetro disuadan a los invasores encaramados en la valla con un contundente y amenazador: “¡Se bajen, coño!”, y así, de esa guisa, se garantizaría la seguridad de las personas (¿Qué personas: los guardias o los asaltantes?), tal y como manifiesta la señora Matarín. Habría que hacerle saber a la secretaria de Inmigración que la propia AUGC escribió en su día que “estamos hablando en muchos casos de entradas de personas que nos muestran una actitud agresiva equiparable a la delincuencia”. Pero parece que a la señora Matarín tan sólo le preocupa la integridad de los asaltantes y violadores de fronteras españolas.

La señora Matarín ha echado mano del lugar común de que con las expulsiones “en caliente” “no se frena ni regulariza la inmigración, ni la presión, sólo genera tensión en la ciudadanía y eslóganes populistas”. Peregrina idea esta que se habrá sacado de su propio magín sin tener una prueba empírica al respecto.

¿A qué extremos de necedad hemos llegado, que lo que tenía que ser un hecho natural y obligado por simples razones de seguridad nacional y de convivencia, defender a ultranza las fronteras, ya se contempla como propio de xenofobia y racismo y como un ataque a los sacrosantos derechos humanos? ¿Cómo es esto posible? ¿Tan estúpido y degenerado es el ciudadano europeo que parece sólo ansiar su propia extinción? Pues va a ser que sí, que el dogma de los derechos humanos individuales y de las minorías paralizan los derechos que les asisten a las comunidades nacionales y a las poblaciones autóctonas. La llamada sociedad muticultural, a la que con seguridad hubiesen renunciado las sociedades autóctonas europeas de haberse sometido a referéndum, ha sido impuesta, pese a todo, por la fuerza de los hechos. Ante esta situación cabría preguntarse ¿cuál puede ser el futuro que le espera a Europa?

En la época en que Karl Popper expuso las características de la “sociedad abierta”: a) Racionalismo crítico (su particular concepción de la “Racionalidad”); b) Libertad individual; y c) Tolerancia, aún no se sospechaba que en un futuro esa sociedad abierta, que él había descrito, sería tomada al asalto por individuos en todo ajenos a lo que en puridad caracteriza a las sociedades europeas. Debido al enorme número de inmigrantes (africanos en su mayoría) que llegaron a Europa (después de la Guerra) para reconstruir y poner en marcha los países europeos, los países receptores se encontraron con que necesitaban políticas para integrar a esa masa variopinta de inmigrantes. Cada país ensayó sus propias políticas y después de cuarenta años todas ellas han fracasado en la integración de los inmigrantes que han seguido y siguen llegando (ahora de todos los continentes).

Llegados a este punto de la cuestión, la UE en general y los países que la integran en particular están dando palos de ciegos respecto de la inmigración ilegal. Tan sólo los prebostes que nos gobiernan o aspiran a ello aciertan a evacuar bien necedades, o bien lugares comunes como los que se le ha ocurrido a la señora Matarín. Para ese viaje no se necesitaban tantas alforjas. Se suele decir que no hay que preocuparse por los idealistas, pues la vida ya se encargará de ellos. Pero mientras llega ese momento en que la vida ajuste cuentas con ellos, seguro que nos habrán jodido y bien jodido. Y para finalizar, permítaseme traer aquí aquella sentencia en la que se nos advierte que “dejarse gobernar por necios es renunciar a tu libertad”.

(PD: Recuerde que faltan 35 semanas para el 6º Centenario de la conquista de Ceuta por los portugueses: el 21 de agosto de 2015)
 

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