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					La lucha contra el terrorismo islámico sigue su curso y las 
					investigaciones efectuadas han dado como resultado numerosas 
					operaciones realizadas contra el yihadismo tanto en Ceuta 
					como en Melilla, y es que la elección de Ceuta y Melilla no 
					la han hecho los yihadistas al azar, y es que existen 
					numerosos factores que han llevado a estos terroristas 
					islámicos a mirar a ambas ciudades autónomas como enclaves 
					especiales para reclutar yihadistas: una creciente 
					radicalización de los islamistas, sobre todo a través de las 
					mezquitas y en casas particulares de las barriadas del 
					Príncipe y de La Cañada, respectivamente; documentación 
					española de posibles islamistas y, por lo tanto, utilizable 
					sin problemas en la UE; conocimiento de las costumbres 
					occidentales y del idioma español; acceso fácil a las redes 
					de gran capacidad de internet; etc.  
					 
					Además, hay otro dato a tener en cuenta y es el de los 
					varones de origen africano, en especial de Marruecos, que 
					sirven o han servido en las unidades militares acantonadas 
					en Ceuta y Melilla, donde aprenden modernas técnicas de 
					combate y uso de armamento. 
					 
					Demasiados factores como para que ambas ciudades autónomas 
					no estuvieran en el punto de mira del DAESH y de las bandas 
					yihadistas que combaten en el Sahel, como Al Qaeda para el 
					Magreb Islámico (AQMI). Llama la atención las críticas que, 
					elementos que se auto proclaman progresistas, se realiza en 
					Ceuta y Melilla por medio de los vallados contra la política 
					de contención de la migración ilegal que llega de la zona 
					subsahariana ¿Cuántos yihadistas habrían entrado en Europa, 
					además de los que seguro que se han logrado colar, si no se 
					mantuviera esa firmeza?. 
					 
					No es lo mismo salir hacia Siria o Iraq desde Marruecos que 
					desde las ciudades autónomas, conectadas con Europa por mar 
					y aire; y que, si no se tienen antecedentes, sus fronteras 
					pueden ser atravesadas sin problemas. Pero no sólo como 
					lugar de tránsito, sino como bases operativas de 
					reclutamiento. 
					 
					EL DAESH, con sus brutales métodos de asesinatos masivos, 
					grabados en vídeo y difundidos a todo el mundo, es digno 
					sucesor del que fundara en 2002 el jordano Abu Musab al 
					Zarqawi, bajo el nombre de Tawhid wa al-Jihad, quien era 
					leal a la Al Qaeda de Osama Ben Laden. El hecho de que su 
					actual cabecilla, Ibrahim Awwad Ibrahim Ali al-Badri al-Samarrai, 
					el Bagdadi, que se hace llamar califa Ibrahim, lo haya 
					convertido en el Estado Islámico (DAESH) y que lo quiera 
					desarrollar en todos sus aspectos, no sólo en el militar, 
					precisa que numerosas mujeres de “casen”, por las buenas o 
					por las malas, con moujaidines (soldados) y que tengan 
					cuántos más hijos mejor, que serán formados desde el primer 
					día en el Islam más radical, recogido en la Sharia, y, por 
					supuesto, en el odio cerval a los infieles. No ha sido 
					infrecuente ver a niños sosteniendo la cabeza cortada de un 
					«infiel». Hacen falta por lo tanto mujeres, previamente 
					fanatizadas, que se sumen al nuevo «Estado» y Ceuta y 
					Melilla eran, una vez más, los mejores centros de 
					operaciones por las razones antes citadas. 
					 
					La operación que días pasados realizaron la Comisaría 
					General de Información de la Policía Nacional española y la 
					Dirección General de la Vigilancia del Territorio del Reino 
					de Marruecos (DGST), permitió desmantelar, en ambas ciudades 
					y la marroquí de Castillejos, una red para enviar mujeres al 
					frente sirio-iraquí es, por lo tanto, una acción realmente 
					importante. 
					 
					Para el DAESH, si se quiere consolidar, tan importante es 
					contar con armamento y combatientes, como lograr estructurar 
					una sociedad que sirva de base para el nuevo Estado. Se 
					reclutan soldados, pero, con la misma intensidad, 
					ciudadanos. Un ejemplo parecido lo tenemos en Nigeria y las 
					actuaciones delictivas de Boko Haram, algunas de ellas muy 
					recientes, para secuestrar mujeres, la mayoría menores de 
					edad.  
					 
					Su cabecilla, Abubakar Sehaku, dice que las vende, o se las 
					queda, pero lo que está claro es que primero las “convierte” 
					al islam y después las dedica a tener hijos, hacer la comida 
					y labores de hogar y, sobre todo, ser el «descanso del 
					guerrero». No es casualidad que, a tantos kilómetros, los 
					promotores yihadistas de nuevos «estados» sigan la misma 
					estrategia. Algo que debe tener en cuenta Occidente. 
					 
					Por todo ello, no sorprende la estructura que la red 
					desmantelada por España y Marruecos había establecido. La 
					organización, que tenía pretensiones de continuidad, se 
					dividía en tres estratos: directores, máximos responsables 
					de la red; facilitadores y colaboradoras (mujeres jóvenes), 
					que eran las que se ocupaban del reclutamiento directo, en 
					una primera fase a través de las redes sociales. 
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