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					Es imposible que pueda desviar la atención ante las 
					distintas señales que percibo en mi ciudad, ni puedo, ni 
					quiero. Me avergüenzo de un Gobierno centrado más en la mala 
					imagen que Ceuta pueda tener hacia el exterior, no le vaya a 
					salir ranas a la considerable inversión que la Ciudad ha 
					realizado para estar en la edición de FITUR, que en la 
					puesta en valor de la convivencia y la multiculturalidad, 
					una diversidad que debe traspasar más allá de los discursos 
					políticamente correctos, para hacerla real. Porque vamos a 
					hablar claro, en Ceuta no existe la interculturalidad 
					efectiva y positiva, en Ceuta no se potencia la diversidad 
					en igualdad de condiciones y, mucho menos, se insta al 
					conocimiento mutuo de las distintas culturas. Y sí, cultura 
					en su máxima expresión, una cultura que va más allá de los 
					espectáculos elitista, del monopolio y de la ceguera ante la 
					desigualdad. El problema viene cuando se relaciona la 
					cultura siempre con la religión y, por tanto, se empieza a 
					subvencionar exclusivamente la religión para olvidarse de la 
					metáfora intercultural. Y es aquí donde propongo abrir el 
					escenario hacia dos conceptos: laicismo y cultura dinámica. 
					Hablar de culturas diferentes como entes estancos, fijos y 
					cerrados, es un error y un enfoque caducado. Eso es lo que 
					hace el Gobierno de la Ciudad con las subvenciones, fomentar 
					el separatismo. Las culturas no pueden ser entendidas como 
					entes independientes al margen de lo social, lo político y 
					lo comunicativo. Reconocer la diversidad cultural implica 
					reconocer al otro, huyendo de adscripciones previas, fijas y 
					categorizadas. Me explico, el año pasado pusimos a 
					disposición de la Ciudad un proyecto innovador que ya se 
					estaba haciendo en Melilla, la idea era acabar con los 
					estereotipos que se forman a lo largo de la vida hacia las 
					otras culturas e intentar erradicarlas a edades pequeñas. No 
					tuvimos el apoyo necesario porque no tuvieron el coraje de 
					ir hacia la raíz de la cuestión. Y no tuvieron el coraje o 
					la responsabilidad, porque no se creen ese discurso, porque 
					no lo sienten y porque indirectamente, con sus políticas de 
					actuación, lo único que hacen es fomentar la diferencia. 
					Basta con echar una ojeada a los Presupuestos de la Ciudad y 
					a las memorias de las distintas Consejerías para apreciar el 
					cariz de su ideología. Y no, el programa “En tierra hostil” 
					no es el culpable de que no venga gente a Ceuta, si el 
					Gobierno quiere potenciar el turismo, que haga política para 
					ello, pero si el Gobierno de Ceuta quiere liderar la 
					verdadera bandera de Ceuta que lo haga con su gente, con 
					toda su gente. ¿No es más peligroso los discursos 
					excluyentes y de rechazo hacia quienes piensan de manera 
					diferente, que la imagen? ¿No es mejor acabar con esa imagen 
					que se vende, dando la vuelta al mensaje? ¿No es mejor 
					profundizar en la base de la discriminación y en la puesta 
					en valor de nuestra tierra, nuestros barrios sin excepción, 
					antes que en la represión?  
					 
					Hace poco saltó a la prensa una noticia que me conmocionó, 
					se iba aplicar inteligencia emocional para combatir el 
					yihadismo en un barrio de nuestra ciudad, ¿este titular no 
					fomenta la islamofobia? Me niego a relacionar pobreza y El 
					Príncipe con el yihadismo, y me niego a ser cómplice del 
					rechazo al islam. Estoy segura que no soy la única a quien 
					le tiembla el pulso cuando escucho comentarios de rechazo 
					hacia la población musulmana, población que ha salido a 
					repudiar el terrorismo y el fanatismo, pero de eso se habla 
					poco. ‘La guerra contra el terror’, la crisis, la ansiedad 
					acerca de la identidad y las dificultades para hacer frente 
					a la diversidad, han hecho aumentar el resentimiento contra 
					el islam, un fenómeno que a veces se sostiene del lenguaje 
					intolerante que aparece en los medios de comunicación y las 
					declaraciones políticas. Por eso aplaudo la actuación del 
					PSOE que aboga por trabajar activamente contra la 
					islamofobia, la discriminación y los delitos de odio y 
					actuar con contundencia allá donde estos se produzcan. Esto 
					es lo que hace un partido responsable, actuar contra el 
					yihadismo a la vez que lo hace contra la islamofobia. Esto 
					es lo que le ha faltado al PP, el propio Presidente del 
					Gobierno lo ha dicho ““No temo a la islamofobia en España, 
					el enemigo es el terrorismo”. No, ambos se alimentan 
					mutuamente.  
					 
					Y laicismo. Creo y apuesto por una sociedad inclusiva. No 
					existe otra manera de poner en marcha la igualdad de 
					derechos que desde una Constitución consagrada por la 
					laicidad, desde donde se cimientan las bases del respeto 
					entre todas las personas, independiemente de las creencias. 
					¿Llegará ese día?, de nosotros/as depende. 
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