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                     Y los que no lo vieron era porque, 
					o tenían los ojos cerrados o se los habían obnubilado con 
					promesas incumplibles, envueltas en papel de celofán. 
					 
					Es lo que suele darse, con mucha frecuencia, cuando un grupo 
					de aventureros sale a cazar elefantes con “tirachinas” y la 
					gente les hace la ola, o les vota para que sigan cazando. Al 
					final, vuelven a casa, sin elefantes, sin “tirachinas” y sin 
					saber por donde empezar a buscar la caza. 
					 
					Es lo que ha sucedido a Tsipras que tenía tanto insensato 
					haciéndole la ola, tenía tanto descontento a su alrededor y 
					tenía tan pocas esperanzas de llegar a más, que todo, 
					aparentemente, se puso de su lado hasta que..., ya veremos. 
					 
					¿Y qué?. Pues que ahora hay que dar la cara, pero no para 
					que te la rompan, que podría pasar, sino para poder superar 
					lo que había antes y por el camino que va la situación mi 
					admirada Grecia va a tener el futuro mucho más oscuro que lo 
					había tenido jamás. 
					 
					Y esto le puede venir de perlas a toda Europa, al menos a 
					aquellos territorios en los que un grupo de aventureros se 
					lanzan a la caza del poder, como si aquí estuviéramos al 
					otro lado del Atlántico, pensando en unas realidades 
					inexistentes, empujados por el Edén de la fanfarria y sin 
					saber por donde van a salir con su “pretendida empresa”. 
					 
					De momento, el fin de semana Grecia lo ha tenido un poco más 
					complicado de lo que ellos pensaban hace tres semanas, 
					cuando los jolgorios de la campaña electoral les ponía a las 
					puertas del “Paraíso”. 
					 
					Y es que Grecia, al ser la primera que ha salido a escena, 
					ha tenido que acceder, el pasado viernes, en el Eurogrupo, 
					en Bruselas, a prolongar su rescate durante cuatro meses, 
					con lo que ha tenido que dar marcha atrás de su postura en 
					cuanto comenzaron las negociaciones. ¿Y ahora qué?. 
					 
					La primera en la frente. Y para que se enteren lo que es la 
					seriedad, han tenido tres días para presentar una lista de 
					reformas con cifras específicas, no con promesas 
					bullangueras, de coste o ganancia para el Estado y no como 
					ellos quieran, sino tomando como punto de arranque, como 
					base, el acuerdo suscrito, en su día, entre la propia Grecia 
					y sus acreedores. 
					 
					Llegados a esto, no creo que les vayan a quedar demasiadas 
					ganas de seguir jugando con las cosas serias y mucho menos 
					que haya quien nos quiera hacer ver que vamos a ir a mejor, 
					haciendo la voluntad de cuatro niñatos, que seguir por el 
					camino que, entre todos, marca la propia Europa, en la que 
					estamos enmarcados. 
					 
					Y lo malo que trae la flexibilidad que está marcando Europa 
					hacia el izquierdista heleno Alexis Tsipras es que este 
					aventurero se está atreviendo a decir:” Hemos ganado una 
					batalla pero no la guerra”, cuando ganar, ganar, hasta 
					ahora, no ha ganado nada más que la atención que les han 
					prestado y que les permite seguir diciendo de una manera muy 
					altanera:” Con el apoyo decisivo del pueblo heleno, ayer 
					mantuvimos a Grecia recta y con decencia”. 
					 
					Ni con estos, ni con otros que vengan más tarde, Europa no 
					debe tolerar chulerías y, por encima de todo, lo primero que 
					tienen que exigirle, exigirle de verdad, es que o sigue las 
					normas que están marcadas o que vayan por su cuenta, pero 
					sin recibir un solo euro de Europa, con lo que evitarían 
					actitudes como esta:” Nuestra lucha común con el pueblo 
					griego continúa”, tratando de hacer ver a los “dotados de 
					ojos miopes” que Grecia ya ha dejado atrás a la Troika. 
					 
					Y ahí viene lo bueno, porque hoy, no mañana, el punto más 
					controvertido del plan que Grecia debe detallar a la Troika 
					es cual será el superávit que Grecia debe conseguir este 
					año. 
					 
					Lo que más debemos valorar en todo esto es que la situación 
					de Grecia, aquí en España, ha dejado en paños menores a los 
					“salvadores” que ven el Edén en las izquierdas más 
					radicales. Allá y con su pan se lo coman. 
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