José María Contreras y Diego Cano son dos de los 14
seminaristas que en este momento estudian en el seminario de
Cádiz y Ceuta. A sus 18 y 26 años, respectivamente, tienen
claro que su compromiso está en la vida consagrada a Dios,
pero también reconocen que la sociedad actual puede ser una
barrera para jóvenes que como ellos sienten la llamada de
Dios pero que no se atreven a dar el paso por temor a la
reacción de su entorno. Por ello, este fin de semana han
estado en la ciudad para dar a conocer la realidad del
seminario y ayudar a los jóvenes que quieran seguir sus
pasos. Junto a ellos ha viajado uno de sus formadores, el
padre Ándres Muñoz, muy vinculado a Ceuta ya que fue vicario
parroquial de la iglesia de África.
Pregunta.- En las últimas décadas parece que los jóvenes
están más alejados de la Iglesia, ¿tienen la percepción de
que eso es verdad cómo jóvenes que son?
Respuesta (Diego)- Más que distanciamiento de la Iglesia o
de Dios creo que hay una falta de compromiso generalizada,
no solamente en la práctica religiosa. Los jóvenes, como
todos los seres humanos, tienen una sed de Dios, de sentido
de la vida y de trascendencia, pero la cultura actual cuesta
mucho el esfuerzo y el compromiso. Esto se ve incluso con
los matrimonios, ya que no sólo han bajado las vocaciones al
sacerdocio o la vida consagrada, sino también el número de
matrimonios porque exige un compromiso muy fuerte con la
otra persona, y ahora se buscan relaciones más fáciles.
P.- ¿Cómo recuerdan el momento en el que comunicaron que
iban a entrar al seminario?
R. (José María)- Yo aproveché que tenía fiebre, estaba toda
mi familia pendiente y aproveché para decírselo a mi madre.
La que más pegas me puso fue mi abuela, que es la más
religiosa de la familia, pero me decía que era muy joven y
que cómo me iba al seminario. Al principio chocó, porque no
es algo muy común, pero se lo tomaron bien.
P.- ¿Y en el círculo de amigos?
R. (J.M.)- De ‘chalao’ no me bajaban... Les chocó porque
todos los que están en bachiller la idea que tienen es
terminar y hacer una carrera y tener una familia, por eso a
mis amigos les sorprendió bastante.
P.- ¿Creen que la sociedad puede ser una barrera a veces
para jóvenes que quieran entrar al seminario?
R. (J.M.)- Creo que sí, porque si estas en una sociedad en
la que no importa Dios y en la que no se quiere el
compromiso, y te dejas llevar por esa mentalidad, sigues la
corriente. Ahora todo el mundo se deja llevar por el ‘carpe
diem’, vive el momento pero no se preocupa por el mañana y
para plantear una vocación como el seminario tiene que
importante el mañana.
P.- ¿Cómo se puede cambiar esa falta de compromiso?
R. (D.)- En primer lugar con el testimonio. Hoy en día hay
mucha gente insatisfecha, aunque no lo parezca porque se da
una fachada de felicidad, pero que cuando se confiesa
muestra que no es feliz. Si estas personas ven a los padres
de familia, a los sacerdotes o los mayores que van a misa y
ven a los cristianos alegres, es un acicate para que digan
que quieren ser como esas personas que tienen un compromiso
y que son felices.
P.- ¿Cuál es la misión con la que estos días han estado
en Ceuta?
R. (Ándres Muñoz)- Hemos venido a hacer la campaña del
seminario, algo tradicional en torno al día de San José,
cuando los seminaristas, junto con sus formadores, van a
distintos puntos de la diócesis a dar a conocer la realidad
del seminario, la vocación sacerdotal y a ayudar a los
jóvenes que se lo estén planteando a que sientan un poco más
fuerte la llamada de Dios. Así como a pedir a los fieles que
recen mucho por nosotros y por las vocaciones, que hace
mucha falta.
P.- ¿Qué le dirían a un joven que está planteándose
entrar al seminario?
R. (J.M.)- Le diría que no tenga miedo y le recordaría el
lema del seminario de Zamora que dice que ser sacerdote no
merece la pena, sino que merece la vida. Por eso le animaría
a que le preguntara a Dios que quiere de él. (D.) Yo le
diría, no sólo a los jóvenes sino a gente de todas las
edades, que todos tenemos una vocación, no solamente los que
Dios nos llama a ser sacerdotes, y tenemos que esforzarnos
para descubrirla. Dios no llama al más capacitado, sino que
capacita al que llama, y si Dios nos llama es porque vamos a
ser más felices así.
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