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ACTUALIDAD - DOMINGO, 5 DE ABRIL DE 2015


El eurodiputado de Jordi Sebastiá. e.p.

Reparto de Fondos Europeos
 

Caballas solicita a la UE que Ceuta sea considerada como Región Ultraperiférica

Los localistas advierten que si no se revisa el modo de evaluar la situación de la ciudad, para determinar su acceso a los fondos, se están lesionando los derechos de los ceutíes
 

CEUTA
Antonio García

ceuta
@elpueblodeceuta.com

La formación política de Caballas ha solicitado al Comité de Peticiones del Parlamento Europeo que Ceuta cuente, a los efectos de la distribución de los fondos comunitarios, con una consideración similar a las Regiones Ultraperiféricas.

Y que en su defecto, que el cálculo del Productor Interior Bruto (PIB) per cápita se efectúe depurando los efectos distorsionadores que puedan ocasionar los mecanismos de compensación por la insularidad, y en especial el Plus de Residencia de carácter indemnizatorio y no retributivo en sentido estricto.

Así lo refleja el portavoz de la formación localista, Mohamed Alí, en el escrito que que enviará al organismo europeo y que ayer fue hecho público a los medios de comunicación.

Todo ello viene en consonancia con las afirmaciones que el europarlamentario de Primavera Europea, Jordi Sebastiá, realizó en su última visita el pasado 16 de enero. En aquella ocasión, el eurodiputado de Primavera Europea Jordi Sebastiá se comprometió a exiir ante la Comisión de Peticiones de la Unión Europea que se cambie la calificación de Ceuta como región desarrollada y que esta vuelva a ser una región en transición y, por tanto, que lleguen más fondos de cohesión hasta ella. Para el eurodiputado de la coalición donde se integra Caballas, Ceuta se encuentra en una “situación esquizofrénica” dada su alta tasa de paro, el alto nivel de pobreza, la desigualdad social, las barriadas deprimidas que tiene, o el hecho de ser una zona fronteriza.

Así y en su escrito, Mohamed Alí razona que tanto los fondos Estructurales como los Fondos de Cohesión, que forman parte de los denominados Fondos Comunitarios, atienden a la finalidad de favorecer un mayor grado de cohesión económica y social en el espacio comunitario.

Como consecuencia de ello se deriva, de manera automática e irrefutable, que su distribución debe fundamentarse en la situación socio-económica de cada Estado-miembro, y de cada región, en términos comparativos en el seno de la propia Unión Europea. Para ello resulta imprescindible contar con un instrumento de medida objetivo, uniforme, y fiable. Hemos de tener en cuenta que las políticas de desarrollo afectan de lleno a los derechos políticos fundamentales de los ciudadanos europeos, como así viene recogido en el tratado fundacional de la UE.

El indicador utilizado por la Unión Europea para determinan el nivel de riqueza de las diversas regiones que la componen es el denominado “PIB per cápita, medido en paridad de poder de compra”. La estimación de esta magnitud, y su relación con la media del conjunto de la UE, es la que clasifica a las regiones para su acceso a los fondos previstos en los Fondos Comunitarios.

Imagen distorsionada

Se trata, sin duda, de un indicador objetivo y uniforme. Sin embargo, es obligado plantearnos si es fiable en todos los casos; o si por el contrario, su excesiva simplificación puede ofrecer, en determinadas ocasiones, una visión distorsionada de la realidad, y con ello, lesionar gravemente los derechos de los ciudadanos afectados. Tal es el caso de Ceuta.

Ceuta es una región de España que para el nuevo Marco Comunitario 2014/2020 aparece encuadrada entre las “regiones más desarrolladas”, ya que su “PIB per cápita, medido en paridad de poder de compra”, supera el 90% de la media comunitaria. Esta clasificación supone, en sí misma, una inaceptable paradoja. Los datos oficiales, sobradamente conocidos por las instituciones de la Unión Europea, describen una realidad que dista enormemente de lo que se puede considerar una “Región más Desarrollada”: el índice de paro supera el 38% de la población activa (72% de paro juvenil); más del 40% de su población se sitúa por debajo del umbral de la pobreza (el 25% en el tramo de pobreza extrema); y el fracaso escolar se sitúa también a la cabeza de Europa (el 52% de la población no supera los estudios obligatorios).

Inconcebible

A la vista de estos datos, resulta inconcebible que Ceuta se pueda calificar como una región desarrollada. Este error de medición supone, a nuestro juicio, una distribución injusta de los fondos comunitarios que ralentiza el desarrollo económico y el proceso de cohesión y que, en consecuencia, lesiona los derechos e intereses de los ceutíes.

No resulta muy complicado desentrañar las claves de esta evidente contradicción. Ceuta, por su situación geoestratégica, está dotada de una singularidad que la convierte en una excepción y como tal debe ser tratada. Las dificultades intrínsecas y extrínsecas para favorecer un modelo de desarrollo económico, autosuficiente y sostenible, deberían haber sido argumentos más que suficientes para que Ceuta tuviera, a los efectos de la distribución de los fondos comunitarios, un tratamiento excepcional equivalente al de “Región Ultraperiférica” (de hecho reúne todos los requisitos excepto la distancia, y aún así este es discutible, no en kilómetros, pero sí en tiempo). Esta sería la solución natural al problema ocasionado.

Sin embargo, no ha sido así, y se le dispensa (erróneamente) un trato equivalente al de cualquier otra comunidad. Pero no se ha tomado en consideración que la dificultad ya señalada para impulsar el desarrollo socio-económico (y que consta en todos los diagnósticos elaborados al efecto), es compensada con una mayor influencia del Estado en la actividad económica. A través de una doble vía: por un lado con una mayor presencia de servicios públicos (aproximadamente el 50% de la actividad corresponde al sector público); y con la aplicación de mecanismos de compensación, de modalidades diversas, que afectan a las rentas y la fiscalidad. Uno de ellos, denominado “Plus de Residencia”, es un componente importante de la retribución de los empleados públicos de Ceuta (se puede estimar en torno a un 40% del total, con carácter general). El importante peso específico del empleo público en la Ciudad, unido al notable aumento de las retribuciones por el Plus de Residencia, desnaturaliza la “media aritmética (PIB per cápita)” como indicador del grado de riqueza de la Ciudad, arrojando un diagnóstico incorrecto. Para que el PIB ofreciera una visión exacta de la realidad, debería ser depurado. El Plus de Residencia, que por definición tiene un carácter indemnizatorio, no puede ser considerado como “renta”, ya que incrementa artificial e injustamente el concepto “en paridad de compra”. Si no se revisa el modo en que se evalúa la situación de Ceuta, para determinar su acceso a los fondos comunitarios, se están lesionando los derechos de los ceutíes, concluye.
 


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