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política - DOMINGO, 5 DE ABRIL DE 2015


Farid Othman-Bentria. REDUAN

ENTREVISTA / FARID OTHMAN-BENTRIA, COORDINADOR GRUPO ÁRABE SOCIALISTA
 

«La gente en el Príncipe se está asociando porque quieren ser ciudadanos y hay que ayudarlos»

Farid Othman, responsable del Grupo Árabe del PSOE, alerta de que Ceuta vive en una multiculturalidad de guetos y señala que es necesario un plan de choque con fondos estatales para barrios como el Príncipe

CEUTA
VSC

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Ciudadanos de primera y de segunda. Esta es la realidad que para Farid Othman, coordinador del Grupo Árabe Socialista, se da en Ceuta y que está relacionada con la religión. Y es que, el socialista, que visitó el martes la ciudad, asegura que en la periferia de Ceuta se han creado guetos y marginalidad vinculada con la religión. Para acabar con esta situación, Othman señala que es necesario que se eduque en la igualdad a los ciudadanos y que todos sepan cuáles son sus derechos y, además, tengan acceso a ellos. Un objetivo que, apunta, no se conseguirá si no hay voluntad política para ello. Y para empezar entiende que haría falta educación, pero también un plan de choque para que barrios como el Príncipe sean iguales que otros como el centro.

Pregunta.- Su idea en este primer viaje era conocer sobre el terreno la situación de la convivencia entre culturas en Ceuta, y para ello ha podido estar en el Príncipe, ¿qué imagen se lleva tras esta visita?

Respuesta.- Mi idea es que este viaje sea el primero de varios tanto a Ceuta como a Melilla. Quiero priorizar ambas ciudades autónomas, porque aquí no necesito crear un grupo para conseguir generar una sensibilidad sobre una futura realidad intercultural. Aquí existe, pero hay que tratar que no degenere. En el Príncipe vemos precisamente esa degeneración y como la multiculturalidad acaba creando guetos donde no se ven los mismos servicios que en el resto de la ciudad. Eso es el verdadero peligro.

P.- ¿En qué punto se pasa de vivir una interculturalidad a que esta degenere en guetos?

R.- Cuando se apuesta por políticas de una multiculturalidad que entiende que hay ciudadanos que son más ciudadanos que otros. Eso es lo que rompe la paz social. A partir de ahí, sólo hay que ver los embellecimientos del Príncipe comparados con otros, cómo hay sitios que no se utilizan a pesar de que están reformados, o cómo la gente sí se está asociando. Y esto último hay que apoyarlo porque así se construye la sociedad civil. El Príncipe es un barrio normal con gente que quiere ser ciudadanos y están asociándose para ello. Ahí empieza la acción política y ahí reside la esperanza del Príncipe a nivel social. Pero también necesitamos la voluntad política por otro lado. Si la voluntad política sigue siendo apostar por una multiculturalidad que crea guetos, no se puede revertir el proceso. Por eso, ha llegado el momento de darle una oportunidad a la interculturalidad, y Ceuta y Melilla deberían darnos el ejemplo de cómo hacerlo.

P.- ¿Cómo se puede acabar con esos guetos que están tan diferenciados? ¿Políticamente qué medidas reales se pueden tomar?

R.- Hay que potenciar que todo ciudadano se sienta ciudadano. Todo radica ahí y todo es así de simple. Si todos los ciudadanos del Príncipe son conscientes de cuáles son sus derechos y encima tienen acceso a esa plenitud de derechos, se van a sentir ciudadanos y van a participar. Si luego la voluntad política hace que el barrio se incluya como uno más, ya está. Después todo viene de manera natural. Mientras digamos que es un problema la reconversión de unos ciudadanos, les estamos diciendo que no pertenecen al colectivo. Ahí es donde se crea el caldo de cultivo, donde nacen los problemas sociales.

P.- Pero sí hay un problema real en esa barriada de altas tasas de fracaso escolar, un importante porcentaje de desempleados... ¿para paliar eso que se puede hacer?

R.- Ahí entra la voluntad política que, visto lo visto, pasa por cambios muy necesarios, pero también radica en una serie de políticas en las que el Estado tiene que participar. Si el propio gobierno local no llega, el Estado tiene que ayudar a que llegue. Por ejemplo, los problemas de escolarización se solucionan con colegios públicos, pero si estamos privatizando la educación, no estamos solucionando el problema.

P.- Entonces sería necesario un plan de choque inmediato con fondos del Estado...

R.- Si, pero el principal plan de choque es la voluntad política. Iniciar procesos de formación sobre cuáles son tus derechos y cómo exigirlos. Tenemos que hacer ver a los ciudadanos que pueden participar en la vida política y eso es muy necesario, a pesar de que no se incide todo lo que se debería. Y es que, si al ciudadano se le convence de que no puede llegar a ser un ciudadano si no es con un montón de ayudas, o se ponen en marcha planes para sensibilizar a los niños para que no caigan en las redes del yihadismo, es como decirles a que si mi ayuda van a ser terroristas. Eso es un error enorme. El cauce es enseñarle cuáles son sus derechos y que la participación ciudadana es más que ir a votar.

P.- Por tanto, ¿habría que empezar a exigirle al ciudadano que se integre en la sociedad y que no sólo reciba ayudas?

R.- Claro, pero primero debe ser conscientes de cuáles son sus derechos.

P.- ¿Y para ello planteáis crear una asignatura específica para formar en este sentido en los colegios?

R.- Si implantáramos una asignatura tendría que ser para toda Ceuta porque tan negativo es que una persona no se crea ciudadano porque no conoce sus derechos como que quien sí los conoce se crea que el otro no es tan ciudadano como el.

P.- A nivel de Ceuta y a nivel de España, ¿sería necesario?

R.- Por supuesto. Pero reitero que Ceuta y Melilla necesitan un punto diferencial porque sí vienen de un proceso intercultural. En territorio peninsular, sólo ha existido el catolicismo y las otras religiones han llegado en muchos casos a través de la inmigración, que no en todos, ya que establecer un paralelismo entre inmigración e Islam es un error. Un error que en Ceuta es una tragedia, porque no se puede tratar a una persona como si fuera un extranjero por llamarse Ahmed cuando su familia lleva diez generaciones en la ciudad. Mientras, si te viene que se llama Roberto y lleva cinco años por Ceuta no lo tratas como alguien ajeno a esta sociedad. No se puede establecer paralelismos que idetifiquen una religión con una situación de inmigración forzosa o no forzosa.

P.- Y desde el colectivo musulmán, ¿que se puede hacer para evitar el riesgo de islamofobia?

R.- La islamofobia bebe de otras fuentes. Pero en cuanto a qué puede hacer el colectivo musulmán son un montón de cosas. Lo primero que puede hacer un musulmán para ahuyentar todos esos miedos infundados es no justificarse. Es un musulmán, no tiene nada que ver con el terrorismo. A partir de ahí, nadie debe exigirle a un musulmán que se justifique como que no tiene nada que ver con el yihadismo, por lo que es un tema que atañe a la ciudadanía. Cualquier solución pasa por no circunscribir a una persona a su religión, dado que la identidad total es la ciudadanía. Tenemos que reforzar la ciudadanía. Quitando eso, muchas veces la gente tiene miedo porque no sabe lo que pasa de puertas para adentro en una mezquita y ya se están abriendo. Se están haciendo jornadas de puertas abiertas en los centros culturales islámicos y en las mezquitas. Ahora bien, también se necesita que los que tienen miedo a lo que hay tras esas puertas las crucen, porque si no tienen voluntad de hacerlo tampoco se puede hacer nada. Por eso hay que educar a todos los ciudadanos para que aprendan a quitar las etiquetas asociadas a la religión.
 

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