Mal acaba, lo que mal empieza. Lo
que se pensó, desde un principio, que la presencia de Arturo
Mas en la inauguración de la cumbre de Barcelona iba a ser,
en cuanto le dieran la palabra, una reivindicación
nacionalista, nadie se equivocó, porque eso fue lo que
sucedió en las palabras que pronunció el Arturo Mas, una
reivindicación nacionalista en toda regla por parte del
presidente de la Generalitat ante los 32 ministros de
Exteriores de la UE y del sur del Mediterráneo.
Mariano Rajoy, el presidente de todos los españoles,
incluidos los catalanes, porque Cataluña es España, menos
para el Arturo, el Junquera y los cuatrocientos que le
aplauden, en cuanto hablan de independencia, le dio la
replica corrigiendo al Arturo la decir “Barcelona es capital
española”
Allí, lo que realmente escucharon, todos los invitados,
fueron dos visiones antitéticas de una misma realidad
política, histórica y cultural. El Arturo dio la bienvenida
a Barcelona como “capital mediterránea y europea”, sin
pronunciar ni una sola vez la palabra España.
No se podía esperar otra cosa, de la intervención del
Arturo. O sea que sus palabras estaban más que cantadas y
más sonadas al oído de los españoles que las maracas de
Machín. Naturalmente, que la culpa de la intervención del
Arturo, no fue suya sino de aquellos que lo invitaron a
sabiendas de lo que iba a pasar, en cuanto tomase la
palabra.
No se, en verdad, por qué razón hay tanta complacencia con
el presidente de la Generalitat de Cataluña, que no quiere a
España. Como no se, por qué razón le tenemos quedar más
dinero a Cataluña que a ninguna otra Comunidad Autónoma. Hay
cosas, que se hacen a favor de Cataluña, que muchos
españolitos de a píe no lo entendemos.
Ni, por supuesto, entendemos esas deferencias hacía una
región de España, que nos niegan setenta veces siete, cuando
si no fuese por la ayuda que le presta España iban a pasar
más hambre que un caracol en un espejo.
La cosa está clara como el agua, con una deuda de más de
60.000 millones de euros, sin pertenecer a la UE en cuanto
fuese independiente. Y en hipotético caso de que esa
independencia se consiguiese, se verían más sólo que la una,
con una deuda de aquí te quiero ver y la salida masiva de
las grandes empresas, de hecho algunas se han marchado,
otras se están marchando y el resto ha avisado, a todos
estos independentistas, que se llegado el caso se marcharían
de forma inmediata. Todo ello dejaría a Cataluña en la ruina
total.
Por todo esto, cuando el pueblo se ha puesto a pensar en la
situación en la que quedarían de declararse la
independencia, el número de antiindependentistas, aumenta de
forma considerable cada día, lo que trae de cabeza al
Arturo, al Junquera ya todo esos independentistas de
pacotillas, cuya capacidad intelectual, se encuentra a tres
sobre cien.
En las próximas elecciones el Arturo que pierde una jartá de
votos en cada una de ellas volverá, de nuevo, a peder una
buena cantidad de ellos. Adiós, Arturo, Adiós.
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