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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 22 DE ABRIL DE 2015

 
OPINIÓN / CARTAS AL DIRECTOR

Usted tiene derecho a arruinar su vida, amigo

Por Jesús González


Insisto, usted tiene derecho a arruinar su vida, amigo, pero usted no tiene ningún derecho a arruinar la vida de los demás. Y así esto último me lo parece cuando un grupo de juristas ha salido en tromba para advertir que el “rechazo en frontera es radicalmente ilegal” y que los guardias civiles no están amparados por garantía jurídica alguna. Este grupo de “catedráticos y profesores” de distintas universidades están empeñados, junto con ONG, partidos de izquierda, sindicatos socialista y comunista, Defensora del Pueblo, obispos y demás laya, en arruinarnos la vida en nuestro propio país, dando visos de ilegalidad al rechazo en el mismo vallado de Ceuta y Melilla a quienes, en modo alguno, les asiste ningún derecho a invadir un país extranjero. Son legión e incansables al desaliento quienes insisten, una y otra vez, en advertir y amenazar con los fuegos del infierno si los asaltantes de fronteras son enviados de vuelta al lugar de donde han venido. Arguyen que los “sin papeles” son entregados a la autoridades marroquíes, “cuya política y trato con los sin papeles son de sobras conocidos”. ¿De dónde vienen, pues, cuando saltan las vallas? ¿De Marruecos? Pues a Marruecos son devueltos. ¿No hay un tratado bilateral con Marruecos?

Leído con detenimiento el informe de estos “catedráticos y profesores de universidad” se desprende de él una ingenuidad y candidez que tiran para atrás. En serio, ¿estos lumbreras pretenden que la guardia civil baje al centenar de africanos encaramados en el vallado y que a cada uno de ellos se le abra un procedimiento con todas las garantías habidas y por haber para “proceder a la identificación de cada uno de esos asaltantes”, y que a continuación se proceda “al dictado de una resolución administrativa individualizada debidamente motivada y la notificación del régimen de recursos contra esa resolución”? ¿Y así un día tras otro? ¿A cualesquiera centenares de africanos que se encaramen a las vallas? ¿Han perdido la razón? ¿Han perdido contacto con la realidad de la inmigración ilegal, o las horas de estudio y lectura de gruesos y polvorientos tratados jurídicos les han imposibilitado diferenciar la vida real de la vida que subyace en esos libracos?

Se me hace muy cuesta arriba creer que estos iluminados no se den cuenta de que lo que pretenden podría arruinar nuestras vidas, pues ya no estaríamos en la inmigración, sino en la sustitución de la sociedad. Sería un auténtico genocidio cultural. Acceder a esta barbaridad sería el fin de nuestro país. Pero, claro, parece que estos enajenados, por horas de mantener la nariz dentro de sus polvorientos libros, sean incapaces de levantar la vista y salir a la calle, fuera de sus barrios residenciales, en donde vivirán en zonas restringidas al margen de cualquier contacto con inmigrantes venidos de los cuatro puntos cardinales, y observar la realidad que está ahí fuera. Así es fácil disparar con pólvora del rey: que sean otros los que los socialicen en sus barrios, en sus escuelas, en sus viviendas o en sus zonas de ocio, y esos otros son, sin dudarlo, la clase trabajadora, el ciudadano de a pie. ¿Es tan difícil entender que los españoles tenemos derecho a vivir dentro de fronteras seguras? ¿Es tan difícil entender que cuando no se defiende el territorio, cuando se entra fuera de la ley no hay inmigración, sino simplemente una invasión? Decididamente dar pábulo a estas teorías sería deslizarse lentamente, pero sin pausa, hacia un suicidio colectivo de la sociedad española, estaríamos asistiendo a una sustitución de la población, y a la suplantación de sus valores, se trataría, en suma, de una verdadera colonización. De un vuelco demográfico y de valores, en resumidas cuentas. En todo el año 2014 ha habido más de 17.000 intentos de entrada por las vallas de Ceuta y Melilla, pero según los argumentos de estos “catedráticos y profesores de universidad” deberían haber sido invitados a entrar –pues, arguyen, que las vallas están ubicadas en territorio nacional–, y ser identificados cada uno de esos 17.000 asaltantes y “haber dictado una resolución individualizada debidamente motivada”. Dislates tan peregrinos como los que proponen estos juristas convertirán el tejido social español en una suerte de guetos de razas, de etnias y de nacionalidades. Amén de estar a merced de grupos de terroristas–yihadistas, como los que los Cuerpos y Fuerzas de la Seguridad del Estado vienen desmantelando.

En octubre de 2005, siendo titular de Interior el socialista José Antonio Alonso, más de medio millar de africanos intentaron un salto masivo a la valla de Ceuta. Fue, recordamos, una tragedia. Hubo muertos a tiros y heridos, y alrededor de un centenar fue expulsado a Marruecos. Ante el escándalo que se formó, el presidente Zapatero aseguró que el terreno entre las dos vallas venía a ser como el de un puesto fronterizo en donde los agentes rechazan al extranjero que no lleve la documentación pertinente para acceder a territorio español. La actuación de los agentes de seguridad se acomodaba a lo estipulado por el Reglamento de la Ley de Extranjería, aprobado el año precedente por el Gobierno socialista. Contra aquel texto varias ONG interpusieron recurso. Hete aquí que en marzo de 2007, el Tribunal Supremo se pronunció y dio la razón al Gobierno. Así pues, los inmigrantes que logren saltar las vallas de Ceuta y Melilla y sean aprehendidos cuando ya se hallen en territorio español, según el Supremo, podrán ser devueltos a Marruecos, sin que hubiera necesidad de abrirles un expediente de expulsión. ¿A qué vienen ahora estos iluminados juristas a remover lo que ya sentenció el Tribunal Supremo? Lo dicho, estos juristas tienen derecho a arruinar sus vidas, pero no a arruinar la vida de los demás.

(PD/ Recuerde: faltan 18 semanas para celebrar el 6º Centenario de la conquista de Ceuta por los portugueses: el 21 de agosto de 2015)
 

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