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cultura - VIERNES, 24 DE ABRIL DE 2015


Concluyen las jornadas geopolíticas. r.d.

conferencia
 

Concluyen las jornadas geopolíticas tras un profundo análisis del yihadismo

“El proyecto yihadista global está inspirado en un propósito doble y esencial: unificar toda la comunidad islámica y sus territorios bajo una misma bandera”
 

CEUTA
El Pueblo

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Las XIII Jornadas de Geopolítica y Geoestrategia ‘Yihad en el siglo XXI: ¿Revolución o Guerra?’ que se han venido desarrollando desde el pasado lunes día 20, fueron clausuradas ayer tras las dos últimas ponencias celebradas y una mesa de debate bajo el título ‘Libertad vs Seguridad. Las sociedades posindustriales ante el dilema’.

La jornada daba comiezo por la mañana con una exhibición de tácticas militares y continuó por la tarde con una ponencia ofrecida por el general de brigada y mando del Conjunto de Operaciones Especiales, Jaime Íñiguez Andrade, quien ofreció una ponencia bajo el título ‘Las respuestas y sus limitaciones: El empleo de las FAS en la lucha contra el terrorismo”.

Durante su intervención, Íñiguez afirmó que las operaciones especiales, por su “dureza, decisión, valor, flexibilidad y capacidad de adaptación”, son “la herramienta adecuada” para actuar en este tipo de ambientes.

Para cerrar el programa de ponencias se contó con el profesor del Instituto de Ciencias Forenses y de la Seguridad de la Universidad Autónoma de Madrid, Luis de la Corte Ibáñez, quien disertó sobre ‘Hacia dónde evoluciona el yihadismo global’.

De la Corte desarrolló ampliamente el fenómeno yihadista desde los orígenes del concepto yihad y de sus acepciones yihad menor y yihad mayor. También su evolución, esencialmente circunscrita a ámbitos locales hasta la guerra afgano soviética, conflicto que convirtió Afganistán en un polo de atracción de yihadistas de todo el mundo, en el que se produjo además la aparición de Al Qaeda, “la base” en árabe, que pronto se convirtió en un movimiento “internacional en cuanto a su militancia e implantación, y global en cuanto a sus ambiciones”.

Este propósito globalizador, tal y como así lo resaltaba el ponente, se concreta doctrinalmente en el intento de implantar la recreación de un nuevo califato universal apoyado en el ideario salafista; el instrumento para conseguirlo no es otro que el combate sin cuartel contra el enemigo exterior al islam y contra los gobernantes musulmanes, a los que calificó de apóstatas. Sus armas, además del desprecio a la vida de sus militantes más radicales, dotados de armamento y explosivos adquiridos de fuentes diversas, son la televisión y el empleo sistemático de internet para, entre otros propósitos, difundir su ideario y captar militantes y simpatizantes para su causa.

Igualmente, manifestaba que la ideología del yihadismo global comprende tres elementos esenciales: relato, diagnóstico y proyecto. En este sentido destacaba que la idea del mundo que inspira a los yihadistas contemporáneos no es esencialmente nueva, salvo por su óptica posnacionalista. Los ideólogos y propagandistas de estos grupos terroristas insisten en trascender las identidades musulmanas nacionales, que ven como una argucia inventada por las potencias occidentales para dividir y debilitar al mundo islámico, y se esfuerzan en propagar un sentido de pertenencia a una comunidad panislámica: la umma. El relato histórico que inspira al yihadismo global tiene como protagonista a dicha comunidad, a la que ensalza mediante referencias a la primera etapa de esplendor y dominio del islam y se compadece también mediante alusión a las agresiones y humillaciones, reales exageradas e inventadas, infligidas por poderosos y perversos enemigos externos (los infieles) e internos (los gobernantes apóstatas aliados con infieles).

Para el ponente, el proyecto yihadista global está inspirado por el deseo de conducir al mundo musulmán hacia una nueva era de progreso y expansión en todos los niveles (político, económico, cultural, religioso, etc.). Tales aspiraciones, según el ponente, conducen a un propósito doble y esencial: unificar toda la comunidad islámica y sus territorios bajo una misma bandera e instaurar un nuevo califato sostenido sobre los principios rigoristas del ideario salafista. A su vez, la realización de estos objetivos finales requeriría la satisfacción previa de tres objetivos de amplio alcance: Reducir o eliminar las influencias de gobiernos infieles sobre el mundo musulmán (sobre todo las ejercidas por naciones occidentales, aunque no solo por ellas); Derrocar a los actuales gobiernos apóstatas establecidos en países musulmanes y sustituir sus actuales instituciones políticas de inspiración occidental por regímenes teocráticos ordenados conforme a la interpretación que el salafismo yihadista concede a la ley islámica (sharía); y finalmente, reconquistar los territorios que alguna vez formaron parte del mundo islámico. Ellos incluirían, por supuesto, Palestina e Israel, tanto como las amplísimas regiones de España y Portugal que formaron parte de Al Ándalus, además de los Balcanes, las islas mediterráneas, Grecia y el sur de Italia.

Para avanzar en el cumplimiento de los anteriores propósitos los ideólogos del yihadismo global han propugnado una variedad de estrategias que realmente se han visto reflejadas en la actividad y movimientos desplegados desde la constitución de Al Qaeda en adelante.
 

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