PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
  

 

 

OPINIÓN - JUEVES, 14 DE MAYO DE 2015

 
OPINIÓN / CARTAS AL DIRECTOR

Lo más probable es que tu estés pagando la fiesta

Por Jesús González


Durante el año 2014 han entrado en Europa 270.000 inmigrantes ilegales, la inmensa mayoría de ellos llegados desde Libia a Italia a través del Mediterráneo, y, sin embargo, desconocemos hasta este momento qué va a ser de ese cuarto de millón largo de inmigrantes ingresados a nuestro continente, no sabemos cuál va ser su destino, a qué se van a dedicar o sin van a ser retornados a sus países de origen. Nada, el más espeso silencio ha caído sobre estos inmigrantes llegados ilegalmente a Europa. Nos ocultan taimadamente el destino final de estos inmigrantes ilegales. Tan sólo nos cuentan por activa y por pasiva los naufragios y las tragedias en el Mediterráneo, pero nadie nos dice nada sobre el destino que les espera a los que han logrado entrar en Europa sin permiso. Realmente, no albergamos ninguna esperanza de que la UE los expulse a sus países de origen: ya han llegado, ya no se van. Entonces, ¿qué hace la UE con esos inmigrantes ilegales que no logra, o no quiere, retornar? Creo que la respuesta no es difícil de hallar: al principio, recién llegados, los asiste y auxilia durante un tiempo, después, los que tienen suerte, son asistidos por diferentes ONGs, y la mayoría se busca la vida como puede, y buscarse la vida consiste, principalmente, en vender toda clase de artículos, falsificados o no, en la vía pública o en mercadillos, casi siempre haciéndoles la competencia a los comerciantes legalmente establecidos, que pagan religiosamente sus impuestos de toda clase. Así, han convertido la mayoría de las ciudades europeas en campamentos africanos, y han florecido barrios-guetos de todo tipo de razas, etnias, religiones y nacionalidades. Barrios que no se diferencian en nada de los que pueda haber en Maruecos, Senegal o Nigeria. Por otro lado, esta inmigración extraeuropea masiva y descontrolada, aparte de causar graves consecuencias sociológicas en la sociedad de acogida, produce daños de tipo económico en el mercado de trabajo, pues, mientras la inmigración le genera al sector privado más de lo que le cuesta, ésta le cuesta al sector público más de lo que le aporta. La inmigración no es mal negocio para la patronal (exceso de mano de obra), pero muy malo para la sociedad en su conjunto. Lo cierto es que si alguien crece en una cultura de la dependencia, esperando que sea el Gobierno el que actúe o le rescate, la emancipación intelectual no se produce, y, de este modo, se evita un entorno propicio para que la gente tenga ambición.

Ahora, en este tiempo de elecciones municipales y Autonómicas, los aspirantes a poltronas tan sólo se han referido a quitar las concertinas y a un no rotundo al rechazo en el perímetro fronterizo. Nadie ha dado una solución razonable a cómo defender las fronteras de nuestras ciudades de los asaltos de africanos. Así, ingenuamente, obvian toda clase de peligros que nos puede entrar por nuestras fronteras, españolas y europeas. Si quitamos las concertinas y el rechazo en frontera, y los italianos, en vez de impedir que arriben barcos cargados de ilegales a sus costas, se los traen a Sicilia, Lampedusa o a cualquier otro puerto, cuando esos estén hasta la bandera de ilegales, el efecto llamada queda así garantizado. No hay nada como no querer ver el peligro, sí, ¡el peligro!, que se cierne sobre nuestros países con la llegada de estos miles de extracomunitarios. Lo cierto es que si no te das cuenta de quién está pagando la fiesta (de la inmigración ilegal), lo más probable es que la estés pagando tú, amigo.

Otro tanto sucede respecto de la prensa: salvo contarnos las desgracias y naufragios en el Mediterráneo, en las columnas de los periódicos y/o en las tertulias radiofónicas o televisadas brilla por su ausencia la referencia a la inmigración ilegal, a qué hacer con los que logran alcanzar el dorado europeo. En todo caso, hacen una breve alusión a alguna tragedia o a la llegada de un barco cargado con miles de inmigrantes ilegales, pero sin entrar en lo que pueden suponer para Europa esos miles de extracomunitarios, cómo puede influir en el tejido social de los diferentes países europeos la entrada de africanos y/o de asiáticos, procedentes de culturas completamente extrañas a las europeas. Tan sólo Alfonso Lazo, en El Mundo, del pasado día 8, en su columna, hace alusión a un segundo viaje que recientemente hizo a la ciudad italiana de Nápoles, contraponiéndolo a un primer viaje que hizo bastantes años atrás. Mientras la Nápoles de aquel viaje se le apareció como una ciudad maravillosa, en esta ocasión se ha encontrado una Nápoles en la que “daba miedo percibir el caos, la proximidad de la delincuencia y la suciedad”, en palabras del mismo Alfonso Lazo. “Pero ahora –continúa Lazo– había algo más, no necesariamente relacionado con la Camorra, aunque sí con la basura y el desorden: todas las calles, todas, estaban convertidas en un inmenso mercadillo de inmigrantes negros”. Y eso que este segundo viaje fue realizado hace unos seis o siete años. ¿Cómo será Nápoles ahora después de las avalanchas de miles de africanos desde Libia en estos últimos años?

¿Por qué ha sido posible este estado de cosas? Tres respuestas: la primera, porque los efectos perversos de esa masa inmigrada no les llega a los políticos que la han hecho posible; segunda, porque la ciudadanía se ha convertido en una masa indiferenciada, aborregada, incapaz de rebelarse ante este estado de cosas; y, tercera, porque la vileza y ruindad de los políticos ha llegado a tal nivel, que han modificado el código penal para evitar así que el ciudadano plantee queja alguna contra esta invasión masiva de inmigrantes, amenazándolo con la cárcel por delitos de odio.

(PD/ Recuerde: faltan 15 semanas para celebrar el 6º Centenario de la conquista de Ceuta por los portugueses: el 21 de agosto de 2015)
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto