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OPINIÓN - VIERNES, 29 DE MAYO DE 2015

 

OPINIÓN / SNIPER

La “Hermandad de Regulares”
de Ceuta, en Tetuán

 


José Luis Navazo
yebala07@yahoo.es

 

Las cifras no son exactas, pero tirando a la baja entre 1912 y 1927 (Paz de Bab Taza, en la que se dio oficialmente por terminada la cruenta Guerra del Rif), España enterró en Marruecos a más de 30.000 de sus hijos. Más o menos, soldado y medio por km2.

En la visita que el pasado sábado 23 giraba la Hermandad de Regulares de Ceuta a Tetuán, no podía faltar por decoro y memoria histórica una visita al digno cementerio militar, en el que reposan un sueño eterno parte de aquellos que dieron su vida por la Patria. Tras un paseo por el camposanto, el coronel (R) Palop y un joven soldado de Regulares depositaban una corona de flores en el panteón del general Francisco Gómez Jordana, tercer Alto Comisario muerto sobre su mesa de trabajo el 18 de noviembre de 1918. Por cierto que en el mismo cementerio se encuentra la tumba del comandante José Valdés Martel, herido en la retirada de Xauen y fallecido posteriormente en el Hospital Militar de Tetuán el 8 de octubre de 1924, tumba en la que fue posteriormente enterrado el brazo amputado del coronel Millán Astray, fundador de La Legión, a instancia de éste: “Quiero que entierren mi brazo con Pepito, mi mejor oficial de Regulares para que lo abrace eternamente”.

¿La anécdota? Del apretado programa, los desajustes burocráticos que impidieron, por tercera vez, la visita a las ruinas del antiguo acuartelamiento del Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas Tetuán nº 1, sito en la falda del yebel Dersa y con un magnífico panorama sobre la ciudad.

Tras las formalidades de rigor en “Bab Sebta”, la Aduana marroquí, el grupo se trasladó a la Blanca Paloma de la Yebala, Tetuán, la histórica capital del Protectorado español y que, en su pulso insurgente, el emir Abdelkrim El Jatabi soñó con hacer capital de su efímera e independentista República del Rif. Tras un desayuno en la Casa de España fue oficiada una misa en la Iglesia de las Victorias, contigua a la misma.

Después de visitar el cementerio y el antiguo Hospital Militar, se volvió a las instalaciones de la Casa de España en las que, tras un almuerzo que incluía la opción del tradicional cus-cus (alcuzcuz), se comentó la pequeña pero documentada exposición sobre los cementerios militares españoles en Marruecos, imponiéndose la insignia de oro a Isabel Villalba por su abnegada colaboración y recibiendo la Hermandad, por parte de la Casa de España, el nombramiento de Socio de Honor.
 

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