| Mi hijo llegaba a casa triste, se 
					encerraba en su habitación, no quería ir al colegio. Cada 
					día una excusa: dolor de estómago, dolor de cabeza, fiebre, 
					diarreas..... Teníamos que llevarle prácticamente a rastras. 
					Después todo fue a peor, se precipitó en un saco sin fondo 
					hasta que una tarde no pudo más, y se derrumbó. Por suerte 
					para mi hijo, le creímos, no tuvimos ninguna duda al 
					respecto. Y por supuesto, no recurrimos al tópico habitual 
					“será en broma”. Fruto de esta convicción, el menor en 
					cuestión no ha tenido que batallar contra dos elementos 
					hostiles en estas lamentables circunstancias: sus acosadores 
					y el sentimiento de culpa, que lleva a la víctima a pensar 
					que lo que le sucede es porque se lo merece”. Porque cuando 
					esas “bromas” se repiten día tras días, siempre contra la 
					misma persona, y a ésta no le hace gracia, no son “cosas de 
					niños”. Es acoso escolar.
 El acoso escolar se define jurídicamente como un acto 
					degradante, físico o psíquico (empujones, cachetes, 
					insultos, amenazas, etc.), grupal o individual (puede 
					realizarse por un colectivo o por una sola persona) que, 
					continuado y repetido temporalmente, ataca la dignidad 
					humana del menor produciendo el menoscabo del mismo. Los 
					jóvenes que sufren esta violencia o son testigos de estas 
					situaciones de forma reiterada, pueden llegar a padecer un 
					rendimiento académico menor a corto y largo plazo. Pudiendo 
					incluso llegar a padecer problemas emocionales y de 
					comportamiento como depresión, ansiedad, soledad y baja 
					autoestima, que a veces puede llevar al suicido. El acoso 
					escolar es la causa de alrededor del 50% de los suicidios de 
					adolescentes.
 
 El acoso escolar, extendido en nuestro sistema educativo, es 
					un grave problema de convivencia al que todos los agentes 
					implicados (padres y profesores) deben prestar la mayor 
					atención y cooperación con la única intención de erradicar 
					su práctica una vez se produzca. Sin ninguna duda, la 
					actitud responsable es aquella que investiga, valora y actúa 
					hasta las últimas consecuencias cualquier indicio alusivo 
					por pequeño e inofensivo que pudiera parecer. En mi humilde 
					opinión, fruto de una dolorosa experiencia, cada centro 
					escolar debe disponer de un protocolo de actuación que 
					canalice convenientemente el supuesto de acoso escolar, 
					desde sus inicios hasta su terminación con la adopción de 
					las medidas educativas y punitivas que resuelvan el problema 
					de manera definitiva y no en falso. Sin ninguna duda, no son 
					cosas de niños. Es “acoso escolar”.
 
 |