PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
  

 

 

OPINIÓN - SÁBADO, 20 DE JUNIO DE 2015

 

OPINIÓN / SNIPER

Las mujeres en la Guerra del Rif: 1921-1927
 


José Luis Navazo
yebala07@yahoo.es

 

Pensarán ustedes y en principio con razón, que a cuento de qué viene ahora sacar a la luz estos temas. La respuesta es sencilla: ¡porque la Guerra del Rif no ha acabado! Si oficialmente el último parte de guerra del general Sanjurjo en Bab Taza (1927) dio por cerrado el cruento conflicto a tres bandas (españoles y Majzén por un lado, rifeños por otro), el segundo capítulo de la guerra (1958-1959) devolvió a la fama al Emir del Rif, Mohamed Ben Abd-el-Krim El Jatabi, quién desde El Cairo solicitaba ayuda a Franco para que España “cierre los ojos” y le permita “desembarcar clandestinamente en un lugar convenido de antemano y que después no pongan obstáculos a los envíos de armas que recibiré” (P. de Cambra) , mientras que tras la muerte de Hassán II en 1999 se activa por Ilyas El Omari, mano derecha en la región del actual valido real Fuad Alí El Himma, el asunto de las presuntas consecuencias del bombardeo de gases tóxicos por parte del Ejército español, retomando actualmente el testigo el ubicuo y oportunista Rachid Raha y su curiosa asociación amazigh de ínfulas internacionales, representativa tan solo de sidi Raha, su esposa y un peculiar grupete de amigos. Yo les reto a que se presenten en las próximas elecciones marroquíes (comunales) del 4 de septiembre, a ver cuántos votos sacan... ¿Estado actual de la cuestión? Pregúntenselo al rey Felipe VI y de rebote al ministro Margallo, receptores hace días de una curiosa misiva, diseñada en Nador con la preceptiva luz verde de Rabat y firmada por Rachid Raha pidiendo a España compensaciones por los, presuntos, efectos de los bombardeos con gases entre la población rifeña. Ya. De ello les escribiré ampliamente el lunes.

Volviendo a la, inacabada para algunos, guerra del Rif perviven todavía en el desgraciado conflicto bastantes puntos oscuros: desde los artilleros rifeños encontrados muertos atados con cadenas a sus piezas (desembarco de Alhucemas septiembre de 1925), hasta el destino de los fondos de la República del Rif ocultos en ciertos bancos, pasando entre otros por el amplio papel de la mujer rifeña en el seno del emirato islamista de Abd-el-Krim, tanto en retaguardia como en el frente.

En el seno del nuevo Estado rifeño, de claros ribetes islamistas (Abd-el-Krim se declara en sus confesiones como un gran admirador de la rigorista y fanática ideología wahabí de Arabia Saudí), la mujer rifeña adquiere un nuevo papel: ya en los primeros tiempos del conflicto, además de acompañar a sus esposos y en el combate recargarles los fusiles, durante el desastre de Annual (julio y agosto de 1921) la mujer, acompañada muchas veces de sus hijos menores, se encarga de rematar a los soldados heridos mutilándoles en ocasiones, para después despojarles de sus bienes. No nos rasguemos las vestiduras. Nada muy diferente de lo que hicieron las patriotas españolas con las tropas francesas en la mal llamada Guerra de la Independencia. Y si las españolas también combatieron en primera línea, Agustina de Aragón fue una de ellas, las rifeñas actuaron eficazmente en general como espías tras las líneas (tanto a favor de los españoles como en contra) y también como artilleras, tanto en la zona de Yebala en 1920 (Pennell) como durante el desembarco de Alhucemas. Si a finales de 1924 Abdelkrim dio orden de reclutar a varones mayores de 14 años, más tarde se llegó a alistar mujeres en el mismo frente de Axdir. En general las mujeres rifeñas, como advierte Salafranca, desarrollaron una efectiva labor logística en intendencia y sanidad

En el seno de la república rifeña y con la rigorista aplicación de la sharia o ley islámica, ante la falta de brazos recayeron sobre la mujer los duros trabajos agrícolas, así como creció su participación en el esfuerzo de guerra total en talleres y fábricas artesanales (municionamiento, fabricación de bombas artesanales) pero, sobre todo, se abatió sobre la misma todo el peso de la sharia: si Abd-el-Krim exigió a los hombres los 5 rezos diarios preceptivos del Islam (la tradición en el Rif era rezar 3 veces), la obligación se extendió a la mujeres que a su vez debían de acudir a la jotba (sermón) de los viernes en las mezquitas, en principio solo vinculante para los hombres. El incumplimiento de sus nuevas obligaciones se saldaba con una multa, consistente en un pollo.

En síntesis y en lo que a la guerra respecta, la mujer no fue ajena al conflicto tanto por pasiva como activamente: si en la retaguardia participaba en el esfuerzo bélico, en el frente actuó directamente como combatiente en las filas de la insurgente República del Rif.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto