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OPINIÓN - JUEVES, 2 DE JULIO DE 2015

 

OPINIÓN / SNIPER

Más allá del Ramadán
 


José Luis Navazo
yebala07@yahoo.es

 

Que Ramadán no es precisamente “el mes de la paz” (por mucho que millones de musulmanes, en su ortopraxis diaria, recen por ella), la bélica historia del Islam lo confirma. Y al decir “bélico” no quiero decir ni mucho menos terrorismo yihadista, pero sí Yihad o Guerra Santa en la tradicional acepción del término. En cuanto a la tolerancia islámica, el mes de Ramadán se convierte en paradigma de la misma: si bien el Islam ha ido desarrollando toda una casuística al respecto arropada por la sharía o ley islámica (en la Sunna, las cuatro corrientes jurídicas marcan interesantes matices), al final todos los caminos van a La Meca y pese a la excepcionalidad de algunas situaciones (ancianos, niños hasta los 14 años, enfermos, mujeres en menstruación o embarazadas, viajeros incluso... ), la realidad es que la obligatoriedad del ayuno a nivel social es la norma dominante. Y si bien en Europa en principio las leyes protegen al ciudadano para que haga de su capa un sayo, las cerradas sociedades musulmanas imponen puertas adentro sus condiciones, en general sin contemplaciones. En cuanto a los países musulmanes, España limita físicamente con Marruecos en Ceuta y Melilla por lo que la observación empírica es fácil, pobres de aquellos que osen ingerir agua o alimentos fuera del horario preceptivo: además de poner su vida en peligro por un eventual linchamiento de las masas enfurecidas, si logran escapar a las iras de un populacho fanatizado arriesgan acabar con sus huesos en la cárcel. Existe ciertamente el famoso versículo coránico de “No cabe coacción en religión” (Sura 2, aleya 256. “La Vaca”, medinesa) pero por la ley de los abrogantes y los abrogados me temo que está fuera de juego. Además de que el musulmán está obligado a serlo, no es libre para cambiar de religión y si lo hace es reo de muerte. Bello ejemplo de “tolerancia”... Volviendo al Ramadán o mes de ayuno obligatorio, afirmo en definitiva que ésta era la intención del Profeta fundador del Islam, Mahoma (Mohamed): el objetivo del ayuno de Ramadán sería, además de espiritual ciertamente, de control social y con un fin eminentemente político.

Veamos los orígenes del Ramadán, noveno mes del calendario lunar musulmán o hegiriano (622) instaurado por el califa Omar en el 638 de la Era Común (EC). Mahoma nació y creció en la península Arábiga, una región de gran sincretismo religioso en la que coexistían cultos paganos con otros monoteístas representados por tribus judías y cristianas, que conocían y practicaban la práctica del ayuno ritual. En general, los habitantes de la península Arábiga consideraban a cuatro meses del año sagrados, prohibiéndose durante los mismos los conflictos de sangre y peregrinando al santuario preislámico de La Meca. En cuanto al islam, en cierta medida versión árabe del judaísmo y cristianismo, aun durante los 13 primeros años después de haber recibido Mahoma la presunta revelación divina en La Meca, la práctica del ayuno no era obligatoria. Es tras la huída (éxodo o hégira) a Medina (Yatrib), coincidiendo precisamente con el ayuno judío del Yom Kippur (Día del Perdón), cuando Mahoma se inspira en el mismo y, dándole unas variantes, reflexiona sobre la versión islámica a adoptar. Más aun: inicialmente, los musulmanes oraban en dirección a... Jerusalén. Dos años después de instalarse en Medina y con la instauración del primer Estado islámico de la historia, Mahoma opta por el mes de ayuno obligatorio de Ramadán, una forma de encuadrar primero y disciplinar después a sus fieles seguidores. Claro que como es tradicional en la estrategia islámica (en el Corán mismo véanse las suras sobre el vino), las obligaciones son progresivas: primero se sugiere, luego se da un tiempo de reflexión y finalmente se impone... o se ejecuta en los términos oportunos.

Otro detalle: el Ayuno, como Cuarto Pilar del Islam ortodoxo, ha evolucionado también en sus formas de ruptura. Si al principio el ayuno se rompía solo exactamente a la hora exacta de la puesta de sol, la práctica evolucionó progresivamente hasta llegar a la tradición actual: la posibilidad de comer y beber, también de practicar el sexo (al principio la abstención era total), no importa en qué momento de la noche, hasta el amanecer.

Mi profundo respeto para los creyentes musulmanes que asumen y viven libremente su Ramadán; mi conmiseración para los débiles de espíritu que se ven obligados a cuidar las formas. Y mi profundo desprecio para cualquier tipo de imposición religiosa: nadie puede obligar a nadie a abstenerse de comer o beber. Por lo menos en mi modelo de sociedad, tolerante y libre pero no estúpido. Porque al final... ya saben lo que nos viene encima: “Con vuestras leyes os conquistaremos y con nuestro Islam os someteremos”. Encorsetar a la sociedad y obligarla por imperativo categórico a ciertos abusos religiosas, como el Ramadán impuesto... es solo el principio.

Haya salud.

Visto.
 

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