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OPINIÓN - JUEVES, 2 DE JULIO DE 2015

 
OPINIÓN / CARTAS AL DIRECTOR

VI Centenario: patrimonio inmaterial ceutí

Por Jesús González


Si visitáramos el anfiteatro romano de Mérida, el puente romano de Alcántara, o, bien, el Acueducto de Segovia, o nos hablaran del Derecho Romano, ¿no nos interrogaríamos, si no lo supiéramos ya, sobre quiénes eran esos romanos, cuándo llegaron y de dónde vinieron? Si hiciéramos una visita a la catedral de Toledo y nos enseñaran los originales de la misa en rito mozárabe, ¿acaso no pediríamos una explicación sobre quiénes fueron aquellos a los que llamaban mozárabes? Si una vez en Toledo, nos mostraran la Corona votiva del rey visigodo Recesvinto, o si alguien hiciera mención a nuestro lado de la Lex Gothica, código legal visigodo, promulgado por el citado Recesvinto y completado por Ervigio, ¿no nos interrogaríamos sobre quiénes eran esos visigodos y cómo llegaron a Hispania y, concretamente, a Toledo, haciéndola su capital? Si, por casualidad, pasáramos por Sevilla y viéramos la Giralda, o, bien, fuéramos a Granada e hiciéramos una visita a la Alhambra, ¿no nos gustaría saber quiénes fueron sus constructores y cómo y cuándo llegaron a Hispania? Todos esos pueblos, y otros, que pasaron por Hispania dejaron su impronta, ya fuera material o inmaterial, impronta que ha pasado a formar parte de la tradición de nuestra comunidad cultural y de nuestra identidad cultural y social. De todos ellos participa nuestra identidad como pueblo. Nuestro depósito identitario se ha ido rellenando al tiempo que han ido asentándose los diversos pueblos que han pasado por la vieja Hispania. Como el patrimonio inmaterial puede ser, ya lo advierte la UNESCO, vulnerable a las fuerzas de la globalización, la transformación social y la intolerancia, la citada UNESCO alienta a las comunidades “para identificar, documentar, proteger, promover y revitalizar ese patrimonio inmaterial”.

Nuestra ciudad, Ceuta, también conserva, cómo no, su patrimonio cultural inmaterial, que, sin lugar a dudas, ha moldeado nuestra propia identidad social y cultural. Si fenicios, bizantinos, árabes, portugueses y castellanos se establecieron en nuestra ciudad en algún momento de la historia de Ceuta, obviamente, aparte del patrimonio material, dejaron el llamado inmaterial. Sin embargo, no ya celebrar, sino recordar la llegada-conquista portuguesa levanta ampollas entre ciertos ceutíes. Es más, se quiere hacer alusión al patrimonio inmaterial que los portugueses dejaron en Ceuta sin hacer alusión a su llegada-conquista el 21 de agosto de 1415. ¿Cómo entonces dejaron un patrimonio? So pena que se quiera celebrar el patrimonio inmaterial dejado por los portugueses, pero sin hacer alusión a cuándo llegaron, por qué llegaron y cuáles fueron las consecuencias virtuosas de su llegada. Es como si quisiéramos explicar la procedencia de la Alhambra sin hacer mención al reino nazarí de Granada, que, por supuesto, su origen toma como punto de partida la invasión de junio de 711, cuando se produjo el primer desembarco de cierta consideración bajo el estandarte verde del Islam en la Baja Andalucía. Habría sido estúpido ocultar que ese hermoso monumento granadino fue construido por los descendientes de aquellos bereberes y árabes que cruzaron el Estrecho desde, precisamente, Ceuta, liderados por Tarif Abu Zura ibn Malik. Sucede, pues, que también es estúpido querer ocultar u omitir, y no recordar, que un 21 de agosto de 1415 Juan I de Portugal y sus hijos desembarcaron en Ceuta y la conquistaron, poniendo en fuga a su reyezuelo de entonces Zala Ben Zala.

Lo que sí parece cierto es que una gran mayoría de ciudadanos ceutíes de confesión musulmana alegan que la conquista fue una “matanza”, un “genocidio”, para negarse a recordar-celebrar el 6º Centenario de la conquista de Ceuta por el rey portugués. Como si pudiera haber sido de otra manera, algo más cortés, por ejemplo. En realidad, la verdadera objeción para no recordar el 6º Centenario por parte de esos ciudadanos de confesión musulmana es que respiran por la herida de la religión y de la etnia. Es más poderosa la pertenencia a una religión o a una etnia determinadas que la pertenencia a una nacionalidad, al país en el que han nacido, que les ha transmitido valores democráticos y les ha colocado en la parte del mundo a la que africanos y asiáticos, de su misma religión, pierden el pellejo por llegar a ella. Lo de “celebrar una matanza” es una burda excusa, la realidad es que se sienten más concernidos, a causa de su religión, con aquellos que habitaban en la Ceuta de entonces que con esta sociedad contemporánea, heredera, no se olvide, de la conquista portuguesa. Hablamos de la Edad Media, no de ahora mismo. De todo esto se podría inferir el error de interpretar los hechos no como fenómeno histórico, sino como un suceso inmediato, imputando las responsabilidades históricas como si fueran políticas y sacadas del horno ayer mismo.

Tal vez haya que esconder en un cajón polvoriento ciertas partes de la Historia de España para que no se sientan heridos los musulmanes que han nacido o se están asentado en nuestro país en esta época globalizada. A este respecto, no es menos cierto que, aparte de la religión y de la etnia, la globalización y el fenómeno de la inmigración llevan consigo cierto, digamos, desarraigo. Es importante adscribir “el valor identitario al patrimonio”, pero el citado fenómeno de la inmigración –sobre todo si es de confesión islámica– podría diluir ese valor, y en nuestra ciudad, con cerca de un 40% de ciudadanos de confesión musulmana, cada grupo identitario se adscribe consciente o inconscientemente a lo que cada cual siente como patrimonio propio. Así, de igual manera, siente extraño lo que otro grupo de ciudadanos ceutíes considera patrimonio propio. Así, esos ciudadanos de confesión musulmana se sienten ajenos al pasado histórico de nuestra ciudad, al pasado que toma como punto de apoyo la conquista portuguesa el 21 de agosto de 1415. Y si esa conquista no se hubiera producido, Ceuta sería una ciudad que en nada se diferenciaría de las ciudades de su entorno. Una ciudad sumida en el tercermundismo, islamizada (auque va camino de ello), integrada en una teocracia y en una dictadura.

Podríamos decir que celebrar el 6º Centenario es recordar que pertenecemos a una zona del mundo evolucionada, desarrollada, con valores democráticos, cuyo punto de partida fue la llegada de los portugueses, y ese sentido de pertenencia a una sociedad democrática y a sus valores es el patrimonio inmaterial cuyo origen, insisto, fue la conquista, y celebrarla, como se merece, forma parte de nuestro patrimonio inmaterial. En declaraciones del cónsul general de Portugal para Andalucía y Ceuta y Melilla, de visita en Ceuta, la fecha del 6º Centenario es “historia universal”. “A partir de Ceuta comenzó la globalización, la primera salida al mar, el descubrimiento de puntos desconocidos, la apertura de nuevas rutas de navegación. Supuso un conocimiento más amplio de nuestro mundo, la creación de sociedades más plurales”. A este respecto, cabría suponer que quienes se niegan a celebrar el 6º Centenario acaso hayan hecho suyo el mantra de que las tierras que fueron una vez del Islam, han de volver a ser del Islam.

(PD/ Recuerde: faltan 8 semanas para celebrar el 6º Centenario de la conquista de Ceuta por los portugueses: el 21 de agosto de 2015)
 

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