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OPINIÓN - JUEVES, 23 DE JULIO DE 2015

 
OPINIÓN / CARTA

Razones para una renuncia

Por Agustín González de la Cruz


Cuando me enteré de que Juan Luís Aróstegui, director de mi centro, el IES “Puertas del Campo” durante las últimas tres décadas, no había superado el proceso de selección de directores, quedé muy sorprendido, ya que se daba por hecho que continuaría. En cualquier caso, no me pareció algo dramático, ni demasiado importante; todos los años miles de docentes no superan pruebas de selección en este país, y se producen cientos de cambios en las directivas de los centros, sin que ello se convierta en el eje y el centro de las noticias y preocupaciones socieducativas y políticas de su entorno.

Creo que conviene aclarar, que en mi profesión, desde el año 1982, no existe un Cuerpo de Directores, por lo que las personas que ocupan estos cargos son profesores. A partir de esta fecha, la forma de elección, ha ido cambiando, desde un protagonismo absoluto de los Claustros, hasta la actual responsabilidad compartida entre el Consejo Escolar, el Claustro de Profesores y la Administración Educativa.

Como decía, no le di demasiada importancia, porque creo que no la tiene; mi experiencia me dice, que lo verdaderamente importante en la Educación de nuestra Ciudad, no es si un director, o directora revalida mandato, o si un Bachillerato está acá o en la acera de enfrente, sino asuntos de extraordinaria gravedad, y difícil solución, como los pésimos resultados académicos (los más bajos del territorio nacional, en todo tipo de pruebas externas), el enorme fracaso escolar, el abandono temprano, el absentismo (los más altos del territorio nacional) o la difícil convivencia en los centros, entre otros muchos problemas a los que nos enfrentamos los profesores a diario.

Tampoco me pareció importante, que la persona seleccionada para ocupar la dirección, no perteneciera al Claustro, para decidirme a formar parte del nuevo equipo, valoré su trayectoria y su experiencia. Durante mis doce años de profesión, he trabajado en varios centros y conocido a muchos directores, nunca me he planteado por qué estaban allí, quién los eligió, cómo fueron elegidos o de dónde venían, me he limitado a realizar mi trabajo y a hacerlo lo mejor posible, creo que de eso pueden dar fe mis alumnos y sus familias. ellos, me ofrecía, a mí me parecía una oportunidad, que no podía dejar pasar.

La cuestión es que cesado el director anterior y nombrado el nuevo, se me propone formar parte del nuevo equipo directivo como jefe de estudios. Acepté la Jefatura de Estudios, porque me ofrecía la posibilidad de vivir una nueva experiencia profesional y la oportunidad de aportar otras perspectivas para afrontar los problemas que antes he citado y otros que sería imposible enumerar aquí.

Teniendo constancia de que muchos de mis compañeros, analizaban los acontecimientos desde una óptica cercana a la mía, pensé que se unirían al equipo que el nuevo director tenía que configurar. Enorme error de cálculo, ya que ninguno/a ha querido o se ha atrevido a acompañarme. Siendo esta realidad, entre otras, la que desde el principio me indicó, que no emprendía un camino fácil.

Pero la conciencia clara, de la imposibilidad de ejercer la jefatura de estudios, vino de la mano de otra circunstancia, que se relaciona con el mundo de los afectos, las vivencias y los intereses y se resume en que a un número significativo de profesores del Centro, sí les ha parecido muy importante que se produjera un cambio en la directiva, así cómo la fórmula para elegir un nuevo director. En consecuencia han vivido este proceso de cambio como algo muy personal, y manifiesto disgusto. Su oposición ha sido fuerte, no esperaba menos, pero en la última semana, esta oposición, lícita, desde la educación y el respeto, ha degenerado en algunos casos, en abierta hostilidad y en actitudes impropias de educadores y de un centro educativo. Nunca llegué a pensar que algo así pudiera suceder.

Aparte queda el mundo de la política, los sindicatos y los medios de comunicación, donde se dice y se decide, en función de intereses que no pertenecen al ámbito educativo. Intereses que he podido constatar están muy lejos de lo que considero importante. He visto en estos días una movilización e implicación por parte de algunos sectores del profesorado, que no he percibido cuando se publican los resultados de nuestros alumnos, los casos de acoso escolar, las agresiones a compañeros… y tantas cuestiones que nos afectan a todos y que debe ser que no importan, porque al final todo depende de a quién o a quienes afecten los acontecimientos.

Por todo lo expresado, renuncié, por lo demás, otros cursos vendrán, yo seguiré en el Puertas del Campo, que es tan mío como de todos; daré mis clases, colaboraré en todo lo necesario y brindaré a la nueva directiva el apoyo que siempre he dado a todos mis compañeros, independientemente del proceso seguido para seleccionarlos o de las circunstancias habidas.
 

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