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OPINIÓN - VIERNES, 24 DE JULIO DE 2015

 
OPINIÓN / COLABORACION

Ya nadie cuestiona la Monarquía

Por Carlos Folch Valero


Con la proclamación de D. Felipe VI como Rey de España el 19 de junio de 2014 comenzaba, según sus propias palabras, “el reinado de un Rey constitucional” dispuesto a “velar por la dignidad de la institución, preservar su prestigio y observar una conducta íntegra, honesta y transparente como corresponde a su función institucional y a su responsabilidad social”. El deterioro de la Monarquía en el momento previo a la abdicación del Rey D. Juan Carlos I permitió tomar clara conciencia de que la impostura y la falta de una conducta virtuosa difícilmente se aceptarían ya en una sociedad sin pactos de silencio, ni instituciones protegidas por la impunidad. Desde este nivel de exigencia, parece obvio que el reinado del Rey D. Felipe VI no sólo debe contemplar un impecable desempeño de las responsabilidades asumidas; también la dimensión personal está condicionada por la servidumbre que impone ser el titular de una institución de corte familiar sostenida con el presupuesto público.

La Corona ha sido y es un factor de estabilidad y de unión que resulta más importante en tiempos cambiantes. la continuidad monárquica constituye un valor inapreciable, puesto que nuestra monarquía parlamentaria, y el Rey como símbolo máximo de nuestra forma política, es desde el punto de vista constitucional, la cúpula de la España de la libertad y de la democracia.

La institución monárquica presenta una fortaleza rotunda, después de más de un año de la abdicación de D. Juan Carlos I, y la llegada al trono de su hijo D. Felipe VI. Los niveles de aprobación han subido espectacularmente en relación con las cotas que dejó el anterior jefe del Estado. Un 81% de los españoles aprueba la forma en la que el Rey desempeña sus funciones. Además, un 74% de de los españoles aprueba la acción de la Reina Letizia. Este alto porcentaje de aprobación de la actual pareja real se produce en un contexto de cierta crispación política tras las ultimas elecciones municipales y autonómicas.

En este tiempo el Rey Felipe VI ha hecho gala de prudencia, con discursos muy medidos que no pudieran ofender ni alterar a ningún sector de la sociedad y a una ciudadanía inmersa en distintas campañas electorales. Su defensa estricta de los valores y derechos constitucionales, pero con continuas alusiones a los tiempos y necesidades nuevas de la sociedad, han propiciado que la Monarquía quede fuera del debate sobre el cambio radical que necesitan todas las instituciones, según planteamiento de todos los partidos. En la España actual la Corona contribuye “a respaldar y salvaguardar el sistema democrático en momentos de crisis”.

La institución ha recuperado gran parte del respeto perdido en los últimos años. La dimensión institucional del trabajo de los nuevos monarcas ha incorporado también cambios significativos en la forma de comportarse como reyes. El Rey D. Felipe VI ha respondido a lo que de él se esperaba en el ámbito del gobierno de su Casa y también en la función que constitucionalmente tiene asignada. De hecho, el nuevo Rey renovó los equipos de Zarzuela, limitó a lo imprescindible la configuración de la Familia Real, definió un código de conducta y profesionalizó su forma de trabajar. Adecuando sus discursos y las formas de proceder de la Corona a los intereses y preocupaciones de una ciudadanía castigada por la crisis y profundamente crítica. Más significativa, si cabe, ha sido la firmeza con la que ha revocado la atribución a su hermana del título de Duquesa de Palma de Mallorca. Ahora, le corresponde al Rey evidenciar su poder consiguiendo la renuncia de los derechos dinásticos de quien no reúne las exigencias de honorabilidad que le permitiría conservarlos. Todos estos cambios, unido a la ausencia de errores significativos, han permitido recuperar para la Corona gran parte del respeto perdido en los últimos años.

Yo que siempre me he declarado monárquico, prefiero un rey educado y preparado para ese cometido en una contexto de monarquía parlamentaria dentro de la Constitución, a tener un presidente de república llegando al poder para su beneficio propio. Prefiero un rey que defienda la Constitución y la democracia por encima de la casa real, siendo el verdadero embajador de todos los españoles a los ojos del Mundo.
 

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