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OPINIÓN - MARTES, 15 DE SEPTIEMBRE DE 2015

 
OPINIÓN / CARTAS AL DIRECTOR

Cuando la tolerancia deja de ser
una virtud se hace peligrosa

Por Jesús González


Corría el mes de julio del año 2014 cuando el presidente de Siria Bashar al-Assad declaró proféticamente: “Si Occidente sigue armando a los islamistas, muy pronto Europa se convertirá en un terreno propicio para el terrorismo. Europa pagará el precio”. Parece que estas declaraciones de al-Assad se tomaron a título de inventario, ya que fueron hechas por quien es considerado por la comunidad internacional como un dictador cruel y sanguinario. Quienes han advertido la posibilidad de que, efectivamente, entre los miles de refugiados se ‘cuelen’ otros que vengan con intenciones perversas, tal y como declaró recientemente el exalcalde de Vitoria, Javier Maroto, han sido despellejados y han tenido que pedir públicamente excusas por lo que declararon. ‘De ninguna manera se puede relacionar estos refugiados con el terrorismo’, dicen quienes luego pierden el culo, después de un atentado en Europa, por ponerse a la cabeza de las manifestaciones contra el terrorismo yihadista. Esas masas de refugiados, atravesando las fronteras de Hungría y hacinándose en los campamentos preparados al efecto, o en los trenes para dirigirse a Austria y después a Alemania, así como el uso torticero –chantaje moral, a todas luces–, en la mayoría de los casos, que los medios han hecho de las fotos de los que se han dejado la vida en el intento, han desatado una ola de solidaridad en los ciudadanos de la Europa occidental, no tanto en la oriental. Es una solidaridad en la que priman los sentimientos, no la razón. ¿“Cuándo la razón ha podido con los sentimientos”?, se preguntaba Stefan Zweig. Es, a todas luces, una peligrosa solidaridad ingenua, irresponsable y bobalicona. Ya nadie se acuerda, no de las palabras del presidente sirio, por supuesto, sino de los atentados que han habido en Europa en los últimos años a manos de los yihadistas. No sería temerario manifestar que estamos pagando el precio por haber intervenido en Irak y en Libia y haber ejecutado a Saddam y a Gaddafi, ya que ambos, con mano de hierro, contenían los escarceos de las diferentes comunidades, religiosas y políticas, de sus respectivos países. Pero, claro, había que llevar ‘nuestra democracia’ a esos países árabes y, ya se ve, todo el oriente próximo se ha convertido en un avispero cuyas consecuencias para Europa son la inmigración ilegal y el terrorismo yihadista. Asimismo, había muchas prisas por desalojar al dictador sirio –no escarmentaron, no, con Irak y Libia, sobre todo, el presidente francés Hollande–, y aquello se ha convertido en un todos contra todos.

Pero como la realidad no se cambia con palabras, ésta, la realidad, más pronto que tarde, se venga dejándonos colgados de la brocha y con cara de estúpidos. Así, según el digital AD, la cadena búlgara de televisión Nova TV confirmaba la noticia, citando fuentes oficiales, que cinco yihadistas entre 20 y 24 años fueron detenidos cuando pretendían cruzar el puesto fronterizo de Gyueshevo en un coche matriculado en Kosovo. Tras su detención, el coche fue registrado y en su interior se encontró material del llamado Estado Islámico. Los detenidos intentaban pasar desapercibidos entre la masa de refugiados. A este respecto, esta detención se produce después de que los servicios de seguridad turcos enviaran un informe a las autoridades de la UE en el que aseguraban que más de 3.000 yihadistas estaban intentando entrar en Europa. Su origen se encontraba en Siria y en Irak. También, el pasado mayo, el consejero del Gobierno libio, Abdul Basit Haroun, declaró ante periodistas de la BBC, que habían detectado a combatientes del Estado Islámico en los barcos que cruzan el Mediterráneo. Finalmente, la Dirección General de la Policía española informó el 13 de febrero pasado que habían sido robados 1.452 pasaportes sirios en blanco en la provincia de Rakka y otros 2.348 en la provincia de Deir ez Zur. Pasaportes con los que presumiblemente los miembros pertenecientes al Estado Islámico estén accediendo a Europa, camuflados entre esa masa de refugiados, masa que levanta una peligrosa solidaridad entre los ciudadanos europeos, ajenos, en todo momento, al peligro que podría suponer que extranjeros proclives al Estado Islámico se asentaran en sus ciudades y en sus barrios, como también están ajenos a que los discursos oficiales de los políticos se adaptan táctica y políticamente al momento, y, en el mejor de los casos, dicen verdades a medias. Incluso mentiras.

Como era de esperar, pese a la ceguera de los políticos europeos, según The New York Times, de 8 de septiembre, envalentonados por los sucesos de la actual invasión de Europa de miles de refugiados desde Siria, cientos de miles de iraquíes exigen asilo en Europa, escribe desde Bagdad Tim Arango, encargado de la oficina del periódico norteamericano en la capital iraquí. Así, The New York Times señala que, desde mediados de agosto, al menos 250 iraquíes al día desembarcan en las islas griegas, según ha declarado Konstantinos Vardakis, el alto representante diplomático en Bagdad de la UE. La mayoría de estos iraquíes vuelan en Iraqi Airways a Estambul para embarcarse hacia Europa, esto es así debido a que, según ellos, Europa ha declarado una “política de puertas abiertas”.

Según The New York Times el fenómeno de la inmigración a Europa ha ido creciendo como una bola de nieve y llegan noticias a través de los mensajes WhatsApp de los iraquíes que ya han alcanzado Alemania, donde la cancillera Angela Merkel ha dado la bienvenida a los migrantes y ha convertido en héroes a muchos iraquíes. Las historias de los parientes iraquíes son a menudo eufóricas y llenas de posibilidades: “Cuando vayas a Europa, ellos te tratarán bien, te darán una casa, te darán dinero, cuidarán de tu salud”, dijo Ali Hattam Jassim, de 37 años, cuyo hermano llegó recientemente a Bélgica. “Tenemos muchos amigos allí y ellos nos dicen cuán espléndida es la vida (en Europa)”.

La realidad es que el hecho de que estos iraquíes estén volando a Estambul para entrar en Europa, lo que les descalifica para pedir asilo, parece que no preocupa a los líderes europeos que han declarado, por lo que se ve, una política de puertas abiertas. Pero esta política de puertas abiertas ha creado, sin embargo, precisamente el efecto sobre el que críticos ya habían advertido: ofrecer refugio incondicional a cualquiera de cualquier sitio solo sirve para animar al Tercer Mundo a entrar en Europa para parasitarla –y, finalmente, destruirla– y a los europeos. La actitud insensata e irresponsable de Angela Merkel está metiendo a Europa en un problema que, a buen seguro, va a tener consecuencias dramáticas en los años futuros. La cancillera alemana Merkel ha puesto en marcha la espiral del efecto llamada y, como dice el líder alemán de la SPD, socio de Merkel en el gobierno, “A ver quién vuelve a meter el genio en la botella”. Lo cierto es que el futuro de Europa está en las manos de unas cuantas personas necias e irresponsables e insensatas que dirigen la UE y en las de los políticos más significados y no en las nuestras, en las de los ciudadanos. Lamentablemente.
 

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