PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
  

 

 

OPINIÓN - MARTES, 22 DE SEPTIEMBRE DE 2015

 
OPINIÓN / CARTAS AL DIRECTOR

Otra Europa es posible

Por Jesús González


En cualquier manifestación, reivindicación, demanda, en fin, declaración que se precie en la que intervengan inmigrantes, invariablemente aparecen pancartas con la leyenda “Otra Europa es posible”. Naturalmente todas esas reivindicaciones y manifestaciones con sus pancartas y eslóganes son alentadas, dirigidas y puestas en escena por ONGs de diferente pelo, sindicalistas, integrantes del partido comunista y socialista, antisistemas y de extrema izquierda. Se insiste con machaconería en la creación de una nueva conciencia multicultural y multirracial y en enseñar a los niños la realidad de la diversidad y la riqueza de las diferencias. Se insiste en construir puentes, derribar barreras, eliminar fronteras, no creer en fronteras ni en identidades, eliminar el sentimiento nacional de pertenencia, erradicar la ignorancia y rechazar el miedo a lo desconocido. Ese es el discurso de dirigentes y ciudadanos procedentes de países de la negritud y de los arabo-islámicos, apoyados y alentados, aquí en Europa, por ONGs, la izquierda y la extrema izquierda, por sindicalistas, antisistemas, así como por miembros de la iglesia católica y el ‘periodismo lacayo’. Pero todo ello ha de ser puesto en práctica en Europa, nunca en los países arabo-islámicos ni en los países de la negritud. La razón última y profunda que se esconde detrás de esta actitud es hacer que el europeo se sienta culpable de todas las miserias que afligen a esos países de donde proceden los inmigrantes y, de este modo, abrirles las fronteras, y acogerlos, esa es la penitencia que les han impuesto a los europeos para pagar por sus culpas respecto de esos países africanos y arabo-islámicos.

¿Qué le sucede a esta Europa que hay quienes dicen que otra Europa es posible? Pero ¿no decían que esta Europa es el lugar del mundo en que mejor se vive y hay leyes que amparan a todos los ciudadanos sean del color, de la religión, de la etnia que sean? ¿No es esta Europa un remanso de paz respecto de otros lugares desde la caída del Muro de Berlín? ¿No estamos viendo que todos los africanos y los asiáticos se parten el culo y arriesgan la vida por venir a esta Europa que no les gusta? ¿No están siendo acogidos por esta Europa que no les gusta? Entonces, ¿por qué dan la tabarra una y otra vez con que “Otra Europa es posible”? ¿Qué otra Europa desean esos inmigrantes, cuya inmensa mayoría ha entrado ilegalmente, apoyados por ONGs y sus secuaces? ¿Por qué no gritan que “Otra África es posible” o que “otros países arabo-islámicos son posibles”? Si no están a gusto con la Europa que se han encontrado, ¿por qué no se vuelven a sus respectivos países y gritan, allí, a voz en cuello que “otro país es posible”? Lo que sucede en realidad es que esos inmigrantes africanos y asiáticos desean, en primer lugar, entrar en Europa ilegalmente, sin ningún requisito, ni documentación, ni visas, ni permisos de trabajo, que Europa sea un huerto sin vallar, y, en segundo lugar, trasplantar sus países de origen a Europa, es decir, recrear sus costumbres, sus hábitos, sus tradiciones, etcétera, en los diferentes países europeos, soslayando las costumbres, los hábitos, las tradiciones o incluso la religión con que se encuentran en Europa, y si hallan resistencia por parte de los europeos a dejarse ser laminados y suplantados por gentes y costumbres extrañas, entonces, rompen la baraja, sacan a pasear el racismo, la xenofobia y el fascismo. Pero olvidan que nadie les ha llamado aquí, han venido por su elección. Deberían prestar oído a Quevedo cuando en “La historia de la vida del Buscón” escribe que “Nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar y no de vida y costumbres”. Pero, claro, estimo que la inmensa mayoría de africanos y asiáticos que están entrando, o los que ya están aquí, nunca han leído a Quevedo y, por supuesto, vienen dispuestos a trasplantar sus países respectivos en los países europeos, y, como inevitablemente encontrarán resistencia y oposición, irán de cabeza al gueto con los de su estirpe y condición, y, obviamente, supondrán una rémora para el país que los ha acogido. Pruebas de ello no faltan en la actualidad.

En estos días, Europa hace frente a una avalancha de refugiados procedentes de todos los países del Tercer Mundo, ya sean africanos o asiáticos. Todo ello es debido a la actitud estúpida, irresponsable y necia de los dirigentes de la Unión Europea y de la canciller alemana Angela Merkel. Enarbolan la solidaridad para justificar una política de puertas abiertas para acoger a todos aquellos que deseen buscarse un lugar al sol en Europa. Cada cual puede buscar consuelo, tranquilizar su conciencia, donde y como mejor crea conveniente, pero, eso sí, nada puede contra la realidad. Y la realidad es que nos engañan con la peregrina idea de que “rompiendo fronteras” el mundo será mejor, pero, en realidad, como se está viendo en estos días, esta actitud de fronteras abiertas a donde nos conduce es al abismo, empujados por el capitalismo salvaje internacional (que necesita esa mano de obra inmigrante para satisfacer sus deseos de aumentar sus cuentas de beneficios aún más) al amparo de los grandes poderes fácticos de tinte anglo-masónico-sionista. Negar a estas alturas que Europa es objeto de una descarada colonización y negar que la actitud de los dirigentes de la UE y de Angela Merkel está llevando a cabo un proyecto de genocidio contra los pueblos europeos no se sostiene. Esta avalancha de refugiados y de inmigrantes ilegales es a todas luces auspiciada por la UE. Todas esas declaraciones optimistas de la canciller alemana y de los dirigentes europeos respecto de esta avalancha de refugiados no son más que optimismo barato. Enarbolan el sentimiento y la demagogia para explicar esta actitud de fronteras abiertas. Son una panda de necios incurables al declarar que estas avalanchas y las que se esperan no tendrán consecuencias perversas para Europa. Cuando las cañas de bienvenida, los vítores, los regalos, los aplausos, las acogidas a los refugiados se vuelvan, más pronto que tarde, lanzas de rechazo, de exclusión, entonces, ya sacarán a pasear a la ultraderecha y a los nazis, pero se equivocarán, será tan solo consecuencia de la ley de acción-reacción. En otras palabras, cuando los ciudadanos se agrupen y se manifiesten para defender su derecho a las fronteras cerradas, a la seguridad interior en el propio país, a la defensa del propio territorio, al derecho a no ser invadidos, ni repoblados, ni colonizados, entonces, a esa postura la llamarán extrema derecha, racismo, xenofobia y nazismo. Pero, insisto, se equivocarán: será una consecuencia de la ley de acción-reacción.

Para tratar de que el ciudadano europeo pueda digerir sin alarmarse estas avalanchas de extranjeros procedentes del Tercer Mundo, los dirigentes de la UE y la canciller alemana Merkel nos recuerdan el trasiego de refugiados en la II Guerra Mundial y al finalizar ésta. Pero, claro, ninguno de ellos hace referencia a que aquellos refugiados eran europeos, y estos son asiáticos y africanos y en su inmensa mayoría de religión islámica, y ya sabemos que el Islam tiene difícil encaje en las sociedades europeas, y eso no es lo peor, sino que el Islam históricamente ha intentado una y otra vez poner un pie en Europa y, siempre, ha sido rechazado, recordemos la Reconquista y los sitios de Viena –1529-32 y 1683– con el Imperio Otomano. Por otro lado, no todos esos refugiados proceden de Siria, se está comprobando que los hay de Afganistán, de Libia, de Marruecos, de Irak, hasta de la lejana Eritrea y del África negra. Se han encontrado documentos de identidad rotos en las inmediaciones de la frontera con Hungría, incluso con las fotos de sus beneficiarios. A todo esto, el ministro del Interior alemán, Thomas de Maizière, manifestó con cara de preocupación que no es improbable que entre los refugiados se hayan colado en Alemania “cientos de salafistas”. Es más, no pocos asilados abandonan subrepticiamente los centro de acogida con destino incierto, y, recientemente, peticionarios de asilo que se dirigían en tren a Berlín accionaron el freno de emergencia, en pleno campo y de noche. Cuando el tren se detuvo, desaparecieron alrededor de 180 individuos. No es la primera vez que esto sucede. Y como colofón, el presidente de la Oficina Federal para la Migración y los Refugiados, Manfred Schmidt, dimitió el 17 de este mes de septiembre. Alegó motivos personales, cómo no. Al final, como siempre, cuando la verdad se imponga, los crédulos serán los primeros en huir despavoridos. Al tiempo.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto