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OPINIÓN - SÁBADO, 7 DE NOVIEMBRE DE 2015

 
OPINIÓN / COLABORACION

¿Si en vez de asesinar a mujeres mataran a futbolistas?

Por Sandra López Cantero


Será un gran día y yo estaré allí, en Madrid. Pero no sólo yo, el sábado existirá una inmensa marea de personas sensibilizadas con el terrorismo machista. Todavía hay quienes se escandalizan cuando escuchan esta palabra, pero luego no son capaces de mover ni una sola pestaña cuando también escuchan: “otra mujer más asesinada en manos de su pareja”. Desde luego que hay que ser de una pasta perversa para no considerar estas muertes como la lacra más inhumana de una sociedad. Oiga, ¿qué nos quitan la vida como si fuéramos hormigas y aun dudáis de la igualdad?

La violencia de género no es una columna en la sección de sucesos, la violencia de género es la política que todo partido debe liderar. Desde el año 1995, 1378 mujeres han sido asesinadas y sólo en el verano de 2015 han sido asesinadas 37 mujeres y 8 menores.

¿Acaso esto no es motivo suficiente para hacer un Pacto de Estado? Asesinan a un policía y un país entero se conmociona, yo también, pero asesinan a María, por nombrar a una, y solamente lloran sus familiares y amistades. Por eso caminaré en la marcha para exigir un mayor compromiso de quienes tienen la potestad para cambiar el sistema.

Todavía no hemos logrado entender qué es la Violencia de Género porque aún existen casos desamparados por sentencias, opiniones, resoluciones y acuerdos que separan los hechos en casos aislados, sin caer en la cuenta del continuo del maltrato. Podría hablar de muchos aspectos de la violencia machista, pero me voy a centrar en uno que pocas personas ven. Las mujeres están desprotegidas en el aspecto emocional y los menores apenas son tratados por quienes tienen el compromiso de hacerlo. Los jueces y las juezas no logran empatizar con la Violencia de Género más allá de lo físico, concediendo sentencias listas para provocar, en un futuro, el encuentro de esos padres, perjudicando con ello el estado emocional no sólo de las madres sino también de los hijos y las hijas. Muchas lagunas y cuestiones que resolver, porque la simple presencia del agresor basta para reactivar todo lo vivido y romper de un golpe todo lo adquirido por la mujer.

Por tanto, si el sistema judicial profundizara realmente en el ciclo de la violencia, en el perfil del agresor, en los factores de riesgos, en las secuelas que dejan, en los tipos de maltrato, todo sería muy distinto. Sabemos que hay que educar desde edades tempranas para romper con los mitos sexistas, que hay que sensibilizar, que tenemos que hacer campañas para concienciar a la sociedad y a la propia víctima, ella tiene que ser consciente de que eso que vive no es normal. Intentamos exigir que los protocolos de actuación funcionen, que no recorten en recursos, pero no podemos quedarnos exclusivamente ahí.

Por ejemplo, ¿Quién controla los regímenes de visitas de estos padres condenados con sus hijos e hijas? ¿Qué sucede cuando acaba la orden de alejamiento y las mujeres tienen que encontrarse con él? ¿Quién trabaja la relación de las víctimas con sus hijos e hijas? El único fin del agresor es controlar y para ello utilizar cualquier medio que tenga a su alcance, cualquiera.

De esta manera, ¿Veis normal que un violador se ponga delante de su víctima? ¿O que un terrorista se ponga delante de un familiar de la persona a la que ha matado? Entonces, ¿por qué vemos normal que un agresor que ha humillado, vejado, coaccionado pueda tener relación con la víctima después de acabar la orden de alejamiento?

Mucho por hacer, y en la marcha haremos historia. Mientras, el Gobierno de Ceuta ilumina de morado para empatizar con la causa, gracias a la propuesta de Búscome y Mujeres Progresistas, aunque luego su partido sea el único que no haya secundado la manifestación, una marcha donde, al menos, 20.000 personas han confirmado su asistencia. 380 organizaciones feministas. Partidos y sindicatos. Asociaciones estudiantiles, culturales y de cooperación. Mareas y grupos de toda índole. A partir de este recorrido todo se verá distinto y yo estoy orgullosa de haber contribuido a ello.
 

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