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OPINIÓN - VIERNES, 13 DE NOVIEMBRE DE 2015

 
OPINIÓN / COLABORACION

Inteligencia emocional, la asignatura pendiente
de quienes nos gobiernan

Por Sandra López Cantero


Taparse los ojos ante la realidad, eso es lo que tienen que hacer los integrantes del Gobierno de la Ciudad para poder dormir tranquilos sabiendo que sólo ellos y sus elegidos son merecedores de una serie de beneficios y privilegios. Mientras, el resto de las personas nada más que tienen dos opciones, rendirse y acomodarse a la realidad o luchar por unos mínimos de calidad que hagan relumbrar la sonrisa de muchas familias.

Creo que la política está mal planteada, sobre todo cuando las personas que se dedican a ella se pasan muchos años viviendo de la misma. Si, al menos, sirviera para no perder de vista el lugar de dónde vienes y el por qué te han puesto ahí, quizás facilitaría la predisposición de hacer más política de calle y menos de despacho. Nos perdemos entre papeles y chaquetas, mientras nos olvidamos del olor del asfalto de las distintas barriadas o el té de la persona que te votó y a la que sólo visitaste para llevarle el sobre, y a veces ni eso. Últimamente se habla mucho de la inteligencia emocional en la infancia y de lo beneficioso que sería integrarla en el currículo escolar, cierto, pero creo que también debería ser condición imprescindible para poder dedicarse a la política. Estamos equivocados y equivocadas cuando focalizamos los nombramientos para ocupar una lista o un cargo a la imagen o a la comunicación, y nos olvidamos ya no sólo de su rendimiento o motivación, sino de su empatía por los problemas de los demás. Si le dedicáramos más tiempo a lo emocional, que a lo que le brindamos a crear un prototipo, muchas veces fingido o maqueado, el resultado del producto sería mucho mejor porque empatía, cercanía y humildad es lo que le falta a casi la totalidad de nuestros dirigentes para hacer de las necesidades de los demás, sus propias agendas.

Luego está la mentira, ahora que estamos en Elecciones es un momento idóneo para comprobar qué tiene de cierto lo que se dice, con lo que se hace. Aquí en Ceuta lo tenemos muy fácil si pensamos en el Partido Popular, yo soy capaz de recitar los presupuestos de memoria sin leerlos, o enumerar todas las inversiones que piensan hacer, los argumentos que exponen para contrarrestar al PSOE y, sobre todo, a quien le van a echar las culpas de todos los males. ¿A que ustedes también?

Pero como la canción, el problema no es que mientan, el problema es que acabamos creyendo lo que recitan. Todavía me acuerdo cuando Rajoy dijo el cinco de octubre del 2011 lo siguiente: “ En la mejora del Estado del Bienestar el Partido Popular es imbatible”. Pues todavía intento analizar a qué se refería cuando dijo eso teniendo en cuenta que han eliminado prácticamente la Ley de Dependencia, recortado en Educación y Sanidad, engañado a los pensionistas, boicoteado la Igualdad, y han acabado con nuestros derechos y libertades. Hoy somos más pobres y menos libres que ayer. Hoy tenemos menos recursos y más obligaciones, trabajamos más y cobramos menos. Pero hoy también podemos decidir, a pesar de todo, tener un mejor futuro. Tenemos dos modelos ideológicos enfrentados, la derecha o la izquierda, y todos los partidos que se presentan giran alrededor de estas ideologías. Ese es el mensaje que tenemos que proyectar.

Y aquí es sustancial hacer memoria, ¿Cuántas leyes ha llevado a cabo el Gobierno de Rajoy para mejorar la calidad de vida de la gente y cuántas hizo Zapatero? Es imprescindible garantizar más que nunca la cohesión social, sobre todo en los momentos más difíciles. Cuando nosotros gobernamos, no sólo no reducimos la inversión social, sino que la aumentamos con el único objetivo de que nadie se quede atrás. En cambio, el PP no sabe gobernar si no es con la tijera en la mano. Y gobierna para los más fuertes sin pensar en los más débiles. Rajoy ha pasado del “puedo arreglar la economía en dos años”, al “no existen varitas mágicas”.

Y sí, tengo muchos argumentarios con datos, cifras y estadísticas que avalan lo que estoy diciendo, pero no quiero perder a la gente en números que sólo llevan a que nos pasemos la vida contrarrestando lo que dicen unos y otros, porque trajina aburrimiento y desesperación de quienes ya no creen en la palabra de un partido. Yo sólo quiero que se siga utilizando esa memoria selectiva, pues como decía Alice Munro, la memoria es la forma en que seguimos contándonos a nosotros mismos nuestras historias.
 

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