Como dijo Muhammad Yunus, “la pobreza no la crea la gente
pobre. Ésta es producto del sistema que hemos creado, por
ende hay que cambiar los
modelos y conceptos rígidos de nuestra sociedad”.
Ayer el Partido Popular, en el debate de educación promovido
por la FAMPA, dijo una gran verdad “el dinero no crece de
los árboles”, el problema viene cuando estas mismas personas
utilizan esta frase según en qué contexto.
Tocaba el punto de las becas y está claro que a la derecha
le molesta que los hijos de la clase obrera estudien y vayan
a los mismos sitios que sus hijos, por eso hay que reducir
en las ayudas para el estudio. Aquí sí ven árboles, aquí sí
duele el dinero, y yo me pregunto ¿en qué árbol nació el
dinero que permite adornar en luces la Gran Vía de Ceuta?
Evidentemente, de ninguno, sale de nuestros bolsillos.
¿Este Gobierno ha preguntado a la gente si quiere gastarse
50 mil euros en lámparas que además de ostentosas son
horrorosas? Quizás se podrían
sorprender. El centro de la ciudad tendrá un brillo
especial, nadie lo duda, pero esa luz no conseguirá llenar
las neveras de las familias. Curioso contraste el que se
vivió la noche del viernes al coincidir la recogida del
Banco de Alimentos con la inauguración del alumbrado
desmedido de Navidad.
Son vidas paralelas en una misma ciudad, gente caminando
bajo el brillo de unas lámparas compradas al antojo de unos
políticos, y una familia duchando a sus hijos con agua fría
porque no tiene dinero para pagar el butano, ni dispone de
calefacción para protegerse del frio del invierno. Estas
vidas paralelas es producto de la vergüenza de un Gobierno
hecho a sí mismo bajo el prisma de la avaricia, el egoísmo,
y la insensatez. Vidas paralelas que no se encuentran, vidas
paralelas ajenas a lo que hay al otro lado del camino y no,
no son
exclusivamente palabras, se necesitan lucidez y honradez
para ponerse a
dirigir las cuestiones que afectan a las personas. Invertir
más en luz ornamental que en recursos básicos es hacer de
Ceuta su mejor película, “las cincuentas sombras de Vivas”.
Paremos la función porque la vida no es una película, la
vida es una constante lucidez que nace del corazón y no de
los euros de una
iluminación decorativa.
Es cierto que las calles de nuestra ciudad están inundadas
de personas que disfrutan con una ciudad iluminada, yo
también, pero también es cierto que si les damos a elegir
entre más luces o más libros para el colegio, por ejemplo,
optarían por segundo. La clave está en distribuir el dinero
de la manera más justa posible. Invertir en una cosa no
significa prescindir de la otra, es equili-brar. Por eso,
además de los brillos fastuosos, es necesario trabajar la
erradi-cación de la pobreza energética mediante la creación
de una nueva tarifa social que garantice la subsistencia de
los meses de más fríos, entre el 1 de noviem-bre y el 31 de
marzo, con un coste de 120 millones de euros en el
Presupuesto del Estado, algo que hará el PSOE.
En España existe siete millones de españoles y españolas que
tienen que ele-gir entre comer o no pasar frío por culpa de
los 200.000 beneficiarios menos del bono social que ha
apadrinado Rajoy. En Ceuta ni siquiera existe bono
social, existe bono ornamental. Así que, mientras una parte
de Ceuta está su-blime, la otra parte llora en la oscuridad.
¿A quien le importa? Estoy segura que a muchas personas,
sólo hay que cambiar la conducta. El 20 de diciembre es tú
oportunidad.
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