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OPINIÓN - VIERNES, 4 DE DICIEMBRE DE 2015

 
OPINIÓN / CARTAS AL DIRECTOR

La Muy Noble y Leal e Islámica Ciudad de Ceuta

Por Jesús González


Cuentan los libros de Historia que la lealtad de Ceuta fue premiada por el rey Felipe IV con la concesión, en 1641, del título de Muy Noble y Leal Ciudad. Posteriormente, según Real Cédula de 1654, se agregó el dictado de Fidelísima. Visto el cariz que va tomando la ciudad, cabría ampliar el título concedido por Felipe IV, añadiéndole otro título, así quedaría, por fin, como indica el encabezado de estas líneas, a saber: “La Muy Noble y Leal e Islámica Ciudad de Ceuta”.

El pasado 14 de octubre, según recogió El Pueblo, en el Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado, se leyó la tesis doctoral titulada: “Los conflictos por Ceuta y Melilla; 600 años de controversias”, realizada por Jorge Loureiro Souto y dirigida por el historiador militar Fernando Puell de la Villa. En la citada tesis doctoral se estudian los conflictos que el cristianismo y el islam han tenido entre sí desde que Portugal conquistó Ceuta, en 1415, y Melilla, en 1497, hasta los tiempos actuales. Como novedad, se recoge en la tesis que los conflictos entre España y Marruecos, por la soberanía de ambas ciudades, transciende el ámbito de lo político porque poseen una dimensión religiosa, patente durante siglos y que parecía que se había olvidado un tanto. En la tesis se pone negro sobre blanco una realidad que a nadie se le escapa, salvo a aquellos que suelen mirar a otro lado y que parecen decir “esto no va conmigo”. Así, según la tesis doctoral, desde la conquista de Ceuta (1415) y de Melilla (1497), una y otra ciudad han sido plazas avanzadas de la cristiandad en territorio del islam, pero al paso del tiempo ambas ciudades se están convirtiendo en dos ciudades islámicas enclavadas en Occidente. Esto se debe a que ha habido un vuelco demográfico, una sustitución demográfica, en ambas ciudades, ya que en una y otra se ha ido asentando un grupo étnico de origen marroquí y de religión islámica, que, con el paso del tiempo, ha adquirido la nacionalidad española, de modo que más pronto que tarde habrá relegado al grupo étnico de origen peninsular y cristiano a un segundo plano. Fríamente, cabría decir que el islam está en vías de re-conquistar ambas ciudades, no en virtud de un hecho de armas, sino en virtud de la demografía. Hablando en plata: esto ha sucedido debido a tres factores relevantes: la ineptitud de los políticos gobernantes que han permitido el asentamiento de marroquíes en ambas ciudades, la concesión de residencia y nacionalidad a esos marroquíes y el vientre de las mujeres del grupo étnico musulmán.

En la tesis doctoral mencionada se insiste en que no necesariamente ambas ciudades tengan que convertirse por el vuelco demográfico en ciudades marroquíes, sino que ambas ciudades están sometidas a un proceso de cambio que las modificará notablemente, al menos desde la perspectiva social. Asimismo, se ofrece una oportunidad nueva de encuentro entre dos civilizaciones, dos religiones, enfrentadas durante siglos para entenderse y comprenderse mejor llegando a un enriquecimiento y al descubrimiento de nuevas fórmulas de convivencia –eso es, al menos, la aspiración y el deseo de quien escribe la tesis doctoral–.

Me temo que depositar las esperanzas salvíficas de una futura óptima convivencia en el vuelco demográfico –pese a las buenas pretensiones del autor de esta tesis– es de un descarado y atrevido optimismo. Como si hasta ahora esa comunidad de religión islámica no hubiera tenido oportunidades u opciones para encontrar su lugar al sol. Así, recuérdese que el fiasco de la celebración, recuerdo, o conmemoración, del VI Centenario no es para echar las campanas al vuelo, fue una decepción de tamaño gigantesco. El alcalde se negó a celebrar institucionalmente ningún acto a este respecto porque partidos y asociaciones de matiz islámico se negaron en redondo, aduciendo que no cabía celebrar/recordar/conmemorar una efeméride sangrienta, un “genocidio”. Así, Caballas, MDyC, Luna Blanca y al-Idrissi se sienten descaradamente concernidos, no con nada que huela a Portugal, sino con los pobladores que habitaban Ceuta en tiempos de la conquista, pobladores de religión islámica. Para más inri, no se obvie que Vivas cortó la subvención de 70.000 euros a la Fundación, destituyó a su presidente y, finalmente, la laminó. Se vio claro que el alcalde actuó así porque se vio presionado por el segmento islámico de la ciudad y por cierto periodismo lacayo y proislámico que no dejó de cuestionar el papel de la Fundación, el salario de su presidente y la subvención de la Fundación.

Y ahora, el alcalde Vivas, ni corto ni perezoso, se ha presentado en Lisboa para co-inaugurar la exposición “Lisboa 1415 Ceuta: historia de dos ciudades”. Y allí, en Lisboa, el alcalde Vivas consideró que la efeméride del VI Centenario de la “llegada” de los portugueses a Ceuta (como si hubieran sido ‘paraguayos’) era una oportunidad para estrechar “lazos de amistad” y para darse a conocer en una ciudad (Lisboa) “referencia de Europa”. Se ve claramente que el alcalde Vivas no tuvo las suficientes agallas para conmemorar institucionalmente, en Ceuta, el VI Centenario como se merecía. Se arrugó. Y, ahora, se ha largado a Lisboa como si aquí se hubiera celebrado-recordado el VI Centenario con todo esplendor. No se puede negar que el alcalde Vivas tiene más concha que un galápago. Sabe nadar y guardar la ropa. Pero si cree el alcalde Vivas que esos islámicos a los que ha apaciguado van a tener alguna consideración con él, está equivocado de medio a medio. Que no cuente con el agradecimiento de esa comunidad. Le han tomado la medida, han tomado nota de su punto débil y, como dice el ‘proverbio moruno’, “si tú te haces león, yo me hago cordero, pero si tú te haces cordero, yo me hago león”.

Cuando la señora Fátima Hamed, de MDyC, se enteró de que el alcalde Vivas se había ido a Lisboa con un séquito de cuatro personas más dos escoltas para asistir a la inauguración de la exposición “Lisboa 1415 Ceuta: historia de dos ciudades”, le faltó tiempo para salir en tromba y criticar “la utilización de fondos públicos para viajes que no aportan nada a la ciudadanía”. En este punto hay que llamar la atención sobre “viajes que no aportan nada a la ciudadanía”. Se ve claramente que a la señora Hamed le disgusta, la pone enferma, que se recuerden los lazos históricos de Ceuta con Portugal. Si pudiera borraría esa parte de la historia de Ceuta, incluso, acaso, laminaría si pudiera esas murallas renacentistas de origen portugués, obra del Maestro en el Arte de Fortificar Miguel Arruda, que recibió el encargo de diseñarlas del monarca portugués Juan III (1521-1557). La señora Hamed no soporta que se haga alusión a los vestigios de todo orden que hemos heredado de Portugal, que, por sabidos, no cabe citarlos otra vez. No puede disimular su enojo cuando alguien hace alusión a nuestro pasado portugués, por eso disfraza dicho enojo con alusiones al gasto que puede haber supuesto el desplazamiento de esas personas a la exposición de Lisboa: “con la asistencia del señor Vivas hubiera sido más que suficiente”, sentenció la diputada Hamed. Pienso que si ya se tomó la decisión de ir a Lisboa había que ir con cierta distinción, con cierta categoría, con cierta clase, no presentarse allí en plan chabacano, téngase en cuenta que se va, no a título personal, sino en representación de Ceuta. Pero claro, parece que la diputada Fátima Hamed no soporta que se recuerden y estrechen lazos con Portugal. Eso la pone de los nervios. No pasa desapercibida la radicalización y el rigorismo islámico, cada vez más acentuado, de la diputada Hamed, y, por ende, de su partido. Radicalización que ya se manifestó en su momento en los veinticinco integrantes de su lista a las últimas elecciones a la Asamblea ceutí. Todos, absolutamente todos los integrantes de la lista son de confesión islámica (tal vez no encontró a alguien de otra religión que quisiera ir en su lista), y, por consiguiente, el vuelco demográfico, la sustitución demográfica, no debe dejarla indiferente, es más, tal vez la haga feliz. Le guste o no, la señora Hamed debe asumir que, en concreto, “ese viaje a Lisboa” sí aporta y mucho a la población ceutí que sí se siente concernida con los lazos históricos con Portugal.

Por otro lado, en la tesis doctoral se insiste, con una ingenuidad que asusta, en que no necesariamente tengan que convertirse, Ceuta y Melilla, en ciudades marroquíes por el vuelco demográfico. Ese es realmente el peligro. Cuando el cambio demográfico sea ostensible, nuestro vecino Reino de Marruecos, qué duda cabe, pondría en juego sus malas artes en los foros internacionales para convencerlos de que Ceuta y Melilla tienen más de marroquíes e islámicas que de españolas y europeas y cristianas. Si la naturaleza es buena con nosotros y nos conserva en buen estado, puede que veamos movimientos en la corte del sultán Mohamed en la dirección que he apuntado más arriba.
 

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