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OPINIÓN - MIÉRCOLES 6 DE DICIEMBRE DE 2005

 

OPINIÓN / EL OASIS

Talento peligroso
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Fue Umbral, siempre adelantándose a los hechos, quien escribió de Jiménez Losantos, en Diccionario de Literatura, libro editado en 1997, lo siguiente: “Es un escritor político de la escuela de Chicago, muy preparado, como se decía antes, y muy inteligente. Inteligente hasta el peligro”. Y finaliza Umbral el retrato del hombre que, actualmente, trata de regenerar la vida española, desde arriba y usando los micrófonos de la Cope, declarando los miedos que le producía el ingenio aragonés sin la prosa de Gracián, pero con igual maquiavelismo de secarral. Lo expresaba así:

-La ambigüedad inteligente es lo que más me fascina en Jiménez Losantos, y lo más peligroso. Este hombre es ante todo peligrosidad, lo cual quiere decir talento. Pero ojo con el talento.

Es decir, Umbral temía ya que el escritor aragonés usara sus dotes intelectuales para poner a España en pie de guerra. Advertencia que José María Aznar cazó al vuelo y bien pronto decidió darle largas a quien pensaba que sería recompensado por haberle apoyado en su peregrinar hacia la presidencia del Gobierno.

A partir de ese momento, Jiménez Losantos, que había tratado de presentarnos a un Aznar en posesión de todas las virtudes de Azaña, sintió el aguijonazo de la traición y el desprecio del inquilino de la Moncloa, y empezó a decir de éste que ni creía en la libertad ni en la base social. Y quien dice que no es partidario de lamerse las heridas no dejó, sin embargo, de lamentarse, una y otra vez, de cómo Aznar siguió haciéndole caso a Arriola: asesor que goza de todo el desprecio del hombre que defiende los intereses materiales de la Iglesia.

Jiménez Losantos es, sin duda, un agitador político, sobrado de talento, como ya lo definía Umbral, hace casi una década, empeñado en que España sea la que él tiene concebida y con un Gobierno hecho a la medida de sus ideas. Y disfruta de un púlpito desde el cual se permite el lujo, incluso, de llamar a ciertos obispos, que no están muy de acuerdo con su línea tremendista, que los tales obispos son unos maricomplejines.

Aunque ello es sólo el goteo de una boca convertida en lanzallama de chorros de diatribas contra todo los pensamientos y acciones que no sean de su agrado. Acusado de pequeño talibán de sacristía por Luis del Olmo, no ha mucho tiempo, Jiménez Losantos se levanta cada mañana dispuesto a no dejar títeres con cabeza. Y su voz se ha convertido en una marcha militar para todos los que están convencidos de que ZP se ha puesto de acuerdo con los nacionalistas catalanes y vascos, y entre todos hacerse tirabuzones con la unidad de España.

Y cierto es, por más que se le discuta, que sus prédicas matutinas han ido ganando adeptos y ya se puede decir que tiene legión de incondicionales. De ahí que se venga arrogando, el hombre que dirige el programa La mañana de la Cope, el mérito de haber sido quien ha conseguido sacar cuatro manifestaciones a la calle contra el Gobierno socialista. Y las que te rondaré, morena. Pues nadie puede discutirle a Federico, el tronante, las cualidades que lo adornan para hacer proselitismo de esa revolución que él tanto anhela.

Una revolución desde el Gobierno, parecida a la que tanto deseaba hacer Antonio Maura, mutatis mutandi. Aunque a éste le explotó en las manos la Semana Trágica de Barcelona y Alfonso XIII, con cierto cachondeo, o sea, borboneando, lo llamó para decirle que si le parecía bien la designación de Moret para sustituirle en la presidencia. Saco a relucir lo de Maura, porque parece ser que Federico, nuestro intelectual de moda, ha dejado ya de pensar en Azaña porque éste, aunque no era separatista, odiaba a España por su aversión a la derecha. Y viendo a ZP antiespañol y separatista, trata de conducir a Rajoy por los caminos del éxito maurista.

Bien haría, pues, el jefe de la oposición en saber con quién se viene gastando los cuartos. Y si no que se lo pregunte a Aznar.
 

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