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OPINIÓN - JUEVES 8 DE DICIEMBRE DE 2005

 

OPINIÓN / EL OASIS

López Caro
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

En Lebrija, hace ya muchos años, ocurrió un siniestro que me tocó vivirlo intensamente y cuyo recuerdo aflora cada dos por tres. Pero es, además, un pueblo que visité muchos jueves para seguir de cerca las evoluciones de ciertos futbolistas que apuntaban muy buenas maneras. Lo que digo sucedía en los 70 y cuando yo me dedicaba a menesteres balompédicos.

El acuerdo era el siguiente: el equipo entrenado por mí jugaba contra la Unión Deportiva Lebrijana, sin cobrar nada, y así nos hacíamos con los derechos de los jugadores destacados. De entre ellos, varios sirvieron a mis intereses y se convirtieron en piezas destacadas del fútbol andaluz. De Lebrija, como es ya harto conocido, es López Caro: entrenador del Real Madrid-Castilla que ha pasado a serlo del primer equipo, aunque advertido que lo suyo puede ser flor de un día.

A López Caro lo entrevisté yo cuando estaba entrenando al Melilla, con enorme éxito, y me dedicó palabras elogiosas, dado que, en ese tiempo, sabía más de mí que yo de él. Por razones obvias. Si bien lo que más recuerdo, y escrito debe estar, es su firme convencimiento de que terminaría siendo entrenador de un equipo grande. Y tan grande: el martes dirigió al Real Madrid en la Copa de Europa. Y a mí, claro está, el hecho me produjo la alegría consiguiente.

López Caro es un buen entrenador. Me pronuncio así, porque he estado viendo al filial madridista durante las últimas temporadas y he podido comprobar sus aciertos dirigiendo a los jóvenes. Muchos periodistas han dicho y escrito ya, que no es lo mismo gritarle a Soldado, por ejemplo, que a Ronaldo. O sea, que empiezan a poner en duda que el nuevo técnico sea respetado por las figuras consagradas.

Lo cual no deja de ser una de las muchas tonterías que vienen contándonos quienes desconocen la forma de ser de los futbolistas en general. Pues éstos, siempre atentos a defender sus intereses, acaban haciendo caso a todos los técnicos cuyas decisiones sirvan para ganar partidos y que reine la calma en el club.

El peor enemigo de López Caro no está compuesto por las grandes estrellas madridistas, de ningún modo. Puesto que el lebrijano conoce perfectamente el oficio y sabe de qué manera habrá de ganarse la voluntad de Ronaldo, Roberto Carlos, Zidane, etc. Y seguro que lo hará: tiene a su favor el que tan grandes jugadores andan necesitados de ayuda para que el Bernabéu no se convierta en un infierno cada día de partido. Los enemigos de López caro están entre los ex jugadores madridistas que rodean al presidente y los que andan todos los días contando sus batallas a la prensa deportiva de Madrid. Muchos de ellos, créanme, andan ya mirando de manera esquinada al hombre que viene siendo portada de todos los medios del mundo y que va a gozar de una oportunidad extraordinaria para encumbrarse.

López Caro, a pesar de que lleva cuatro temporadas trabajando en la Casa Blanca, no forma parte del entramado de las viejas glorias del equipo y, por tanto, bien pronto comenzará a sufrir las puñaladas traperas de quienes siguen viviendo de un pasado glorioso, pero que no concede bula para creer que tienen la llave de los secretos futbolísticos. Para entrenar es mejor haber jugado al fútbol que no haberlo hecho, sin duda. Pero tampoco los mejores futbolistas han destacado por ser los mejores entrenadores. Verbigracia: Arrigo Sacchi era un vendedor de zapatos.

De todos modos, lo mejor que le vendría al técnico andaluz, además de ganar partidos y de hacer que sus hombres crean en él, es que alguien como Fernando Hierro asuma un cargo de total y absoluta responsabilidad en el seno del club. Otro que también sabe cómo se las gastan los exquisitos merengues.

Todo antes que tenerse que entender con un Butragueño cuyo bla, bla, bla... nunca va acompañado de una buena acción o de aciertos. Así está el Madrid.
 

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