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OPINIÓN - MÍERCOLES 23 DE DICIEMBRE DE 2005

 

OPINIÓN / EL OASIS

Emilio Butragueño
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

De Butragueño se ha dicho siempre que es persona de muchas palabras agradables pero de pocas acciones buenas. Me imagino que semejante expresión habrá sido expandida por sus enemigos. Uno, que hace mucho tiempo tuvo la oportunidad de conocer qué pensaban de él sus compañeros de la Quinta del Macho, la encabezada por Hugo Sánchez, debe confesar que no es precisamente un personaje con quien estaría dispuesto a hablar más de lo preciso. Reconociéndole, faltaría más, el buen aprovechamiento que hizo de sus pocas cualidades como futbolista para convertirse en una figura del Madrid y de la selección española.

Ahora bien, como vicepresidente, con derecho a ser portavoz del equipo en todos los aspectos, está dando muestras de enormes desaciertos que están generando un malestar indescriptible en una plantilla que lleva tiempo desnortada. Se puede ser discreto, máxime si se ocupa un cargo tan relevante, pero en ocasiones conviene quitarse la máscara de la mentira y hablar de la realidad sin abrir los ojos desmesuradamente y marcando el rostro con visajes de suma hipocresía. Aunque Butragueño es así, y parece ser que esa forma de actuar le gusta mucho a Florentino Pérez. Lo cierto es que la pareja está gafada y en lo deportivo el equipo va de mal en peor.

Es Butragueño, con su cara compuesta por mil variados fingimientos, quien anuncia que la provisionalidad de López Caro ha terminado y que seguirá en su puesto hasta que finalice la temporada. Menos mal que se ha impuesto el sentido común.

Si bien es cierto que a López Caro, de quien sigo teniendo una buena opinión, le pesó lo indecible el Bernabéu y, por tanto, no estuvo acertado en la dirección del partido frente a Osasuna. Jamás un un rival con diez hombres debe puntuar y, mucho menos, si el rival es un Madrid que juega en casa y cuenta con once futbolistas. Pero la falta de ideas de López Caro para aprovechar la superioridad numérica de su equipo es, sin duda, un mal general entre los entrenadores actuales. Están obsesionados con mantener una defensa de cuatro, con escudo protector por delante de esa línea, que son incapaces de poner al contrario en entredicho manejando con eficacia y astucia, ventaja tan extraordinaria.

Tampoco el técnico lebrijano debe insistir en situar a Sergio Ramos en esa zona vital del medio terreno. Un error que conviene erradicar cuanto antes: que luego sucede lo que está sucediendo con Casillas. Bien está que en un momento determinado, en cualquier campo donde el Madrid se sienta agobiado, el sevillano proteja a sus centrales y, dado su espíritu de sacrificio, su fortaleza física y su combatividad, aguante el chaparrón inicial. Mas me parece herejía verlo en campo propio tratando de poner orden en su equipo.

Y qué decir de Guti: cuando no juega y su equipo no está fino, sus incondicionales, periodistas exquisitos, lo reclaman a voz en cuello. Pues bien, demostrado está que Guti no es capaz de manejar las riendas del partido cual artista principal. Otro detalle, visto en el encuentro frente a los navarros: Zidane tenía un tobillo herido; por lo tanto, la decisión era si debía jugar o no. Si aparece en el banquillo de los suplentes es porque estaba en condiciones. Luego mejor sacarlo al principio que cuando el partido entra en una fase agonística. Entre otras razones, porque la desgracia del Madrid es que sigue necesitando al francés por más que esté en su fase descendente. En el gol de Milosevic, tras una jugada de estrategia en un saque de banda, Casillas estaba mal situado y el Madrid encajó un gol absurdo. Antes había despejado a córners balones que iban fuera. La culpa de cuanto acontece es de Ronaldo. La afición es sabia (!).
 

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