PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura


Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - SÁBADO 5 DE NOVIEMBRE DE 2005

 

OPINIÓN / EL OASIS

La llamada de la Casa Real
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Dado los tiempos que corren, no es ninguna tontería recordar que Ceuta y Melilla son ciudades que han aumentado su decisiva importancia en el panorama europeo. Cuentan ambas con un valor geoestratégico incalculable, por más que se haya venido diciendo que la Base Naval de Rota les había quitado gran parte de esa importancia que les da el estar situadas en suelo africano.

Los últimos acontecimientos, ocurridos semanas atrás, han hecho posible que las miradas del mundo se dirijan hacia dos ciudades a las que deben prestarles suma atención, aunque sea por egoísmo, los países europeos y, sobre todo, los españoles peninsulares. No en vano Ceuta y Melilla son vigías permanentes de un Mediterráneo donde la riqueza comercial transita sus aguas e irá aumentando con la casi segura incorporación de Turquía a la Unión Europea.

Ciudades singulares, por muchas y variadas razones, son siempre actualidad y ocupan las primeras páginas de periódicos, cabeceras de informativos en televisión y radio. Raro es el día en el cual no se habla y se escribe sobre estos pueblos del Norte de África, y muchas veces, pero muchas, sin el conocimiento adecuado de sus ciudadanos y de cómo éstos viven España desde unas tierras pretendidas por el rey moro.

Semejante actitud anexionista, repetida hasta la saciedad y desde tiempo inmemorial, ha ido generando entre sus habitantes una predisposición a sentirse ofendidos en cuanto alguien, con total desconocimiento de la historia o bien atiborrado de malas intenciones, se descuelga poniendo en duda la españolidad de ambos lugares.

Y ya no digamos nada si el individuo se llama Máximo Cajal y ejerce como asesor del presidente del Gobierno. Claro, pues, que ceutíes y melillenses tienen muy desarrollada la susceptibilidad. De la misma manera que también responden con largueza a cualquier gesto, por nimio que sea, favorable al sentir de ellos. Son, sin duda, los más generosos a la hora de responder a cualquier halago venido de fuera.

En el caso de Ceuta, sé con qué intensidad se viven los comentarios que se hacen sobre la ciudad. Andan los ceutíes en permanente estado de alerta para responder, inmediatamente y con la dureza requerida, a cualquier estúpido que ose poner en duda que los españoles no han vivido en Ceuta bastante antes que los marroquíes. Y, desde luego, tampoco me es ajeno lo esperanzados que están en que el rey Juan Carlos I se deje ver por aquí.

Por todo ello, y con el debido respeto para nuestro Rey, me parece que se ha quedado corto, una vez más, al comunicarle a Juan Vivas “que quiere venir a Ceuta”. Palabras y nada más que palabras, en momentos donde el Jefe del Estado es consciente de la importancia que su visita tiene. ¿A qué espera el Rey para influir en el Gobierno con la habilidad que le es característica? Me imagino que algún día deberá el Monarca acordar con los gobernantes si la visita a Ceuta se consuma para que se acaben, de una vez por todas, las dudas propiciadas por su incomparecencia.

Sí: la llamada de la Casa Real al presidente, Juan Vivas, ha tenido todas las trazas de ser un gesto de cara a la galería. Una manera muy bonita de indicar que la unidad de España, tan denostada en los últimos tiempos, empieza por Ceuta y Melilla. Y, cómo no, para demostrar que sigue muy de cerca las dificultades que llevan viviendo estas ciudades, debido a los innumerables inmigrantes que las van invadiendo sin solución de continuidad. Menos mal que Juan Vivas supo salir de la cita con las mejores palabras. O sea, con comportamiento de ceutí agradecido, aunque sin saber de qué.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto