El Servicio Fiscal Cinológico de la Guardia Civil adscrita
al puerto de Ceuta decomisó en la jornada de ayer una
cantidad cercana a los 150 kilogramos de resina de hachís.
Todas las aprehensiones han tenido lugar en el control
rutinario de embarque, que cuenta con la presencia de uno o
más agentes y un perro entrenado para detectar sustancias
estupefacientes.
La primera de las incautaciones se produjo hacia las 12,30
horas del mediodía. Un monovolumen de la marca Chrysler,
modelo Voyager, conducido por una muchacha ceutí de unos 34
años que responde a las iniciales N.H.A., fue registrado al
dar el perro síntomas de haber detectado alguna sustancia
ilegal. Tras un minucioso registro, fue finalmente
encontrada una cantidad de 49.960 gramos de resina de hachís
que estaban alojados en el hueco de la calefacción, bajo el
salpicadero. La sospechosa, funcionaria de correos y vecina
de Ceuta, fue puesta a disposixión policial.
Hacia las 15 horas del mediodía fue decomisada la cantidad
más pequeña que se encontró en la jornada de ayer. Un
matrimonio francés de mediana edad con un niño pequeño, que
pretendían embarcar rumbo a Algeciras a bordo de un Mercedes
300 con matrícula francesa, fueron apresados al detectar en
el interior del coche una cantidad de resina de hachís
cercana a los 660 gramos.
100 kilos
Cuando eran aproximadamente las 18,30 horas de la tarde, el
Servicio Fiscal Cinológico de la Guardia Civil adscrita al
puerto detuvo un coche Peugeot, modelo 307, en cuyop
interior viajaban tres señoras procedentes de Murcia y de
edades comprendidas entre los 45 y los 55 años.
Una vez más la reacción del perro fue lo que llevó a los
guardias a registrar el coche con detenimiento, encontrando
una cantidad de 94.100 gramos de hachís, escondido en el
faldón trasero y laterales del vehículo.
Las mujeres se mostraron muy sorprendidas al serles
descubierta la droga y reaccionaron de un modo indignado al
no entender, aparentemente, lo que les estaba sucediendo.
Los casi cien kilos de resina de hachís se encontraaban
escondidos en el interior de la defensa trasera del coche,
pero el escondite no fue suficiente para burlar el olfato
del perro de raza cocker que la Guardia Civil emplea para
detectar sustancias estupefacientes.
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