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OPINIÓN - MARTES 22 DE NOVIEMBRE DE 2005

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Control, prevención y promoción

La portavoz del Partido Socialista de Ceuta, María Antonia Palomo, comparó ayer en el Pleno la colocación de cámaras en la ciudad con una especie de Gran Hermano obligatorio al que todos hemos de jugar sin ‘castings’ previos ni el aliciente del premio final. La comparativa no sería del todo mala si no atendemos a la verdadera finalidad que tendrán estas cámaras que, lejos de vigilar el comportamiento de la gente en la vía pública, se ajustará a tres funciones: el control del tráfico, la prevención de incendios y la promoción turística del patrimonio ceutí, enviando imágenes en tiempo real al portal de Internet destinado a tal fin. Fuera de estos tres usos, cualquier otra función de las cámaras podría violar el derecho a la intimidad de los ciudadanos ceutíes.

En ocasiones, el derecho a la intimidad y la privacidad choca con otro igualmente legítimo y que cualquier Estado tiene el deber de ofrecer, el derecho a la seguridad y la integridad de las personas. La frontera entre ambos es difusa a menudo, pero cualquier población en condiciones normales optaría antes por la intimidad que por una seguridad guardada con demasiado celo. Y no presenta Ceuta, precisamente, unos índices de delicuencia o peligrosidad tales que fuera necesario tomar medidas de excepción.

Fuera de este debate el problema real es que, según los socialistas, la instalación de estas cámaras precisa de una serie de permisos y reglamentaciones muy estrictas que el Gobierno se ha saltado, bien por precipitación o por deconocimiento.

La justicia pondrá a cada uno en su sitio si María Antonia Palomo sigue adelante con el recurso administrativo que aseguró poner. Y en todo caso, aplicando la normativa vigente, no hay que sacar de quicio una medida que ya se aplicó en otras ciudades y que nada tiene que ver con un ‘Estado policial’ o el Gran Hermano de Orwell, sino con la convivencia y aplicación de las nuevas tecnologías.
 

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